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jueves, 10 de octubre de 2019

ECUADORES

Imgen de "RPP"
Por Roberto Marra
Ocultar, mentir, tergiversar, distorsionar, retorcer la realidad, es parte del formato adquirido por los medios hegemónicos para instalar ficciones mostradas como hechos concretos. A partir de allí, cualquier cosa puede esperarse de esos sistemas de comunicación amañados, atados al carro del Poder o, más aún, subidos a él, formando ya parte misma de esa fracción ínfima de la humanidad que domina al resto por la fuerza de sus exuberantes acumulaciones financieras, frutos todas del relegamiento de millones de personas, de su virtual desaparición de la vida real, transformadas en simples herramientas para elaborar opulencias ajenas, a cambio de menos de lo que se necesita para sobrevivir.
A ese ejercicio de la mentira cotidiana se suben los jerarcas que gobiernan los países en nombre de ese Poder casi omnímodo, donde el neoliberalismo, la etapa más obscena del capitalismo reinante en casi todo el Planeta, se ha apoderado de las conciencias mayoritarias, convenciendo de certezas que no lo son y anunciando eternidades que se caen a poco de hechar a andar esa oscura maquinaria destructiva de lo productivo, como paso imprescindible, dicen, para los futuros derrames de felicidades que nunca conocerán los ilusos hipnotizados por semejantes ridiculeces.
Por esos andariveles de extrema endeblez ideológica, llegaron a convencer a multitudes y apoderarse de los gobiernos de los países de Nuestra América, una serie de individuos carentes de toda moral, seres despreciables por sus inauditas manifestaciones antisociales, representantes directos de las oligarquías locales y obedientes lacayos del amo imperial. Supieron penetrar sus mensajes de odios irreconciliables y desprecios xenófobos a través de esa “gran prensa” nutrida de serviles cipayos con apariencia de “periodistas”, una definición que resulta demasiado generosa para semejantes ocultadores de la verdad.
Estos ciclos cortos donde predominan estos pobres personajes politiqueros con ínfulas de estadistas, hacen el trabajo sucio que necesitan desde aquel Poder que todo lo pretende para sí, destruyendo las bases construídas con tanto esfuerzo popular en busca de una justicia social que solo parece estar destinada a ser el sueño intocable de las mayorías, esperanzadas en la dignidad de una vida que honre sus derechos y se encamine a superar las taras de una sociedad estancada en procesos profundamente regresivos.
Los mendaces mediáticos nutren de equívocos estudiados a los distraídos televidentes, que asumirán como ciertos, hechos que nunca sucedieron o que resultan opuestos a lo que se muestra, relatos creados para confundir y generar odios hacia los líderes populares que han comprendido a cabalidad los sucesos y actúan en consecuencia.
Los nefastos personajes elevados a la categoría de “presidentes” de nuestras naciones, cómplices del horror de la miseria programada desde el imperio con la inefable colaboración de los organismos multilaterales que ofician de prestamistas usureros, completan el cuadro de situación con los imprescindible métodos de represión que requieren estos sistemas de dominación, matando a diestra y siniestra en nombre de la libertad... de mercado.
Por allí están transitando ahora estos esclavos de los financistas planetarios, haciendo sus deberes asesinos, con las armas y con el hambre. Eso, y no otra cosa es lo que sucede en casi todos nuestros países y tan violentamente en Ecuador. Y es en este último que se ha desatado la furia de un Pueblo que fue traspasado por la espada de la traición de un pobre y miserable remedo de estadista de vuelo corto, sucio personaje de escasa capacidad intelectual y nula moral, que permanece atado a su silla andante para terminar la tarea destructiva del orgullo de sus connacionales, empujado por los oligarcas que buscan eliminar de la conciencia popular el recuerdo palpable de lo realizado por Rafael Correa y “su” Revolución Ciudadana.
Otra vez la mentira agitada como bandera antipopular, se encarga de sostener los últimos estertores de este troglodita sobre ruedas. Otra vez las acusaciones ridículas hacia una Venezuela que ya tiene demasiado con soportar el asedio voraz del imperio, sus bochornosos cómplices locales y la imbecilidad de los aprendices de periodistas que ofician de voceros del Poder que los subsume en sus procesos de venganzas clasistas.
De nuevo el espanto de las balas sobre un Pueblo que parece emerger de la propia Pachamama, que salieron a gritar sus propias verdades, las de a puño, las incontenibles, las que solo pueden ignorar los obtusos egoistas que miran sus ombligos para no ver su mismo futuro reflejado en los ojos de esos libertarios de la tierra que comparten, sublevados para hacer realidad el significado del hermoso nombre de su Nación. Porque Ecuador significa, nada mas y nada menos, que igualar.

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