Por Roberto Marra
Maniobras, conspiraciones, intrigas, hipocresías, vanidades, obsecuencias, maldades, falsías, engaños, retrocesos, resignaciones, desencantos. De todos estos ingredientes se nutren las concepciones electorales de estas horas. Con actores predecibles e impredecibles, con derrotados y ganadores, con venganzas escondidas en las alforjas de algunos y obsecuencias multiplicadas entre los que se suben a cualquier tren para obtener la prolongación de sus eternos beneficios. Un revoltijo de nombres sin una manifiesta base programática previa, intentando “seducir” a un electorado desencantado y apático, lo que parece la única misión clara derivada de los nombres elegidos.