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martes, 24 de abril de 2018

FACTURA VENCIDA

Imagen de "rosarionoticias.info"
Por Roberto Marra

La misma persona que dice que “los subsidios no son gratis como nos hicieron creer durante muchos años”, es la que logró que se le estatizara la deuda que había generado su conglomerado de empresas en 1982. O sea: si el subsidio es para él, está bien, pero si es para el Pueblo, está mal. Sencillo paradigma que nos pone blanco sobre negro acerca de la ideología que sustenta el proyecto político que arrastra a la Nación al peor de los infiernos, para colmo, ya vivido.
Muy suelto de cuerpo y en su media lengua, soltó otra frase notable que reafirma su desprecio social: “Para cubrir estos subsidios, se tuvo que tomar deuda, porque para pagar energía tenemos que pedir plata prestada”. ¿Tenemos? El problema no es tomar deuda, sino hacerlo sin destino productivo alguno, sin sentido de desarrollo autónomo, sin generar las condiciones para la industrialización y la producción con mayor valor agregado.
La única manera de lograr un cambio profundo y verdadero es que todos los argentinos nos sumemos al desafío de consumir menos”, espetó. Veamos: ¿se referirá al “voluminoso” consumo de los jubilados, al desafiante consumo de los laburantes en lujosos transportes, al derroche energético de los comedores populares, al carbón calefaccionador de los inviernos de los abandonados?
Cada hornalla que apagamos, cada canilla que cerramos, todo suma”, soltó, como si nada de eso que dice significara más que un número. “Todo suma”... a las fortunas de los gerentes del privilegio, mientras se multiplican los despidos, se rebajan los salarios reales, cierran los comercios y quiebran las industrias invadidas por el dumping permitido.
Otra alternativa era hacer un ajuste pero ese no es el camino que elegimos, sino uno de cambios con gradualismo, para que ningún argentino se quede atrás”. O sea... ¡que mil por ciento de aumento es gradualismo! Tranquilo, presidente. No nos quedamos atrás. Estamos abajo, descendiendo por los infiernos que ni el Dante se imaginó.
El patético discurso solo termina por generar una certeza: la dominación cultural de la sociedad es de tal magnitud, que los vuelve inmunes a la reacción que se pueda producir. La protección mediática ha dado amargos frutos de consumo masivo, los que reproducen el virus de la estupidez desideologizante, proveyendo de masa crítica a los desvaríos y ridiculeces como las de estos tipos de discursos desconectados de una realidad más que evidente.
Como diría el “gran diario argentino”, “Total tranquilidad”. El hambre es nuestra y el restaurante (caro) es de ellos. Los negocios mandan (dinero a las guaridas) y la “gente” obedece. Nosotros ahorramos y ellos consumen (de más). Ellos desguasan el Estado y nosotros pagamos (el desguace). Nosotros levantamos la voz de los reclamos y ellos golpean y gasean los rostros desesperados.
Es el fin de cualquier metáfora, la culminación de toda alegoría. Es el momento de la consumación del robo de la esperanza. El final de cualquier ilusión de mejor vida. Pero son tan brutos, que no saben que el horizonte se corre a cada paso, que amanece cada día la utopía. Y que nuestra factura, ya está vencida. Y deberán pagarla. Con intereses.

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