PRISIONEROS

Imagen de Letras Libres

Roberto Marra

El Poder Judicial que, se supone, vela por el resguardo de la vida y los bienes de toda la Sociedad, viene dando muestras de una orientación más bien contraria, cuando de sus fallos o dictámenes surgen andanadas de improperios jurídicos, persiguiendo inocentes, castigando a los débiles, suprimiendo derechos, alargando los tiempos procesales, encubriendo delitos de los poderosos e, incluso, desconociendo a la propia Constitución que lo sostiene como uno de los Poderes del Estado.

Con anuencias de este tipo de jueces se mantiene prisionera a  Milagro Sala, a través de una acusación nueva cada vez que el Gobernador In-Morales lo requiere para continuar con su venganza personal. La venalidad de la Jueza actuante es hasta obscena, cuando se descubren complicidades con los otros poderes para asegurar el castigo dispuesto ya antes de cualquier audiencia o sentencia.

Es hasta redundante hablar de las persecuciones políticas, utilizando al Poder Judicial, que está realizando el Ejecutivo Nacional desde su asunción. Jueces, camaristas y fiscales, todos ellos embarrados en el fango de la mentira organizada para sostener un régimen económico de saqueo al Estado, del que se apoderaron aquellos que aborrecen del mismo cuando los gobiernos son sus detestados “populistas”.

El robo de una milanesa, resulta más grave que el desfalco a toda una  Nación. Un carterista es más perseguido que aquel que evadió centenares de millones en guaridas fiscales. Una protesta callejera merece mucha más represión, que la violación masiva de “nenes bien” a una joven indefensa. Una moneda manoteada por un niño de la calle, se reprueba mucho más que el saqueo del Fondo de Garantías del Anses.

Una sociedad adormecida o ignorante, a merced de la publicidad de fantasías  elucubradas por un patotero, se indigna ante la violencia del narcotráfico, pero mira hacia otro lado cuando se descubren a los mandantes de esos miserables, siempre asociados a quienes detentan el poder real, ese que nos maneja el presente y pretende arrebatarnos el futuro. Mientras, el periodismo, lejos de mostrarnos esa realidad, la esconde bajo la alfombra de su inmoralidad, atestados de dádivas de orígenes dudosos, intentando conservar sus lujos de estrellitas fugaces en las pantallas deshonestas.

Así estamos, prisioneros de imposiciones perversas y temores amenazantes, convertidos en meros espectadores de nuestra propia ruina y de la destrucción de la Nación. Presos del olvido, tras las rejas de la pobreza material y espiritual, esperamos por la Justicia de un cambio, que solo es un regreso al pasado.