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lunes, 17 de noviembre de 2014

“INFLACIÓN O DESOCUPACIÓN”

Por Andrés Asiain*

Desde que el economista William Phillips publicó su artículo “La relación entre el desempleo y la tasa de variación de los salarios monetarios en el Reino Unido, 1861-1957”, la idea de la disyuntiva entre la estabilidad de los precios y un bajo nivel de desempleo (“Curva de Phillips”, en la jerga académica) dominó gran parte del pensamiento económico de los países centrales. Aceptada por casi todas las corrientes de ideas económicas, las diferencias entre ellas giran en torno de las causas del fenómeno y la inclinación a sacrificar el empleo o la estabilidad de precios. Los sectores ortodoxos tienden a priorizar una baja inflación aun a costa de un elevado desempleo, con posiciones extremas que llegan a preconizar la naturalidad del desempleo y amenazan con una espiral inflacionaria a quien intentara bajarlo. En contraposición, la prioridad de la heterodoxia pasa por mantener un bajo nivel de desempleo, aceptando cierta inflación como mal menor.
Como tantos otros acalorados debates entre diversas escuelas económicas del Centro, el dilema de elegir entre inflación o desocupación desembarcó en Argentina dividiendo aguas entre economistas. Ortodoxos y heterodoxos se aferran a las banderas de la estabilidad de precios o del empleo, haciendo caso omiso de una realidad económica nacional que no encaja en ninguna Curva de Phillips. A modo de ejemplo, los históricos planes de estabilización ortodoxos de la etapa de industrialización, con sus dosis de devaluación y suba de tarifas, generaban elevadas tasas de inflación junto a caídas de la actividad económica y el empleo. En contraste, el plan heterodoxo de Gelbard logró combinar un importante descenso de la inflación con niveles de pleno empleo. El derrumbe del gobierno de Alfonsín fue acompañado de una hiperinflación con una actividad y empleo en baja, mientras que el ocaso de la Convertibilidad combinó desempleo record con precios que descendían.
Persistiendo sobre la confusa relación inflación y desempleo que muestra la historia económica nacional, en la última década resurgieron los intentos de dividir aguas entre heterodoxos y ortodoxos de acuerdo con la opción por uno u otro. Es así como las críticas conservadoras a las políticas económicas del kirchnerismo se centraron en la excesiva emisión que provocaría una elevada inflación. Por contraste, algunos heterodoxos cercanos al oficialismo justificaron la suba de los precios como una consecuencia natural de una economía en rápido crecimiento que había reducido bruscamente el desempleo.
Ambos planteos introducen una falsa dicotomía entre inflación y desocupación en la sociedad argentina, regalando a la ortodoxia una bandera de estabilidad de precios que no se condice con sus planteos inflacionarios de devaluación y aumento de tarifas. Desde la heterodoxia es tiempo de quitarse las anteojeras de Phillips y discutir propuestas que enfrenten la problemática inflacionaria, tomando en cuenta sus elementos inerciales y el impacto sobre ellos de los saltos en el precio de los alimentos, el dólar o las tarifas. Sólo así, el debate en torno de la inflación podrá superar el monocorde discurso en torno de la emisión monetaria que le imprimen los sectores conservadores, y que mantienen pese a que la evidencia económica de este año muestra la convivencia de una menor emisión con una aceleración de la tasa de aumento de los precios.
*Publicado en Página12

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