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lunes, 24 de julio de 2017

EL DESPIADADO ATAQUE A LOS NIÑOS

Imagen de "El Informador"
Por Roberto Marra

Puede uno pensar que no es posible, para alguien acostumbrado a mostrar bajezas y perversiones periodísticas a menudo, encontrar otras que superen sus propios records. Pero sí es posible, dado el carácter asumido por esos degradados comunicadores, donde el escarnio, la mentira, el exabrupto y la liviandad investigativa (si es que hay alguna investigación), asumen el principal rol en sus teatralizaciones televisivas.
La búsqueda fanatizada de elementos que permitan afirmar lo que no existe como real, lo que no se ve como evidente y lo que no tiene respaldo en prueba alguna como probado, encuentra siempre resultados para sus discursos facistas, donde la xenofobia y el odio de clase se manifiesta con el furor sanguinario que sus pertenencias corporativas y sus cerebros sometidos les indican.
La utilización de niños para esas repugnantes comedias pseudo-periodísticas, llevan sus actuaciones a convertirse en delitos aberrantes contra la condición humana de los menores, utilizados como herramienta marketinera para elevar sus audiencias, tan miserables como los propios conductores cuando aceptan mansamente el abuso virtual y real sobre los más indefensos miembros de la sociedad.
No les importarán las leyes ni las desmentidas. No mostrarán jamás las otras verdades. No permitirán nunca la defensa de esos minusválidos de amor y familia, mostrados como despiadados “hombres” malos de 10 o 12 años, asesinos de muertes y robos virtuales, resaca a la que hay que extirpar de la inmunda “sana sociedad” que ellos construyen con falsedad brutal.
Extenderán sus falacias por la red cloacal de las mentiras diarias, en repetitivos programas donde lacras de diversas especies se arrogan el derecho de juzgar lo que no conocen ni les importa, como no sea para exibirse como eruditos de la nada, fantaseada como sensateces imposibles.
Mientras tanto, lejos de las encandilantes luces de los estudios televisivos, acurrucados en los rincones oscuros a los que fueron arrojados por la sociedad que ahora se rasga las vestiduras por sus supuestas malas acciones, se van muriendo muy rápido esos “niños silvestres” que, al decir de Serrat, son solo “niños sin niños, indefensos y asustados, que aprenden a fuerza de palos, como las bestias, a sobrevivir”.

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