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lunes, 12 de diciembre de 2016

EL APRENDIZ DE LA MENTIRA

Imagen Ssociólogos
Por Roberto Marra

Algunos aprendices de periodistas dramatizan sus expresiones a la hora de definir situaciones o hechos, de manera de resaltar sus supuestas virtudes y, sobre todo, quedar bien con el Dios (mercado) y con el diablo (gobernante). En muchos casos se llega al absurdo de asegurar contextos o acontecimientos, aquí o en otros países, que jamás existieron.
Venezuela suele ser de los blancos preferidos de estos aprendices, por ser uno de los casos paradigmáticos para el Imperio en su intención de demoler la experiencia de Gobiernos populares sucedidos en la última década y media. Hablar de “desgobierno”, o “anarquía”, o “falta de libertad” es común para estos neófitos con pretensiones de Pulitzer.
Este tipo de falsedades, que el mismo aprendiz de periodista repite como loro después, seguramente, de haber leído algunos de los pasquines yanquis con los cuales se debe informar, no hacen más que demostrar que, detrás de alguna pátina pseudo-progresista, se esconden muchas veces, aquellos que trabajan para los enemigos de los pueblos. Incluso, a veces, sin que ellos mismos lo entiendan.
Las palabras utilizadas por el aprendiz de periodista son las que también usan los politiqueros golpistas de Venezuela, como Capriles o Ramos Allup, y que se repiten hasta el cansancio en los canales de televisión de los poderosos sublevados contra el Estado venezolano, en la propia Venezuela y en Miami, lugar desde donde tienen origen los ataques económicos y financieros a aquella Nación.
Claro que no vamos a pretender que el aprendiz de periodista acepte estos conceptos, siendo, como se les suele notar, uno de los tantos presumidos “izquierdistas” que pretenden tener la verdad revelada, vaya a saberse por quien, acerca de todo lo que suceda en el Mundo. Desde ese “saber superior” nos habla y explica todo, con la apariencia de quien sabe mucho menos de lo que dice, pero que lo expone, siempre, con la altivez y el cinismo de un pedante. Con la misma vileza se dirige a sus entrevistados, sobre quienes, capciosamente, sugiere sospechas de mendacidad.
Tal vez pretenda, con ello, construir un personaje televisivo para futuros programas que lo tengan de figura “estelar”. Tal vez sea solo una táctica para descolocar a sus interlocutores y ganar ventaja en las discusiones que se generen. O tal vez se trate de simple incompetencia.
Por la razón que fuere, la diseminación de tantas mentiras solo favorece a los poderosos, que las necesitan para alimentar el odio y el revanchismo de los pueblos hacia sus mejores líderes. El aprendiz de periodista termina siendo, más por conveniencia que por ignorancia, una de sus voces.

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