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miércoles, 25 de octubre de 2017

EN EL MEDIO... DE LA NADA


Por Roberto Marra

No hay nada tan fácil como decir que no se está ni con uno, ni con otro. En cualquier circunstancia, permite “zafar” de definiciones comprometidas con determinadas posiciones ideológicas, evitando así ser maltratado por el Poder de turno (que, en realidad, es permanente). Claro que además, esta forma de no-compromiso suele ser muy redituable.
Por estos tiempos políticos, han aparecido algunos de estos personajes supuestamente caminadores de esa llamada “avenida del medio”, que ni es avenida, ni está en el medio. Así como el número cero, al que uno puede tender a llegar desde un lado o del otro de la escala, pero que en el instante mismo en que se pasa por él, ya se está del otro lado, así también sucede con lo ideológico: o se está de un lado, o se está del otro.

Después están los matices, que suavizan o irritan las posiciones, pero que no terminan de definir una alternativa demasiado diferente a la expresada por uno de los dos lados. Y así transcurren sus vidas políticas (generalmente cortas) estos representantes de la nada ideológica, a la medida de las necesidades de un Poder que todo lo determina, incluso la generación de su propia supuesta “oposición”.
Paradójicamente, los hay por derecha y por izquierda, intentando convencernos que han descubierto la cuadratura del círculo. Impolutos por donde se los mire, sabrán esquivar el bulto a las definiciones profundas, con vaguedades que les aseguren el beneplácito de los dudosos eternos, siempre proclives a no creer en nada ni en nadie, salvo en el que nada dice.
Estigmatizadores profesionales, sostendrán sus ataques hacia los supuestos ambos lados de su pensamiento pero, no casualmente, terminarán siempre en un apoyo solapado a quienes, en realidad, sirven con sus aparentes medias tintas. Ahí es cuando sus tendencias ambivalentes desaparecen, para mostrar por fin sus fauces lobunas detrás de sus pieles de corderos.
Los medios aprovechan a estos mediopelos ideológicos, ya que también viven aparentando una ecuanimidad que, a poco de rascar en su pátina de verdades ilusorias, se descubren tan engañosas como sus invitados de la falaz “avenida del medio”.
Suelen desaparecer por un tiempo estos personajes, para revivir cada vez que el poder necesite frenar algún “rebrote populista”. Allí resurgen con más ímpetus, para cumplir con su nefasto ciclo de retardo de la historia. Una historia que, tarde o temprano, suele llevarse por delante a estos negadores de la realidad. Una realidad que, seguro, nunca podrá transitar por ese quimérico camino del medio.

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