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jueves, 4 de julio de 2019

UN "ACUERDO" PELIGROSO

Imagen de "NODAL"
Por Roberto Marra
Existe una tendencia que parece insoslayable para políticos de todos los sectores, que se resume en dar como un hecho imposible de contradecir al meneado “acuerdo” entre la Unión Europea y el Mercosur. Nadie parece animarse a dar un “no” rotundo a semejante engendro económico-financiero, evidentemente destinado al sometimiento absoluto a los designios de la parte europea y el regreso a una re-colonización de nuestros países, bajo la cobertura de supuestas reglas equivalentes para ambas partes, las que en realidad solo son letra muerta de un pacto entre leones y ratones.
Después de lo que significó evitar la conformación de aquel maladado “Alca”, frenado por la acción decidida de presidentes a la altura de la historia que nos atravesaba por aquella época, era inevitable un nuevo intento, teniendo al frente de los ejecutivos de nuestros países a energúmenos serviles del imperio que solo buscan concretar grandes negociados para el pequeño grupo de familiares y amigos que los sostienen, sin importar los resultados finales sobre la población de semejantes sometimientos unilaterales, prestos a firmar cualquier cosa que asegure la dominación absoluta de las corporaciones transnacionales que, de seguro, les habrán prometido algún “vuelto” suculento para sus arcas evasoras.
El histriónico “festejo”, pueril demostración de lo que entienden estos pelafustanes acerca del significado de “gobernar” una Nación, no hace más que ratificar sus pobrezas intelectuales y sus testarudeces conducentes a la pauperización de cada vez mayores sectores de la ciudadanía. Nada importa cuando de someterse a los arbitrios de los poderosos del Mundo se trata. Menos todavía si las víctimas siguen siendo los eternos perdedores de un sistema que conduce irremediablemente al infierno de la miseria absoluta que ya transitamos.
No parece haber márgen para sostener semejante engendro interjurisdiccional, basado en asimetrías tan evidentes como denigrantes entre nuestros países, solo salvables mediante posturas de firmezas inalterables ante las demandas de aperturas comerciales profundamente lesivas para nuestra economía y mortal para el desarrollo soberano de nuestra Nación. Imposible no ver el abismo que nos separa de aquellos poderosos y del desastre programado con evidencias tan obvias como inevitables para quienes caigan en sus redes.
Tampoco parece que deba soslayarse la importancia del intento, aún cuando por ahora solo se trate de una aproximación que tarde años en concretarse. Prestarse al juego de ir realizando pasos hacia ese oscuro “acuerdo”, es ir cavando la fosa para nuestro desarrollo independiente, que terminaría sometido lentamente (o no tanto) a lo que decidan fronteras afuera, haciendo añicos las ilusiones de salir de este espanto social al que arribamos por culpa de los entregadores que, hay que decirlo, la mayoría de la población elevó a la categoría de gobierno, gracias a los mismos tipos de engaños que ahora pueden conducirnos a la siguiente ronda de padecimientos extremos que nos preparan.
Se trata de decidir entre tener o no tener Patria. Eso que parece demasiado grandilocuente, es la razón final de toda esta movida internacional, donde el Poder que maneja el Planeta está tratando de re-alinear a sus “satélites” en medio de una disputa mundial por la supremacía económica de la que somos una presa apetecible, tal como lo son cada uno de los países de Nuestra América, reservorios feraces de cuanta materia prima resulte útil para darle continuidad a sus predominios científico-tecnológicos.
Es desde esa certeza que debemos observar las maniobras del imperio y sus adláteres europeos sobre nuestras naciones. Es desde allí que se mueven los que intentan acabar con las experiencias populares de desarrollos soberanos como Venezuela y Bolivia, inventando “dictaduras” de historietas mal contadas, para promover golpes de estado y retrocesos mortales para sus pueblos.
Son esos los criterios que menean perniciosamente a través de los medios dominantes, auténticos sistemas de obturación de las conciencias libertarias, los muros donde se estrellan los deseos de justicia social que han sido siempre los sencillos sueños de los pueblos sometidos. Ese es el campo donde se da esta batalla que no se puede soslayar ni pintar de color rosa. Ese es el lugar donde debemos levantar nuestras “murallas” de conocimientos, colocar nuestra “artillería” de sentimientos patrióticos y calar nuestras “bayonetas” de decisiones inconmovibles ante el nuevo avance del eterno enemigo. Y ese será el sitio donde habremos de derrotarlo con la única arma que realmente temen: la unidad de los pueblos decididos a ser libres.

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