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jueves, 27 de diciembre de 2012

CORTE A LA CORTE

Por Roberto O. Marra*

Sentimos la imprescindible necesidad de decir algo, de hacer más, de aunque sea pegar un grito de odio racional. Es imposible tanto desprecio por la voluntad popular. Es repugnante tanta soberbia aristocrática. Es asqueroso escuchar sus tonos de señores (y señoras) de una nobleza con la que nunca dejan de soñar. Es enervante la pasible expresión de superioridad, sentados en tronos múltiples, altos, siempre más altos que todos nosotros, los simples mortales.
Su propia denominación da idea de reinado, de omnipotencia, de un pasado que, perniciosamente, continúa presente. Sus gestos son simbólicos: adustos, callados, reservados, escondidos. Sus formas, manifiestas pertenencias a una oligarquía que supo apropiarse de cada  Institución corporativa como reservorio de un poder que jamás cederán, como no sea por la decisión unívoca de todo el Pueblo.
Si hasta sus decisiones son, como las de todos los jueces, “fundamentadas” después de tomarlas. Justo al revés: los fundamentos son la base, donde debieran asentarse sus decisiones. “Dibujar” esos fundamentos para que las decisiones encajen en ellos es también un símbolo de la prepotencia del poder que creen omnímodo, superior a cualquier otro.
Nada los toca. Nada los conmueve. Nada los involucra. Nada los incluye. Nada los modifica. Clavados en sus poltronas (altares) del poder, trituran la fe, las esperanzas y los sueños de millones de ilusionados con un nuevo tiempo, con una nueva libertad, con un distinto comienzo de una nueva época.
Alejados por propia decisión (y la de sus socios de clase y sostenedores) de la vida verdadera, la de quienes trabajamos día tras día re-construyendo con nuestros conocimientos y nuestras manos la vida misma de una Nación que fue arrasada por seres peores que bestias, a los cuales otros jueces apañaron y que, a pesar de ello, nunca quieren ser juzgados por sus “pares” actuales (con las pocas y honrosísimas excepciones). “Pares” es toda una definición en sí misma: ¿son iguales?, ¿Son paralelos?, ¿o son para “lelos”?
No sintonizan (justo el término para la Ley que no admiten), con las necesidades de tantos postergados, de tantos excluidos, de tantos menospreciados eternos. No pueden hacerlo porque pertenecen, son parte inescindible de los poderes reales (otro símbolo la palabra “reales”, derivada de los reyes a los que suplantan con su mismas arrogancias).
No sabemos cómo se saldrá de este atolladero judicial. No comprendemos todavía y acabadamente el nivel de connivencia de los poderosos encaramados en esta corporación desfasada del tiempo. Sólo podemos soñar, desear y hasta suplicar, que se logre por la elevación de la conciencia de los que no aceptamos jamás la sumisión ante ningún poder, y aún aplastados contra el piso de la desvergüenza y el oprobio, sigamos gritando: ¡Ley de medios, YA!

*Arquitecto - Miembro de la Asociación Desarrollo & Equidad

1 comentario:

  1. Es complicado porque la corporaciòn peina largas canas y los jueces son lo que Ud. dice: defensores de una clase que quiere decidir aunque nadie decida por ellos.

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