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viernes, 28 de julio de 2017

VENEZUELA Y LA COMPLICIDAD PERIODÍSTICA

Imagen de "davidson.cubava.cu"
Por Roberto Marra

Cada día, los medios nacionales e internacionales exponen a Venezuela como una dictadura feroz y sangrienta. Recurren exclusivamente a las fuentes de la “oposición” al gobierno chavista, ignorando absolutamente cualquier opinión en contrario del gobierno o de observadores con otra orientación ideológica. Asumen el rol que han tenido siempre ante cada experiencia popular en todos los rincones del Mundo, porque forman parte del Poder hegemónico que alimenta los golpes y levantamientos contra todo tipo de gestión liberadora de la justicia social.
Del mismo modo en que aquí se acusa y dictamina sin otro trámite que la exposición mediática de casos inexistentes con culpables previamente sancionados, para los hechos políticos de otras naciones también aplican sus juicios súper expeditivos, asegurando a la audiencia lo que jamás investigaron ni nunca les importó hacerlo.
No es la justicia, ni la libertad, ni los derechos humanos, ni la pobreza, ni la falta de desarrollo lo que les hace actuar así. Es justamente lo contrario. Es la posibilidad de que las decisiones de los gobiernos dejen de ser dirigidas por quienes se han arrogado el derecho místico de imponer sus voluntades supremas.
Peor aún que las payasadas de los Lanata y compañía, provocadores a sabiendas de los resultados de sus andanzas mendaces, son las tibiezas de otros periodistas, aquellos de quienes esperamos el compromiso que siempre tuvieron con la transmisión de la realidad.
Agudos analistas recurren también a desarrollar teorias alejadas de la defensa primaria de los Pueblos, más interesados en demostrar capacidad intelectual propia que las realidades de estas experiencias populares, que necesitan del apoyo ahora, antes que se las destruya del todo en nombre de una libertad que será solo la de los poderosos del Mundo para conquistar otra Nación más.
Si cae el gobierno legítimo de Venezuela por impulso de esta ola neoliberal y genocida, no será nada más que el fin de un gobierno. Será el triunfo de la muerte, del odio irracional, de la ilegalidad consagrada, del destino fatal de las utopías. Y será, también, otro paso más en la degradante decadencia periodística, cómplice y falaz herramienta para matar la esperanza de los Pueblos.

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