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martes, 10 de abril de 2018

LA CULPA DE LOS SUBSIDIOS

Imagen "Infobae"
Por Roberto Marra

Con cara de serio y responsable, un economista “opositor” nos explica que las medidas del gobierno nacional están “equivocadas”, que “debe hacer un replanteo”, que hay que apoyar a las pequeñas empresas para “defender el mercado interno”, pero que el aumento de las tarifas era inevitable, porque “estaban atrasadas”, porque había un “festival de subsidios”, aunque luego aclara que fue demasiado violento, que debió hacerse en forma más gradual.
Un representante de una textil expresa, enojado, los dramas productivos y financieros por los que está pasando debido a la “falta de apoyo a la pequeña y mediana empresa”, la imposibilidad de pagar las tarifas exorbitantes de energía y la carga impositiva en general. Pero luego aclara que comprende que esas tarifas “estaban atrasadas”, pidiendo al gobierno que advierta que debiera ser más gradual el cambio.
El dueño de un kiosco dice que subió tanto el costo de la electricidad que no le alcanza para pagar esa facturas, ni hablar de mantener el negocio, y que “ya no se puede más”. A pesar de ello, también cree que las tarifas estaban muy atrasadas y comprende que debían “adecuarse”, para terminar rogándole al presidente que se compadezca de ellos.
Un ama de casa, jubilada con la remuneración más baja, se queja a los gritos por una factura de “la luz” de más de tres mil pesos. No puede comprar los medicamentos ni comer, pero aun así, dice que se da cuenta que “no se podía seguir” con valores tan bajos, con tantos subsidios para “cualquiera”.
El economista sabe que está mintiendo, sabe que no hay ninguna equivocación, sabe que nunca harán un replanteo de lo que son decisiones definitivas del Poder. Su cacareado apoyo a las pequeñas empresas choca de frente con sus desprecios por los subsidios demonizados hasta el hartazgo, tratando de culpar al virtuoso de las inhabilidades del inepto.
El empresario quejoso, el mismo que equipó su industria con las nuevas tecnologías mediante créditos “subsidiados” por los supuestos corruptos del pasado, que construyó un nuevo edificio con una hipoteca de bajos intereses y cuotas fijas, ahora descubre que esos apoyos a la pequeña industria eran ¿exagerados?
El kiosquero que pasó de vender por la ventana del living a tener un “salón de ventas”, ahora ve la realidad negativa de haber recibido esas “prebendas” tarifarias, y solo pide piedad para poder seguir pagando cada vez más, mientras las ventas ya casi no existen.
La jubilada, que lo es gracias a una decisión política, habla en contra de los políticos que se lo posibilitaron, mientras agacha la cabeza ante el amo que le ordena sufrir sus últimos años de vida.
Hay que ser serios”, repiten los voceros del Poder, mientras los evasores seriales encaramados en el gobierno nos explican las bondades de la desaparición del demonio del subsidio, que ahora es solo para ellos, del fin de un déficit que, sin embargo, crece cada día más y de la baja de la inflación que se dibuja en las oficinas de las patrañas ilusorias.
Mientras tanto, allí abajo, cada vez más abajo, los amnésicos habitantes del odio programado continúan negando sus propias vidas, expresando comprensiones que no tienen, aprobando sus propias muertes, para terminar discutiendo solo el tamaño del hacha del verdugo.

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