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jueves, 18 de enero de 2024

ORGANIZAR EL ESCARMIENTO

Por Roberto Marra

Todo hecho físico encuentra, en algún momento, su explicación. Toda relación humana tiene, de alguna manera, una forma de ser abordada para determinar sus características y sus implicancias. Toda actitud personal puede ser comprendida estudiando las razones individuales y sociales que la genera. Todo movimiento político puede analizarse en base a las disputas de intereses entre los sectores que integran una sociedad. Toda cultura exhibe, en sus manifestaciones, las raíces históricas de la razón de ser de un pueblo.

Con base en estos conceptos, que pueden tener más o menos certeza en su aseveración, hay que observar estos días de estupefacción ante los hechos más delirantes que nos puede haber entregado alguna vez la historia nacional. La palabra “delirio” no alcanza para describir con precisión el grado de putrefacción moral de los “actores” que ofician de gobernantes por estos días. Pero tampoco alcanza para entender el nivel de desprecio de un sector de la sociedad hacia el otro, el que no acompaña ese delirante proceder de los enajenados al comando de esta Nación desvencijada y maloliente en que nos han convertido con sus “votos por la libertad” (de perder la vida por el odio).

Es que el razonamiento no figura entre los métodos de abordar la realidad por parte de una mayoría obnubilada y ciega de placer por el “triunfo” sobre el “populismo”. Eso, que lo veíamos desde hace mucho, se ha multiplicado exponencialmente gracias a la inestimable colaboración de los fabricantes de “zombies”, los y las periodistas con carnet de impunidad para mentir todo el tiempo. La idiosincracia nacional del desprecio y la burla a quien suponen “inferior”, ha ganado adeptos en una amplia mayoría, reproduciendo en votos su estupidez e ignorancia brutalizada. Todo favorecido por las pre-condiciones otorgadas por los errores y traiciones de quienes debieron actuar con mayor ahínco en correspondencia con los intereses que decían venir a defender y sostener.

La leche derramada, sin embargo, ya no vale el esfuerzo de ser llorada. La ola desgraciada en la que nos sumergimos está atropellando con fervor odiador a quien sea, con la pasión de los brutos con iniciativa que se adueñaron de los resortes estatales para delinquir a su antojo, encubiertos por una runfla de jueces y fiscales serviles del Poder Real. Será muy tarde cuando los que siguen esperanzados en este des-gobierno caigan en la realidad y despierten del sueño malsano en el que están empeñados. Y será dramáticamente tarde si, además, los que sí comprendemos la realidad, no iniciamos la organización del contrataque antes que la disolución nacional se haya concretado.

Comentar las “diabluras” del personaje payasesco que pretende ser presidente, no sirve demasiado, si eso no va unido a la búsqueda de modos de convocar a la organización popular desde sus bases más sufrientes. Reproducir opiniones de pensadores sirve para aclarar el panorama intelectualmente de quienes pueden acceder a ellas, pero necesita de una militancia activa y capacitada para la difusión y comprensión de la realidad que destruye moralmente a la población, alejándola de la verdad que padece pero se empeña en desconocer, con tal de no aceptar su error.

El tiempo es un enemigo feroz y despiadado, que avanza sin que se lo pueda detener de ninguna manera. Y la destrucción en marcha no necesita demasiado para hacerlo. Ilógico sería no empeñar los esfuerzos contrarios desde ya, dejando de lado los eufemismos leguleyos y las prebendas legislativas que tanto paralizan y otorgan ventajas al oponente implacable. Estúpido será esperar que con “buenos modos” y discursos complacientes pueda generarse un freno a semejantes desvaríos antipatrióticos. La verdad no puede triunfar si no se la expresa y defiende en su totalidad, haciendo añicos los disvalores que se aplican ahora con la impunidad de la lógica de los poderosos que, en realidad, están al comando intelectual de semejantes actos de irracionalidad política y social.

La mesa del delirio programado desde el imperio está servida con platos envenenados. El festín al que nos invitan será el de la muerte asegurada para una mayoría que oye y observa, entre esperanzada y absorta, los relatos de un futuro al que ni siquiera podrán acceder, por la lejanía en el que lo ubican. Y si tal cosa sucediera como lo plantean, seríamos habitantes de una multiplicidad de territorios enajenados al gran capital internacional, los verdaderos ganadores del saqueo definitivo de nuestras riquezas.

Es el concepto mismo de Patria el que nos están robando, es nuestra historia y nuestra cultura las que están desvalijando, es la independencia y la soberanía las que están desapareciendo. Y es la Justicia Social el valor más preciado desde lo humano, que están anulando como paradigma de una sociedad que fuera capaz, en otros tiempos, de hacer tronar el escarmiento. El mismo que, ahora más que nunca, estamos obligados a engendrar.

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