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Hay
un viejo axioma que dice que “detrás de un gran hombre, hay una
gran mujer”. Dejando de lado el sentido machista de la frase,
también se podría especular con que “detrás de un mal hombre,
hay una mala mujer”. Ese parece ser el destino preparado por el
Poder para Vidal, la gobernadora bonaerense, escondida tras la
falsedad de una sonrisa que pretende tapar su verdadera cara, ubicada
inmediatamente atrás como reserva sucesoria del inepto presidente
que la sociedad supo conseguir.Ahí
está, agazapada, lista para comenzar a ejercer su “liderazgo”
cuando se necesite la renovación de caras al frente de la oferta
electoral. Es el peligro mayor que tiene la sociedad, tan proclive a
aceptar “cambios” que nada cambian, con tal de sostener odios que
ni su origen comprenden. Es la linea sucesoria del saltimbanqui de la
verba vacía y la firma urgente de decretos antipopulares, tarifazos
y otras desgracias, impuestas ahora con mayor saña por el “alter
ego” de los neoliberales: el FMI.
Ella
misma aplica con rigor todavía mayor las políticas excluyentes y
retrógradas en la Provincia de Buenos Aires. Es ella que habla de la
inutilidad de la educación para los pobres porque, se sabe, los
pobres no pueden ni deben dejar de serlos. Es quien cierra escuelas
rurales y niega aumentos a los maestros en nombre del paradigmático
“ajuste”, objetivo único de la existencia de este (des)gobierno.
Es la que habla de corrupciones ajenas olvidando las propias, ahora
destapadas por los manejos sucios con sus propios votantes y
candidatos de menor rango, donantes involuntarios de campañas tan
oscuras como tapadas.
Se
la ve, cada tanto, inaugurando obras ya inauguradas, o recorriendo
los barrios de los martirizados por sus políticas. Pero se la siente
mucho más cuando no abre hospitales listos para trabajar, cuando
cierra o desabastece al resto, cuando ignora la pauperización
creciente del conurbano. O cuando expone ante auditorios de su misma
condición perversa, creídos dueños de una sociedad que no atina a
reaccionar ante semejante bestialidad discursiva.
Protegida
de los medios que todo lo deciden, su figura es presentada como
“distinta” a sus socios en esta “empresa” llamada “Argentina
S.A.”, donde han recalado los gerentes de todas las corporaciones
que manejan ahora el Estado para transformarlo en instrumento de
dominación perpetua. Esta “angelical” mujer de cinismo sin par y
maldad insolente, se prepara para convertirse en barrera de
contención de la incipiente rebelión popular, con la oculta
complacencia de los eternos traidores disfrazados de opositores.
Alimentada
del mismo desprecio de clase que cada uno de los miembros de esta
caterba de gorilas camuflados que se han apropiado de nuestras vidas,
pretenderá ahora convertirse en la candidata del “cambio positivo”
o del “cambio posible”, de los tantos que trocaron en torturantes
medidas antisociales, dejando solo cenizas de lo que era la esperanza
de los imbéciles y distraídos votantes de la fobia antipopular.
Si
ella o cualquiera de similares vilezas triunfara en sus ambiciones,
el pozo de miserias que han abierto hasta ahora se transformaría en
el agujero negro donde todo signo de soberanía, independencia y
justicia desaparecería. Sería el final absoluto de las bases para
ser Nación, anticipo de un destino al que se llega cuando los
pueblos olvidan sus pasados y desprecian sus propias capacidades,
resignando el futuro ante un Poder que está obligado,
históricamente, a conquistar. Y, con él, su libertad.
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