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martes, 11 de diciembre de 2018

LÍDERES DE BARRO

Imágen de "Portal 27"
Por Roberto Marra
La realidad puede leerse de diversas maneras, incluso de forma irreal. Sostener evaluaciones políticas y sociales que aseveren lo que no sucede, o girar el sentido de lo evidente, es una forma más de desviar del camino que se dice pretendidamente unitario, pero que termina siendo una simple pantalla de lo que en verdad se pretende: acumular poder sobre sí mismos.
La coyuntura actual en Argentina está generando muchas de estas actitudes egoístas en quienes se manifiestan como opositores al actual régimen conservador o neoliberal, muestras repetidas de arrogancias y pretensiones de liderazgos para los que no se tienen suficientes capacidades ni respaldos.
El peronismo, que por su dimensión debiera constituirse como eje estructurador del conglomerado de los diversos sectores políticos que se presentan como opuestos a los designios y las acciones del actual régimen antinacional, no termina de alinearse tras de un objetivo común, sobre todo porque no lo tienen algunos engreídos personajes que se pretenden “figuras” relevantes y (falsamente) “auténticos” representantes de la doctrina originaria del creador del justicialismo.
También existen actitudes realmente odiosas por parte de ciertos ex-amamantados por los gestores y líderes del último gobierno popular, transformados mucho más en opositores a éstos que a los verdaderos enemigos del Pueblo, al que hasta ya se están acostumbrando a llamar “gente” o “vecinos”, como muestra de sus cercanías con los ideólogos del actual “cambio” regresivo.
Exagerando críticas a errores y formalidades de menor peso frente al significativo avance social real que representaron esas figuras con sus conducciones, manifiestan miserables ninguneos a semejantes líderes, aplastando sus logros y barriéndolos al costado del camino de la construcción del frente político que se necesita lograr para comenzar otro proceso de reconstrucción nacional.
Por ambiciones personales o por complicidades ocultas con el poder, estos apócrifos adalides del “frentismo” aparecen como quienes pudieran otorgar “permiso” para ser parte de esa construcción, señalando yerros ajenos y olvidando las traiciones propias, con actitudes de una soberbia que no se condice con sus reales fortalezas y capacidades, atravesados por inmoralidades que no pueden soslayarse a la hora de arrimarse al postergado fogón de la unidad.
Tergiversan, amañan, trastocan y revuelven los hechos, todo para ser considerados supuestos “adalides”, intentando forzar aluviones de adhesiones que no podrán llegar jamás, porque los liderazgos no se inventan, son la génesis colectiva de los pueblos, la parición de procesos que evolucionan y estallan en los momentos decisivos de la historia, conjugándose en conductores que emergen a fuerza de claras demostraciones de sus capacidades superiores.
No se resignan estos pequeños hombres y mujeres a ser simples actores de reparto en la necesidad transformada en lucha política y su manifestación electoral. Se puede colegir que sus actitudes no parten ya de simples engreimientos personales, sino de complejos entramados tejidos por el Poder, siempre hábil para crear enemigos internos en las expresiones partidarias de los sectores populares.
Pretenderán ser ellos quienes determinen la posibilidad o nó de participación y conducción del proceso en ciernes, después de pasar por el tamiz de sus “verdades absolutas”, que dicen haber heredado de un Perón de mármol y una Evita de bronce, tan rígidos como los necesitan para evitar que trasciendan la auténtica dimensión y profundidad de sus legados, espejo al que jamás podrían mirarse sin vergüenza. Aspiran, incluso, a ser quienes hagan la evaluación final de quien resulta ser la más importante figura política de estos tiempos, que pretenden sometida y agachando la cabeza ante sus supuestos liderazgos prefabricados para la ocasión.
Querrán ser, en definitiva, quienes dominen la escena preparada por el propio Poder, para dar continuidad a sus martirios sobre un Pueblo desarmado y débil, alejado de sus auténticos líderes, demostrados defensores de sus derechos arrasados. Habrán logrado, de darse así, el regreso al principio de la brutal cadena de desdichas, atrasando el reloj de la historia con el único y perverso fin de sus miserables egoísmos.

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