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martes, 20 de marzo de 2018

BOLETO PARA (NO) PASEAR

Imagen de "Periodismo Popular"
Por Roberto Marra

Uno de los primeros y más famosos temas de los Beatles fue “Boleto para pasear”, traducción del original en ingles “Ticket to ride”. En realidad, este título podría significar otras cosas, de acuerdo a esa característica del idioma de Shakespeare, de tener varias acepciones para una misma palabra. En este caso, “to ride”, a estar por los diccionarios de traducción al español, podría interpretarse como: viajar, montar, cabalgar, surcar o... tiranizar.
Y ya que de boleto estamos hablando, justamente en momentos en que se registra el enésimo aumento de su valor por aparte de la administración municipal de Rosario, podemos aprovechar los varios sentidos de aquella expresión angloparlante, para tratar de explicarnos esa seguidilla de incrementos del más popular de los medios de transporte.
Una en particular, tiranizar, resulta en especial aplicable a la actitud del ejecutivo municipal respecto al sometimiento de la población a las decisiones que afectan directamente la economía individual y familiar de los que menos tienen. Los aumentos de boletos son opresivos hacia los ciudadanos, derivan de actitudes prepotentes de los funcionarios que han sido elegidos en base a propuestas de mejores destinos para los habitantes de la ciudad, que terminan soportando decisiones arbitrarias, basadas antes en las ineptitudes de quienes las toman, que en las razones que balbucean para explicarlas.
Chocolate por la noticia, nos avisan que la causa principal es la inflación imparable que el (des)gobierno nacional ha desatado con sus recetas fondomonetaristas aplicadas con perversa unción. Sin embargo, salvo algunos quejosos momentos de discursos acalorados, no se ven planteamientos duros frente a tal situación derivada de las políticas nacionales. El Pueblo rosarino sigue siendo el convidado de piedra a este festín de pocos, donde las ideas no aparecen y las reacciones, son tan tímidas, que no se notan.
Esto se hace palpable en los dichos de la secretaria de Movilidad y Transporte municipal, Mónica Alvarado, cuando se preguntó, retóricamente: “Si los costos no son absorbidos por los usuarios, ¿por quién?”. Esta mercantilista forma de ver la realidad social, demuestra la incapacidad de cambios reales que puedan esperarse de estos improvisados, que no ven más allá de sus intereses de permanencia, ignorando en absoluto las afectaciones que se derivan de sus inoperancias.
Ahí es cuando hay que preguntarse qué es el sistema de transporte y para que sirve, cuestión nunca tenida en cuenta por los funcionarios de rápidas lapiceras para firmar aumentos y poco proclives (y poco capaces) a pensar la Ciudad como estadistas.
El sistema de transporte no es solo un servicio; es uno de los fundamentales factores de desarrollo económico y social. Este concepto se potencia en las grandes urbes como Rosario, puesto que la interrelación de todos los Ciudadanos y sus Instituciones burocráticas, económicas y sociales necesitan básicamente de la comunicación que el transporte público brinda.  
La rentabilidad del transporte urbano no debe buscarse en la ganancia especulativa del empresario concesionario, sino en la posibilidad de brindar el medio de comunicación que mantenga en movimiento el aparato productivo y social de la Ciudad. Este fin fundamental debe ser resguardado y asegurado por el Estado Municipal, privilegiando sin excusas a las necesidades de los Ciudadanos por sobre el “negocio”.
¿Qué pasa con los verdaderos beneficiarios del sistema? ¿De qué vivirían los empresarios comerciantes, industriales y de servicios si no existiera el transporte público? ¿No es acaso una función elemental para sus existencias, que trabajadores y clientes puedan llegar a sus establecimientos? ¿Qué aportan, de verdad, los más grandes y poderosos “dueños” de la economía local al sostenimiento de este medio urbano imprescindible? ¿No debiera ser la función social la preeminente en la toma de decisiones de quienes administran la cosa pública?
Otra careta más que se les cae a los pretendidos “socialistas”, transformados en temerosos representantes de las élites económicas, abandonando a sus suertes a quienes les votaron para mejorar sus vidas. Antes que eso, prefieren la genuflexión degradante ante el Poder, miserable forma de demostrar sus insolvencias morales, mientras los demás buscamos la traducción más apropiada a nuestra realidad para aquel viejo tema de los grandes de Liverpool. Aunque ya descubrimos que el boleto, “para pasear”, seguro que no es.

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