Por
Roberto Marra
Hay
frases que, por su contundencia y referencia metafórica, sirven para
diversas ocasiones, como aquello de que “no hay mejor defensa que
un buen ataque”. Este concepto parece ser el elegido por algunos
representantes de la coalición gobernante hasta el 2019 en Santa Fe,
para referirse al gobierno que lo sucede. Por allí transitan, con
esa especial característica de los integrantes de ese “socialismo
neoliberal”, que supo construirse una imagen de redentores de la
libertad y la solidaridad, a través de una serie de machacantes
idealizaciones de sus acciones de gobierno, una especie de “dibujo”
de la realidad que vendían con una gran ayuda mediática protectora.
Y no
es que no haya podido haber dirigentes honestos dentro de esa fuerza
política, pero ellos no son los que hemos visto desarrollar
preeminencias en sus filas, sino a esos otros que fueron convertidos
inexplicablemente en “conductores” de ese extraño proceso de
virtudes virtuales, poco conectadas con los sucesos que provocaban
sus acciones ejecutivas. Más bien ha sido una especie de competencia
permanente entre unos pocos para dirimir liderazgos, elevando cada
tanto alguna figura de recambio a la consideración pública, cuando
ya nadie soportaba la continuidad de esas arengas vacías y la
parafernalia comunicacional acostumbrada desde la multitud de medios
“amigos”... de las gruesas pautas publicitarias.
Regresando
a la frase del ataque como defensa, aparecen defenestradores varios
(y no solo “socialistas”) que nos avisan que no votarán tales o
cuales proyectos de leyes, empujando al nuevo gobierno contra la
pared de la inacción, hacia el camino de su derrota anticipada,
porque para destacarse, necesitan rivales que nada puedan hacer. Al
palabrerío acostumbrado de esos dirigentes ahora opositores, se le
debe sumar la acción degradante de las funciones que debieran
cumplir por parte de muchos empleados jerárquicos que dejaron
amarrados a sus sillones las gestiones del Frente “Progresista”,
una especie de “caballo (más bien, tropilla) de troya” que se
convierte en una máquina de impedir o trabar los cambios que el
nuevo gobierno desee realizar.
También,
hay que decirlo, algunos de los actos del nuevo gobierno distan de
ser efectivos para enfrentar lo que, se sabía con certeza, iba a
suceder. Además, se muestra poco ágil para comunicar correctamente
sus argumentos, arrinconándose en la victimización, otro punto a
favor de los intereses que mueven a sus rivales políticos para
destrozar las que puedan ser buenas intenciones gubernamentales.
La
vehemencia lógica con la que se manifiesta el nuevo Ministro de
Seguridad, ha sido aprovechada negativamente por los culposos
integrantes del gobierno precedente, contando para ello (otra vez)
con periodistas que hacen de “fiscales” de sus contundentes
definiciones, exponiéndolo como un “exaltado”, hablando de “ira”
o “violencia verbal”, mientras las calles de Rosario y Santa Fe
se manchan con sangre real de decenas de víctimas reales de esas
mafias que nadie parece poder contener.
Mientras
miles de millones de dólares siguen circulando subrepticiamente por
los puertos y otros cuantos lavándose en lujosas urbanizaciones
vacías, a la vista de cualquiera se producen y reproducen hechos
delictivos que involucran a los protegidos de la gestión anterior.
También a empresarios de “alta consideración” social y baja
condición moral, “donantes” de prebendas que llenaron bolsillos
y callaron voces, protectores “anónimos” de “negocios” con
más rinde que la soja. Pero ni aún con semejantes “amigos” (o
tal vez por eso mismo) pudieron, los gobiernos del falso
“socialismo”, evitar el desastre económico y financiero en la
Provincia.
Ahora
solo les valdrá seguir con ese “buen ataque” que hará las veces
de defensa de sus pobres gestiones. Aferrados a algún hospital que
construyeron, atados a un diccionario inalterable repleto de
palabreríos insulsos y apelaciones al gorilismo que los sustenta
ideológicamente, continuarán haciendo daño, promoviendo retrasos y
poniendo zancadillas, único método que les queda para tapar los
horrores cometidos e intentar volver algún día, si el olvido
popular se consolida y la reacción esperable del nuevo gobierno
continúa buscando soluciones solo en fórmulas contables, más que
en el protagonismo de quien le otorgara el único voto de confianza
que vale: el del Pueblo santafesino.
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