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jueves, 11 de octubre de 2018

LOS "MEDIAS TINTAS"

Imegen de "Salta a diario"
Por Roberto Marra
Hay quienes juegan siempre con las cartas sobre la mesa. Hay otros que esconden siempre algún as bajo la manga, engañifas que les otorgan ventajas irremontables, ganadores por la fuerza de sus artimañas y sus hipocresías. Y están los otros, los que, sin esconder sus cartas, las exhiben por su reverso, dejando las dudas lógicas sobre sus jugadas futuras, sembrando esperanzas y sospechas en iguales proporciones.
En política, esto es más que evidente. Es una consuetudinaria manera de impedir el acceso al poder de los mejores, un método de ascenso de los mediocres al reconocimiento mayoritario, una cínica forma de dominación y retraso social. El desvío del camino del desarrollo que provoca semejantes triquiñuelas, termina por desvanecer los sueños populares de felicidades siempre postergadas hasta la próxima promesa, hecha también con cartas marcadas.
Las medias tintas son las más utilizadas por estos tiempos de caída en picada del régimen macrista. Son el método preferido por diputados, senadores y gobernadores genuflexos, gatopardistas por antonomasia, ejemplares de una raza de cobardes y/o acomodaticios que desatan sus verborragias opositoras a todo y a nada al mismo tiempo. Incapaces de gestionar con autonomía ideológica, están siempre atados a los requerimientos del verdadero Poder, el que les sostiene las riendas, el que les marca la cancha y las cartas con las que jugarán sus partidas tramposas frente a los honestos.
Se apuran, ahora, a ofrecer unidades a medias (como no podría ser de otra manera). Agilizan sus pasos para impedir el avance de quienes podrían convertirse en la piedra en los zapatos de los poderosos que los sostienen a ellos. Convocan hipócritamente al recuerdo de las figuras emblemáticas de un movimiento político y social que nació al calor de la creación de derechos que ellos ayudan a destruir con sus votos. Generan propuestas de mediocridades acordes a sus medias intenciones. Tiran sobre la mesa cartas que esconden los números que saben que destruirán a los que adhieran ingenuamente a sus patrañas discursivas.
Atienden solo su juego, desdeñando las cartas sólidas que los demás jugadores puedan mostrar. Guardan siempre un fraude entre sus ropas elegantes, listo para mostrar cuando la marea ciudadana adquiera ribetes peligrosos para sus necesidades de sostenimiento del status quo. Con guiños deshonestos acumularán dudas en los rivales. Con intercambios de cartas pretenderán sobornar a sus envidiados rivales. Con denuncias tan falsas como sus ases, intentarán sacar del juego a los mejores jugadores, a los auténticos representantes del sentimiento de un Pueblo al que esta runfla de truhanes viene a quemar en la hoguera de sus prebendas.
Caminan por la cornisa de la honestidad, resbalando siempre hacia el abismo de la mentira y el desprecio por la sociedad que pretenden conducir. Transitan esa famosa “ancha avenida” de una mitad inexistente, que ni es avenida ni es ancha. Solo se trata de un oscuro sendero hacia el infierno de la miseria y la desaparición de la Patria que tanto nombran en sus discursos vaciados de una historia donde pretenden incluirse con la altivez de los inútiles soberbios sin intelecto.
Son parte del método perverso de dominación de las mayorías populares. Son la maquinaria politiquera que pretende transmutar el pasado reciente en recuerdo oprobioso. Son el alma de la mentira organizada para convertir a la Nación en una nueva colonia, con la segura participación de ellos mismos en la dirección de semejante infamia. Son el pretendido recambio que el Poder necesita, la media tinta de un final de horrores escondidos en la sucia manga de la injusticia y la traición.

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