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lunes, 4 de diciembre de 2017

¿“VERDADEROS PERONISTAS”?

Imagen de "Crónica"
Por Roberto Marra

El General Perón dio a luz una doctrina que modificó para siempre a la Argentina. El mismo creador aseguraba que su concepción se derivaba de las múltiples manifestaciones ideológicas que trataron de dar respuestas a las exigencias de los trabajadores, los actores postergados de la sociedad capitalista, que les negaba derechos que a todas luces asomaban como naturales.
Esa doctrina se expresó, en forma práctica, en una serie de valores que conformaron lo que se conoció como “Las veinte verdades peronistas”, un decálogo que dejaba en claro las bases filosóficas y los objetivos que se proponían para generar una nueva sociedad, que en un punto expresa con meridiana claridad: “Queremos una Argentina socialmente Justa, económicamente Libre y políticamente Soberana”.
Con esa base doctrinaria, no resulta muy difícil determinar quienes son y quienes no son peronistas. Porque por fuera de esa ironía de que “todos somos peronistas”, propia de la inteligencia de Perón y mal apropiada por ineptos personajes, la pertenencia a esa ideología no puede eximir a nadie de respetar a rajatabla esos conceptos básicos que la sustentan.
Pongamos el ejemplo del gobierno de Menem. ¿Donde quedó la soberanía política entonces, cuando se prestó a seguir las órdenes del Imperio en cualquier materia? ¿Cual fue la libertad económica de la Nación, sometida genuflexamente a las decisiones del FMI y las corporaciones? ¿De qué justicia social podría hablarse, cuando se llevó a límites impensados la pobreza y el abandono de millones de personas?
La conclusión es clara y contundente: no se es peronista solo por tener un carnet del Partido Justicialista, sino por responder a aquellas verdades que conforman su base de pensamiento y lúmen de sus objetivos.
En el presente oprobioso que transitamos, otros simuladores también intentan convencer de sus pertenencias justicialistas, desmentidas tajantemente por sus acciones. Gobernadores, senadores y diputados, que lograron sus cargos a través de una estructura política que expresaba ideales de aquel orígen, terminaron dando vuelta sus concepciones.
Sin ponerse colorados, le aseguran “gobernabilidad” a un gobierno antinacional, entregador de soberanía, sometidos a una economía insustentable y destructor de los más elementales derechos sociales. Con tal de mantener sus sucios espacios institucionales, prostituídos por las prebendas del Poder, atacan sin piedad a quienes les dieron la posibilidad de ser lo que son, seguro que sin merecerlo.
Yo soy peronista, peronista de Perón”, dicen muchos de estos energúmenos, mientras ayudan a destruir las bases doctrinarias que ni siquiera conocen o, lo que es peor, recitan sin comprender para demostrar pertenencias imposibles.
Camaleones políticos sin pudor, estos Judas modernos sabrán mentir sus pertenencias para mantener el rinconcito miserable que les entregó el Poder para traicionar al Pueblo que los eligió y, desde allí, destruir a los verdaderos representantes de aquella noble Doctrina. Eso sí, siempre en nombre de su inventado, falso pero lucrativo, “verdadero peronismo”.

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