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martes, 12 de octubre de 2021

LA MEJOR RESPUESTA, ES IGNORARLOS

Imagen de "Perfil"
Por Roberto Marra

¿Por qué parece haber una incontinencia verbal permanente en los funcionarios, que ante cada insulto, agravio, acusación, u opinión ridícula de los opositores, saltan con respuestas que jamás debieran darse, en virtud del poco o nulo valor inetelectual y moral de quienes los emiten? ¿Qué ganan los funcionarios y el gobierno todo, con responder los infundios y despropósitos de esos enajenados que hacen como que son políticos, siendo tan sólo payasos del circo mediático que intenta destruir al enemigo mortal que les significa quien no articule con su miserable ideología del terror económico-financiero neoliberal? ¿Que se obtiene de positivo al repetir mil veces por día los soeces epítetos que lanzan esos personajes sacados de alguna película “clase B”, en los pocos medios de comunicación que no les pertenece al hegemón mediático clarinetista? ¿Qué otra cosa que publicidad gratuita para sus candidatos, significa poner en las pantallas, durante horas y horas, repetición tras repetición, esas caras desencajadas y monstruosas de quienes se creen los dueños de nuestras vidas ((y que, de seguir por este camino, lo serán)?

Es tiempo de sostener la agenda propia con la fuerza de las convicciones y las ideas que clarifiquen. Es hora de proponer un camino sin atender los “piedrazos” que puedan tirar desde los costados, salvo para juntar esas “piedras” y levantar una muralla al cinismo y la malversación de las verdades. Es el momento de horadar, aunque sea un poco, el inconmensurable poder que nos refriegan por la cara institucional, promoviendo de una vez las medidas que den pié a la construcción de una auténtica e impostergable Justicia Social, ignorando la parafernalia mediatizada de los aprendices de oligarcas mediáticos, aplastando sus bravatas con las verdades de a puño de la realidad construida. Habrá que hacerlo dejando de lado la mojigatería y los buenos modales, para terminar de una vez con el dominio insultante de nuestras conciencias, por la fabricación permanente de una realidad paralela, que angustia nuestro presente y aniquila nuestro futuro.

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