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viernes, 3 de mayo de 2024

AHORA O NUNCA

Por Roberto Marra

Se ha llenado de iluminados el corral de la brutalidad. Se ha completado el círculo de la perversión y el maniqueismo hacia los más débiles de la sociedad. Se ha pulverizado la razón, para suplantarla con voceríos estupidizantes. Se ha desatado la bestia de la maldad infinita para perseguir a los que todavía piensan por sí mismos. Se ha vulnerado hasta el último vestigio de justicia, aplastándola contra el piso de la venganza clasista. Se ha entronado a la vanidad de un desquiciado como referencia de verdades imposibles. Se ha destrozado el concepto de Nación soberana, para remplazarla por la vergüenza del colonialismo gozoso.

Lejos de la inteligencia, más lejos todavía de la verdad, a años luz de la felicidad popular, una desvencijada Patria, dolorida y maltratada, camina a ciegas por el derrotero del abandono de sus hijos e hijas. A cada paso, recibiendo golpes y piedrazos de embrutecidos seguidores de sus verdugos. La pasión de la venganza, lo sabemos, cala hondo en las almas perdidas de los patanes, y la crueldad forma parte indisoluble de sus peores métodos revanchistas.

Hundida en su propio fango, una caterva de irresolutos supuestos (otrora) defensores de la justicia social, se suman a las huestes de esos maniquíes de carne y hueso que reivindican el odio como sistema y la maldad como recurso contra los defensores de las felicidades perdidas. Les queda grande la doctrina que dicen sostener, les pesan demasiado sus orígenes contrarios a sus actuales griteríos mediáticos.

Pasivos observadores de una realidad que no se atreven a destronar con la fuerza de la palabra y la acción reivindicante de sus cacareadas ideas, sólo se dedican a relatar lo que sucede, ante la desesperación de las masas ingentes de abandonados por un sistema tan perverso como sus actuales conductores.

Obscenos apropiadores de las riquezas que nunca producen otra cosa que pobreza, se ríen en nuestras narices, evadiendo la razón y las leyes, tal como hacen con sus fortunas mal habidas. Herederos de quienes (mal)formaron a esta Nación bajo los preceptos de libertad para robar, asesinar y aplastar las ilusiones del Pueblo, han adquirido tal dimensión de poder que todo se les facilita, incluso las traiciones de sus opositores.

Acá abajo, bien abajo, donde el hambre cada vez acucia a cada vez más personas, donde el trabajo se escapa por entre los dedos de la esperanza, donde la miseria ya es un estado natural para millones de seres humanos que pocos consideran ya como tales, la realidad aplasta sus viejas ilusiones, postergadas para oportunidades que la mediática corrupta anuncia como muy lejana, ajustada a los intereses deshonestos de quienes les pusieron en esa situación.

Una descripción no alcanza para dar vuelta la sinrazón. Es preciso el combustible de la valentía de los mejores defensores de las ideas ahora sometidas por la bestia parda del retroceso histórico. Es imprescindible la rebelión de las mayorías silenciadas por el horror de lo inexplicable con las viejas lógicas. Es necesario el levantamiento masivo de los aplastados, de los ninguneados, de los olvidados, de los sometidos. Y es imperiosa la reflexión de los auto-erigidos como dirigentes, para comprender el valor de sus palabras, pero mucho más del desprendimiento de sus autovaloraciones hegemonistas, para comenzar a transitar el camino de la conjunción detrás de las propuestas unificadas por las necesidades populares. No hay tiempo para devaneos elitistas ni para largas esperas de tiempos pseudo-democráticos. Es ahora, o nunca más tendremos Patria.

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