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viernes, 21 de enero de 2022

CIPAYISMO COMUNICACIONAL

Por Roberto Marra

El periodismo argentino viene siendo cooptado por una forma de comunicar que muestra una absoluta sumisión a lo establecido por las grandes “usinas” de noticias norteamericanas y europeas. Ello se pone de manifiesto con total claridad en el ámbito de las noticias internacionales, por otro lado, muy escasas en la mayoría de los noticieros televisivos y radiales de las emisoras de mayor predicamento entre la población.

De lo que suceda en el Mundo, nos enteraremos de manera sesgada y unilateral, mediante informes claramente imbuídos de la ideología que el imperio y sus acólitos europeos han convertido en “universal”. Una especie de “halo” de superioridad moral envuelve las manifestaciones maniqueas que nos transmiten una y otra vez, impostadas sus voces como si fueran miembros de alguna televisora de Miami o portorriqueña, una especie de “tonada” derivada de la copia estúpida de lo que ya es demasiado idiotizante en sus orígenes.

Los estigmas sobre los líderes y liderezas de Nuestra América, son moneda corriente. Las falsas noticias son la manera de construir un relato unificado y perverso, negador de la identidad de Patria Grande y profundamente antipopular. Los paradigmas informativos son elevados a la categoría de verdades absolutas e inapelables. Los señalados y las señalados por sus dedos manchados con el color verde de los billetes de sus amos del norte, son las víctimas necesarias para sus elucubraciones golpistas en los países “rebeldes”.

La “edificación” de las noticias cuenta con el imprescindible respaldo monetario del Poder Real, el cual utiliza este arma comunicacional para dar continuidad a sus manejos espúrios de las finanzas y el apoderamiento de la mayor parte de las riquezas generadas por el Pueblo al que someten. Han sido hábiles para producir tan enorme factor de dominación, y más hábiles para mantener maniatados al grueso de los políticos con el miedo a combatirlos cuando les toca ejercer un cargo institucional.

Establecido este modo comunicacional como el prevalente, será difícil hacerle frente con las pocas herramientas con las que quedan los medios que no son afines a los intereses y a la ideología de los hegemónicos. Pero hay algo peor. En estos últimos, por efecto de la influencia ejercida por los poderosos y sus estrategias comunicacionales y, sobre todo, culturales y educacionales, se termina por adoptar las mismas “taras” derivadas de las maneras dominantes de comunicar.

La investigación propia es algo muy poco corriente, sobre todo en el tema de las noticias internacionales, con lo cual el éxito de las agencias noticiosas oligopólicas mundiales es prácticamente total. La repetición de las afirmaciones que éstas necesitan imponer como verdades absolutas, cuentan también con estos voceros “incautos”, que repiten como loros las elaboraciones perversas del imperio y sus “focus group” mediáticos.

La conclusión es clara y evidente: la mayoría de la población desconoce la realidad de los sucesos acontecidos en otras regiones del Planeta. Sólo sabrá lo que los dueños de los medios hegemónicos quieren que sepan. Y si bien las redes sociales pueden ser un paliativo, se sabe que también éstas forman parte de la maquinaria comunicacional que nos bombardea de “mentiras verdaderas” hasta convertirlas en hechos casi irrefutables.

Y mientras la geopolítica anda haciendo de las suyas en la realidad que no se dice, se entretiene al soberano con minucias de personajes intrascendentes o con maniqueas maneras de mostrar las personalidades de los presidentes o presidentas que les resulten molestos a los intereses de los dueños del Mundo, para que los pueblos permanezcan ignorantes de los hechos, de los que sólo se les permite ser espectadores. Sólo conocerán un relato idiotizante, una vulgar manifestación de la brutalidad comunicacional con la que profundizan sus servilismos los supuestos periodistas, esos simples títeres al servicio de la desesperanza y la derrota popular.

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