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martes, 1 de agosto de 2017

DERECHOS O NEGOCIOS

Imagen de "En orsai"
Por Roberto Marra

Es más que conocida la frase de Evita: “donde hay una necesidad, hay un derecho”. Está implícito en ella uno de los grandes paradigmas para desarrollar un proyecto social que implique el fin de la desigualdad y la construcción de la equidad, como eje para transformar la vida de millones de excluídos por imperio del dominio económico que ejercen las minorías apropiadoras de sus esfuerzos.
Sin embargo, fruto del innegable poder que estas minorías poseen, acompañado y sustentado por un sistema comunicacional acorde a esos objetivos de dominación absoluta de la sociedad, se ha terminado por imponer un concepto totalmente opuesto al expresado por aquella sentencia tan clara y real. Ahora, estos negociantes de las vidas ajenas, ladrones de las esperanzas y utopías populares, han establecido que: “donde hay una necesidad, hay... un negocio”.

No puede ser de otra forma, cuando vemos el apoderamiento de cuanta oportunidad de negocios se abre cada vez que desde el Estado se debe brindar un servicio, administrar bienes, construir infraestructuras, generar proyectos de desarrollo urbano o regional, o suministrar los más básicos elementos destinados a resguardar la salud, la educación y la producción.
La privatización de casi todo es el deseo y la meta de quienes generan y sostienen estos procesos económicos nefastos para las mayorías, pero de enormes ventajas para esas minorías escasas de escrúpulos. Mediante licitaciones o por contrataciones directas, las estafas al Estado son permanentes, porque todo está amañado y amparado mediante la presencia de los mismos actores de ambos lados del mostrador.
Los derechos son, ahora, simples ocasiones de negocios para los dueños del Poder. Los acompañan algunos de quienes, tiempo atrás, decían defender la justa sentencia de aquella líder popular. También ellos forman parte de este circo destinado a entretener con ilusiones vacías a los cada vez más empobrecidos ciudadanos.
Tanto han influído en las conciencias populares estos señores privadores de derechos, que se aceptan ya como naturales sus pérdidas, obnubilados por promesas vanas de futuros con ridículos derrames de beneficios que serán, siempre, simples zanahorias para avanzar sin ver hacia nuevos quebrantos de derechos. 

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