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miércoles, 18 de abril de 2018

EL MÉTODO DE LA MENTIRA

Imagen de "Vaconfirma"
Por Roberto Marra

Cuando las razones estallan en la cara, suelen trastabillar las mentiras. Suelen, pero no siempre. No entre los funcionarios del gobierno nacional actual, que parecen tener una ceguera selectiva, la cual les permite elegir reacciones previamente estudiadas ante cada circunstancia. Los hechos dejan de serlo, por imperio de las necesidades corporativas de cada ministro-gerente. La verdad es superflua, porque los objetivos de sus negocios están siempre por encima de los intereses de la Nación.
Así, resulta casi “normal” escucharlos responder las requisitorias que se les haga con incoherencias que nada tienen de relación con la realidad ni con lo que se les pregunta. Las interpelaciones se convierten en actos vaciados de sentido práctico, ya que solo se presentan para exponer virtudes indemostrables y enojarse convenientemente cuando las preguntas no tienen posibilidad de ser respondidas.
Las formalidades de estos actos de supuesto “republicanismo”, patinan en el barro de la falta de capacidades de la mayoría de los legisladores, más proclives a escenificar sus participaciones verborrágicas para la tribuna que para el fin que (se supone) tienen estas audiencias. Los razonamientos solo se escuchan en muy pocos miembros de este Poder, que es manifestación imprescindible del mandato popular que se ejerce a través de sus voces.
Allí se ve, también, la expresión de la puja de sectores dentro de lo que se suele denominar “campo popular”. Con las bocas llenas de la palabra unidad, a la hora de hacerla efectiva, como acto de grandeza para la búsqueda de la salida de tanta vileza gubernamental, comienzan los devaneos sectoriales que imposibilitan avances reales ante la prepotencia de los “dueños de la pelota” y de “la cancha”, habituados a negar y ventajear, sabedores de la protección mediática y de los millones que respaldan sus mentiras.
Al final, todo se resuelve con declaraciones a la prensa, de tonos altisonantes, profundizando las falsedades y asegurando las divisiones entre los opositores (algunos no tan opositores), más preocupados en demostrar superioridades internas que en liderar la lucha por terminar con las consecuencias de las regresiones políticas y económicas que están sufriendo los perdedores de siempre.
Por otro lado (aunque no tanto), los programas televisivos siguen bajando linea sobre corruptos sin corrupciones demostrables, gritos destemplados pidiendo cárcel a sus enemigos ideológicos, jueces y fiscales siniestros elaborando truculentas aventuras en la búsqueda de culpabilidades imposibles.
Cuando todo eso se cae por el peso de tanta patraña acumulada, siempre se puede hablar de crímenes cometidos por asaltantes de poca monta, para tapar la verdad social con la basura vergonzosa del resultado de la miseria material y moral que ellos ayudan a crear. Con lágrimas fabricadas para las ocasiones, revestirán sus actuaciones con más mentiras, esas que les siguen estallando en sus caras de piedra, mientras piensan qué negocio podrán hacer mañana a costa de la misma claque de idiotas que los aplauden.

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