Imagen de "Resúmen Latinoamericano" |
Por
Roberto Marra
El
imperio y sus adláteres europeos han ido siempre encontrado nuevos
caminos para apoderarse de las riquezas ajenas o, en otros casos,
para asegurarse el dominio estratégico de determinados lugares del
Mundo que les permita contener los avances del desarrollo de otras
naciones sin sus fatídicas intervenciones financieras y económicas.
Lo hicieron con las colonias tomadas a fuerza de invasiones
sangrientas, solo justificadas por sus actitudes pirateriles, y lo
siguen haciendo con enclaves que resultan especialmente importantes
para el desarrollo de sus intentos de absolutismo planetario.
Hacia
esos países “liberados” dirigieron sus andanadas de embozadas
invasiones comerciales y financieras, logrando éxitos que les
prodigaron una fácil dominación con los acostumbrados espejitos de
colores con los que seducen a las poblaciones, convencidas
previamente con sus ataques culturales, con los cuales penetran a la
íntima convicción de cada ciudadano, destruyendo hasta los
recuerdos más pequeños de sus orígenes y pertenencias.
Necesitaban
“sacarse de encima” a los pocos reductos donde gobernaran
auténticos representantes de sus pueblos o, aunque más no sea,
sostuvieran actitudes independientes de sus determinaciones.
Inventaron las llamadas “revoluciones de colores”, levantamientos
“populares” que, a caballo de descontentos por cuestiones
importantes, pero de imprescindible solución dentro de las fronteras
de cada País, lograron imponer nuevos gobiernos a fuerza de la
violencia genocida con la que acostumbran a imponer sus ideas.
Arrasando
poblaciones continúan todavía en Libia y Siria, solo dos muestras
de sus oscuridades persecutorias de la dominación absoluta del
Planeta. Pero, la recuperación de Rusia y el avance incontenible del
desarrollo chino, fueron el escudo con el que chocaron en el intento
por barrer del mapa a todos y cada uno de las “rebeldes” naciones
que se niegan a entregar sus decisiones soberanas a estos malandras
disfrazados de “defensores de la libertad y la democracia”.
Amenazas,
persecuciones, bloqueos económicos y financieros, propaganda sucia
en contra de los gobernantes de esos países, rompimiento de acuerdos
comerciales y armamentísticos, forman parte del arsenal (nunca mejor
término) que desparrama por el Mundo, ya sin tapujos ni vergüenzas.
Cuando ni así logran doblarles el brazo a sus eternos enemigos
planetarios, emprenden otra vez con sus renovadas “revoluciones de
colores” internas, mediante la acción de degradación de las
conciencias de sectores con mayor predisposición a adquirir sus
falsedades ideológicas.
Lanzan
consignas que, mediante acciones psicológicas, logran introducir el
veneno de la “oposición” en esos sectores poblacionales, hasta
convertirlos en carne de cañon para el logro de sus objetivos de
destrucción interna de sus enemigos. Así lo están haciendo en
Rusia, con manifestaciones de algunos grupos que se alzan contra la
supuesta “dictadura” de Pútin, endilgándole maniobras
electorales fraudulentas dentro y fuera de su País. Y así también
lo están realizando en China, inventando un conflicto en Hong Kong
que infectó a millones de habitantes de ese Estado especial que
fuera recuperado del imperio británico no hace demasiado.
Necesitan
destruir la economía china a como dé lugar. Les es imprescindible
abatir a ese enemigo que no entienden demasiado, que emprendió un
camino que no abandonará, seguro, por estos ataques desesperados de
quienes siempre se han sentido dueños del Mundo.
Atravesado
por más problemas que soluciones, el monigote que oficia de
presidente en Estados Unidos lanza sus bestiales amenazas tratando de
asustar a un Pueblo que cumple con certeza los caminos trazados a tan
largo plazo, que no puede ser comprendido por los reyes de la
inmediatez, esos gobernantes que basan sus actos en la proliferación
de la pobreza y el hambre donde pisan con sus ejércitos de armas o
dólares, arrasando culturas y tomando las vidas ajenas en sus manos.
Son
capaces de todo, incluso de hacer desaparecer la vida humana del
Planeta, con tal de ser los “ganadores” de lo que nunca tendrán.
Son atávicos descendientes de piratas y ladrones que deglutieron
medio Mundo para satisfacer sus acumulaciones obscenas de fortunas
robadas a los pueblos. Son la mentira diaria y permanente, repetida
para ablandar las neurones de los desprevenidos, para reblandecer las
certezas de los patriotas, para provocar que se abandonen las luchas
centenarias por libertades que nunca llegaron del todo.
Con
toda su tecnología y sus dólares lanzados al viento de la codicia
de los traidores, ni así lograrán nunca abatir a la conciencia
colectiva de los pueblos pretendidamente sometidos. Verán su derrota
en cada mirada de desprecio de los niños amenazados, de las madres
huérfanas de sus hijos, de los hombres abatidos pero jamás
vencidos. Serán acabados con la simple unidad de los que queden
vivos, con el sencillo acto de ignorar sus perversos mensajes sin
sentido, con la justa venganza del trabajo denodado, hasta encontrar
el camino a la mejor victoria de los pobres: la justicia social.
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