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miércoles, 28 de mayo de 2025

LA SALIDA

Por Roberto Marra

Mientras la maquinaria genocida del actual (des)gobierno sigue incólume hacia sus objetivos vendepatrias, el peronismo institucional, el de quienes se consideran líderes de ese Movimiento, buscan salidas en este laberinto político el que, digámoslo sin tapujos, contribuyeron de una u otra forma a construir. No está mal buscar salidas, sobre todo cuando la vida de millones de argentinos pende del delgado hilo de la irracionalidad gubernamental. Tampoco está mal tener divergencias en las opiniones sobre los caminos a seguir para elaborar esas salidas. Lo verdaderamente malo, peligroso y, vista la situación social, hasta obsceno, es generar espacios de poder interno con la única voluntad de aplastar a quienes no tengan las mismas visiones de los pasos a dar en las actuales circunstancias políticas.

El Poder Real, ese al que todos le rinden pleitesía o le temen, sigue su camino de empoderamiento absoluto de las riquezas del País. Sus gerentes gubernamentales le desbrozan el camino de peronismo real y alimentan la “fabricación” de uno a la medida de sus intereses. Pero además, desde dentro mismo de ese histórico Movimiento, se generan condiciones de mimetización con el neoliberalismo imperante, evitando la confrontación total contra el sistema, única vía hacia la liberación nacional y el fin del coloniaje al que vamos con rumbo decidido.

No se trata de sólo recordar viejas consignas (vigentes como nunca hoy en día). Tampoco de hilvanar algún discurso provocador hacia la figurita de cartón que por estos tiempos oficia de presidente. El sólo nombrarlo lo re-alimenta, lo enaltece y lo pone como contrafigura de quien no puede serlo. Y lo peor, es que es esa misma figura quien lo hace.

Hoy, más que nunca, la razón debe ser tamizada por el corazón. Hoy debemos sostener aquellas viejas banderas más firmes que nunca, condolernos por los que pasan hambre real, ponernos en el lugar de los otros que alguna vez se dijo que eran la Patria. Hoy hay que sentir antes de pensar, para así comprender que la política no puede seguir el camino elaborado por los enemigos del Pueblo, ni contestar sus diatribas putrefactas, ni acobardarse ante sus amenazas y sus palos.

La salida no puede ser negociada con quienes antes entregaron las ideas por un poquito más de tiempo en los sillones de un Poder que nunca tendrán de verdad, sino como sirvientes del Real. La salida no debe ser mancillada con la presencia de los traidores, ni la confluencia con los disfrazados, ni con la resaca de las borracheras politiqueras y las peleas por cargos que ni siquiera honran cuando los tienen.

El “no se puede” no debe ser la consigna más escuchada de los dirigentes que se consideren, de verdad, peronistas. El posibilismo es un criterio anómalo en tiempos donde el dolor de la miseria golpea de tal modo, que arrastra a la sociedad hacia el abismo de la derrota permanente. Las razones de los “economistas” deben dejar de ser el “santo grial” de los políticos, para convertirse en simples acompañantes de los procesos de transformación de una sociedad que ya ni siquiera se anima a gritar sus padecimientos, por miedo a perder el derecho... a tener hambre.

La victoria popular no podrá construirse con acuerdos cupulares, ni con consignas vacías de coraje, ni con discursos señaladores de errores ajenos. La salida es por arriba, sí, pero por arriba de los dirigentes. La salida es hacia adelante, empujando hacia un solo lado, amalgamados por los conceptos revolucionarios que atraigan a los decididos a cambiarlo todo y enamoren a los que dudan, único modo de trocar el horror de la miseria material y espiritual, por la gloria de un Poder que deberá ser arrebatado a los malditos hacedores de todas nuestras desgracias. Entonces sí, se levantará a la faz de la Tierra, una nueva y gloriosa Nación...

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