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lunes, 11 de septiembre de 2017

MAESTROS DE LA VIDA

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Por Roberto Marra

La humanidad se ha ido dando diversas formas de difusión de los conocimientos acumulados a lo largo de la historia, con el fin de lograr el avance hacia muevos y mejores desarrollos materiales y espirituales. Pero para hacerlo, ha necesitado siempre, desde tiempos inmemoriales, de una figura fundamental: el maestro.
Son esas personas capaces de trasladar ese bagaje esencial que conforma a los individuos como seres sociales. Son quienes, en la mayoría de los casos, se convierten en guías morales para el acceso a ese mundo nuevo de realidades que nos afectarán en el devenir de nuestras vidas.
Es mucho lo que se espera de un maestro, porque los objetivos de los procesos educativos son (o debieran ser, en todo caso) la superación permanente de la Sociedad. No se trata solo de enseñar a sumar, restar, multiplicar y dividir. No es solo transmitir lenguaje, historia, geografía, o biología. Es el desarrollo de la capacidad cognitiva de cada alumno la misión del maestro, con el fin de impulsar el interes por la superación permanente, en lo individual y lo colectivo.
El maestro es guía, referencia, base, ejemplo y fundamento en la conformación de las nuevas generaciones. Es el engranaje mayor en la cadena de reproducción social y la construcción de la historia. Es el alma de un proceso destinado a generar el crecimiento material y moral de la Nación.
Claro que todo eso es un ideal no siempre cumplido. De eso se encargan quienes detentan el Poder Real, siempre proclives a elaborar estrategias de dominación que incluyen a la educación como el básico elemento formativo de una sociedad que responda a sus objetivos corporativos y de clase.
En ese camino, van imponiendo metodologías y programas de enseñanza para sus fines sectoriales, además de estigmatizar a los docentes que no acepten sus designios, provocando una decadente consideración de la población sobre ellos.
Pero los verdaderos educadores siempre se plantan ante los poderosos, hasta hacerlos retroceder, retomando los eternos sueños de Juana Manso, Rosario Vera o las hermanas Cossettini. Son las maestras y los maestros que dejan sus vidas por el noble fin de terminar con la ignorancia y construir conciencias libres, únicas capaces de crear sociedades dignas, justas y solidarias.

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