Cátulo
Castillo inmortalizó, en su tango “La última curda”, aquello de
que “...la vida es una herida absurda...” Ejemplos sociales de
esa poética afirmación, sobran por estos tiempos. La humanidad
parece encontrar en el absurdo su expresión más clara de qué va la
vida en este Planeta, atravesada por hechos y circunstancias
deleznables que alimentan la cotidianeidad pavorosa que padecemos,
aunque solapada por creaciones mediáticas que le impide, al grueso
de la población, comprender la realidad por la que atraviesa su
incertidumbre.
Estamos
siendo heridos todo el tiempo por las “balas” de las peores
lacras inventadas por los dueños de la “verdad revelada” de este
capitalismo inhumano, que no encuentra límites en sus perversiones
diarias, solo destinadas a profundizar las inequidades, ya de por sí
repugnantes. Las injusticias han sido convertidas en “necesidades”
impuestas a sangre y fuego. El odio y la xenofobia son la moneda
corriente que compra las voluntades de los sometidos. La pobreza
forma parte de lo natural y la miseria encuentra su más oprobioso
rincón para desarrollarse sin esperanzas para su final, como no sea
con la muerte derivada de semejante inmoralidad consentida.
“...Es
todo, todo tan fugaz...”, continuaba Cátulo. Tanto como la vida
oscura a la que nos destinan esos repugnantes acaparadores de
riquezas que se autoasumen como dueños del Mundo que fabricaron a su
medida. “...Es una curda nada más...”, pero una borrachera de
poder que anula la posibilidad de elevar la consciencia de la
indignidad, el aprendizaje de lo efímero de sus actos amorales, la
mortal incomprensión del resultado de las injusticias que someten a
las mayorías a la lenta desaparición de la existencia, con el único
resultado de haber servido de combustible a esa maquinaria del horror
programado.
Un
psicópata imperial, pretensioso de un liderazgo sin mayor sustento
que las armas que le aseguran el miedo que amilana a los dominados,
señala culpables, designa gobernantes de otros países, invade y
mata por selección (anti)natural, incita al desprecio y el rechazo
al diferente y levanta muros que solo sirven para exacerbar las
animadversiones entre iguales que insisten en parecerse a sus amos,
antes que a construir sus propias identidades.
Insensatos
gobernantes de los países empobrecidos por la fuerza del ridículo
temor a ser “aislados del Mundo”, aceptan sin chistar los
dictados de aquellos que manejan los hilos de las finanzas,
imponiendo sobre las poblaciones, más postergaciones, dejando para
el futuro el goteo de esas riquezas atrapadas en un recipiente que
jamás vuelca. “...Un país que está de olvido, siempre gris...”,
ese es el único destino que nos dejan avizorar, el único propósito
de sus elucubraciones maléficas, el resultado de las maldades
acumuladas sobre las espaldas dobladas de tanto sostener sus
espantosos designios de hambre eterna.
Deambulamos,
al fin, en “...un lento caracol de sueño...”, tras una
sobrevivencia inútil, tratando de alcanzar el mendrugo que nos
permita otro día más sobre la tierra, otra oportunidad más de
obtener el boleto a ser, aunque más no sea, esclavos de los
opresores que nos convencen, a través de las falacias televisadas,
que este es el único camino. Y pareciera que no nos queda otra
salida que, simplemente, buscar “...la curda que, al final, termine
la función, corriéndole un telón al corazón.”
Sin
embargo, un último resabio de esperanza se asoma entre esa
“...lágrima de ron...”, alimenta de comprensión las neuronas
que creíamos definitivamente desvalidas, y nos “...arrea la
tropilla de la zurda...” hacia ese “hondo bajo fondo donde el
barro se subleva...” Ese mismo “subsuelo de la Patria” donde
surgiera, un día, un Pueblo capaz de construir su propio destino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario