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miércoles, 23 de agosto de 2017

DETRÁS DE LA DULZURA

Imagen de "Red 92"
Por Roberto Marra

Siempre nos atrae lo dulce. Un caramelo, un bombón, una torta o un helado, nos produce placer aún sin probarlos. Imaginamos sus sabores y ya satisfacemos nuestros sentidos. No por nada, a las personas que trasuntan imágenes placenteras, que hablan con tonos suaves y cadencias pausadas, les llamamos “dulces”.
En esos conceptos han abrevado los constructores de imágenes del macrismo, para presentar una figura como María Eugenia Vidal. Un aspecto lánguido, una mirada de gesto complaciente, un hablar pausado y vestimentas de colegiala religiosa, conforman esta representación de una realidad virtual aceptada masivamente como cierta.
Como todo lo que construye el neo-poder imperante, se trata solo de una cáscara sostenida mediáticamente como lo que no es, destinada a cautivar a los electores con poses dramáticas y convicciones nulas, pero de un enorme poder de “encantamiento” social. Especie de “tia buena” asexuada, con aparentes religiosidades sin correspondencia en sus actos reales, pone alta la vara en la competencia de hipocresías vendidas como certezas políticas.
No es menospreciable su poder de convencimiento, pero es detestable, para quienes no vemos solo la piel de las cosas. No puede soslayarse su histriónica forma de relacionarse con los más débiles de la sociedad, pero no puede pasarse por alto el trasfondo falaz de esta puesta en escena destinada a cooptar voluntades votantes y convertirlas en políticas antisociales apenas abiertas las urnas.
Inútil será tratar de convencer a sus admiradores de sus verdaderos objetivos. Infructuoso será mostrar la realidad oscura de este personaje de vuelo corto, pero eficaz. En vano mostraremos las pruebas de sus deshonestas formas de gobernar y sus desprecios hacia quienes le siguen. El Poder lo sabe y elige sus representantes con eficacia. Preparan las estafas electorales con adiestrados personajes que transfiguran sus personalidades con tanta facilidad como sus vestidos.
Preparan ahora un destino superior para este Frankenstein con polleras largas, miradas vacias y palabras edulcoradas. Necesitan darle continuidad a este modelo hambreador de las mayorías y enriquecedor del nucleo concentrador de las riquezas ajenas. Acomodan todavía más sus discursos de caramelo, escondiendo la amarga hiel de la mentira que, demasiado tarde, descubrirán tras el angelical rostro de esta impiadosa Heidi bonaerense.

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