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Por
Roberto Marra
Una
idea se puede definir como una conceptualización que nace del
razonamiento o la inventiva de una persona. En la búsqueda de
entender, reflexionar o crear, se generan las ideas, que se explican
mediante conceptos que hacen posible el desarrollo de conocimientos
que pueden o no derivar en hechos científicos o filosóficos útiles
material o espiritualmente. También se podría decir que representa
la primera etapa en la búsqueda de la concreción de una utopía.
Aunque la palabra idea también suele servir para expresar,
simplemente, el concepto que se tenga sobre alguien o sobre algo.
Una
de esas entidades en Argentina, es eso que han denominado “IDEA”,
grupo de empresarios afines o partícipes directos del Poder Real,
que realizan cada año sus reuniones para afirmar sus “convicciones”
(entiéndase, intereses) ante las máximas figuras de los gobiernos
de turno. Allí habrán de tirar sobre la mesa el mapa de sus
objetivos, los caminos exigidos a las autoridades para llegar a ellos
y las amenazas directas o indirectas que sabrán expresar en sus
discursos para alinear a quien, eventualmente, pudiera querer
“retobarse”.
En
esos momentos es que se demuestra la “pasta” de la que están
hechos los líderes políticos que se presentan ante esa caterva de
impúdicos dueños de la economía y las finanzas. Es un tiempo clave
para expresarles las convicciones y lo que implicarán para la
continuidad de los planes que se haya propuesto el poder político.
Es la señal de largada del conflicto con los poderosos, o de los
contubernios que se concretarán a espaldas del Pueblo.
Allí
se pone de manifiesto cuanto de cierto contenían las promesas de los
gobernantes en sus etapas pre-electorales, y cuanto de valor se
dispone para hacer frente a semejante conglomerado de oligarcas,
dispuestos a cualquier cosa para conservar sus primacías sociales.
Frente a ellos no caben dudas ni tropiezos, solo certezas y moral,
transparencia y capacidad de conducción.
No
podrá después haber desvíos de la ruta elegida, si lo que se
pretende es alcanzar las metas que hagan a un desarrollo virtuoso de
la sociedad. Lo que se diga frente a los “selectos” integrantes
de IDEA, será solo el preámbulo de su cumplimiento estricto, la
base discursiva que les asegure el convencimiento de quien se
presente ante ellos y, lo más importante y doloroso para los
comensales de esas lujosas mesas, el respaldo popular mayoritario al
camino emprendido.
Paradojas
del uso de las palabras, la sigla que los representa a este rejunte
de poderosos, a pretendido manifestar un concepto que no pueden
demostrar que forme parte de sus capacidades reales. O tal vez sí,
al tratarse de una sola “idea”, la única que conocen y
desarrollan desde siempre, la que ha dado lugar a las peores
expresiones antipopulares y antipatrióticas, la que fuera capaz de
matar a miles de opositores a sus designios o sumir a millones en la
miseria más atroz para esquilmar las riquezas nacionales.
Ha
llegado el tiempo del final de las dudas y las cobardías ante ese
“supremo” Poder. Su único camino se ha vuelto intransitable,
siempre bordeando el abismo de la inmoralidad, siempre apabullando al
sometido y desechando seres humanos al costado de su oscura
involución, siempre asociados al imperial enemigo de los pueblos.
Ante ellos, ahora solo cabe la firmeza de las ideas, pero de las
propias, de las derivadas del concepto que más les duele a los
dueños de IDEA: la Justicia Social.
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