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miércoles, 8 de febrero de 2017

LA FARSA MEDIÁTICA

Imagen de Pablo A. Chami
Por Roberto Marra

Los medios de comunicación se han ido convirtiendo, cada vez más, en medios de desinformación, al elevar al rango de noticias importantes a hechos casi irrelevantes, o tratar los relevantes como meros pasatiempos ficcionales. La intencionalidad de esta conformación de los procesos informativos no se basa en simples deseos de los editores a cargo de elaborar las notas. Tampoco nacen de la necesidad de llenar paginas (u horas, en la televisión) simplemente para justificar la venta de publicidad.
Los “medios” son los actores más importantes de los últimos tiempos en esto de conformar nuevas conciencias, en diseñar nuestros pensamientos a medida de los deseos de quienes, en realidad, necesitan y ordenan tales concepciones comunicacionales. Que no son otros que los dueños del Poder Real, ese que monopólicamente decide los destinos de millones, con el único e irrenunciable interés de elevar infinitamente sus fortunas.
En eso están ahora, como siempre, pero exacerbados por sus éxitos políticos, al haberse apoderado del gobierno a través del uso, justamente, de esos medios. La mentira corre por sus noticieros como el dinero por los bolsillos de los emisores, perversos intermediarios que no merecen el honroso título de “periodistas”. Sin reparar en los daños profundos a la sociedad que provocan sus diatribas, redoblan sus apuestas en fantasías jamás probadas, ni siquiera corroboradas por los cómplices fundamentales en este proceso de desmantelamiento del conocimiento: el Poder Judicial.
Mantenerse en el poder requerirá cada vez de mayores mentiras. Y el engaño solo podrá continuar, mientras sean capaces de anular la capacidad de reflexión de cada uno de los televidentes y lectores, quienes se han convertido, por estos tiempos, en los principales difusores de las falsedades escuchadas, tal vez creyéndose parte de un poder del que nunca obtendrán más que promesas imposibles de cumplir.
Lejos de comprender la realidad, gracias a tanta farsa mediática, habrán de caer también en el fango de la pobreza que no se irá por otros 20 años, según lo explicado por los autores de la ficción política en la que sobrevivimos. Lo extraño, lo verdaderamente raro, es seguir escuchando a los propios nuevos empobrecidos decir que “ya no se podía más”. Sin embargo, sí. Sí se pudo. Y sí se puede.

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