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Alan Blinder es profesor de la Universidad de Princeton (EE UU) y ex
vicejefe del Comité de Gobernadores del directorio de la Reserva Federal
durante la administración Clinton. Blinder es referencia obligada en teoría y
práctica neoliberal aplicada al funcionamiento de una banca central. Su
bestseller se titula justamente así: "Central
Banking in Theory and Practice", publicado en 1998 por la editorial de
la MIT, biblia contemporánea de los defensores/promotores mundiales de la tesis
de un Banco Central "independiente". Es importante recordar que si
bien dicha tesis no es patrimonio exclusivo del conservadurismo argentino, al
conservadurismo argentino se le va la mano en eso de buscar aprobación y
respaldo extranjero al precio que sea. A quienes todavía pretenden persuadirnos
que un BCRA "independiente", en lugar de una simple tesis neoliberal
(tesis = opinión de alguien sobre algo), es una imposición celestial
eternamente irrefutable, vayan las confidencias de este ultraconservador ex
funcionario de Clinton (aunque por momentos ostensiblemente más marxista que
Kicillof y la presidenta juntos).
¡INDEPENDENCIA! Para Blinder,
"la independencia del Banco Central significa dos cosas: primero, la
libertad para decidir cómo lograr sus metas y, segundo, que sus decisiones sean
muy difíciles de revertir por parte de cualquier otra rama del gobierno".
Acto seguido, nos aclara: "Cuando digo que un Banco Central independiente
tiene considerable libertad para decidir cómo alcanzar sus metas, no significa
que el banco pueda definir los objetivos por sí mismo. Por el contrario, en una
democracia parece totalmente adecuado (sic) que las autoridades políticas
establezcan sus objetivos y luego instruyan al Banco Central a
perseguirlos". Se trata, nos revela, de "la terminología sugerida por
Fischer (1994)", donde "el banco debe tener independencia de
instrumentos pero no independencia en las metas"."¿POR QUÉ NECESITA SER INDEPENDIENTE UN BANCO CENTRAl?". Eso se pregunta Blinder. Su respuesta: "La política monetaria, por su propia naturaleza, requiere de un horizonte de largo plazo. Una de las razones es que sus efectos en la producción y en la inflación se verifican pasado un largo intervalo de tiempo, y por tal motivo los políticos no ven los resultados de sus acciones sino transcurrido un gran lapso". Y ahora lo más sustancioso: "Pero los políticos de los países democráticos –igual para los antidemocráticos– no son conocidos por la paciencia ni por los horizontes a largo plazo. Tampoco los medios de comunicación ni el público. Siquiera ninguno de ellos comprende cabalmente que los beneficios de la política monetaria tardan en llegar. Entonces, si los políticos adaptan la política monetaria a una base diaria, la tentación de alcanzar ganancias a corto plazo a expensas del futuro (es decir, inflación elevada) resultará difícil de resistir. Siendo conscientes de esto, muchos gobiernos sabiamente intentan despolitizar la política monetaria, por ejemplo, poniéndola en manos de tecnócratas no elegidos (unelected technocrats) con cargos administrativos duraderos y aislados de la turbulencia de la política".
"LOS BANCOS CENTRALES NO PUEDEN SER OLIGARQUÍAS AUTO-PERPETUADAS". El sincericidio antidemocrático del apartado anterior obliga al autor a dedicarle un subcapítulo entero de su libro a la insalvable contradicción "democrática". Arranca así preguntando: "¿Acaso no hay algo profundamente antidemocrático en independizar del control político a un Banco Central? ¿Acaso asignando tanto poder a tecnócratas no elegidos (por el pueblo) no se contradice algunos de los principios fundamentales de la teoría democrática? Mi respuesta es: no necesariamente (¡sic!)". ¿No necesariamente? Para resolver tan notable incongruencia, Blinder enumera una serie de salvaguardas entre las que destacamos: 1) "Los objetivos básicos del banco son definidos por los políticos electos, no por tecnócratas no elegidos"; y 2) "Los cargos principales del Banco Central deben ser designados políticamente". ¡Que la fisiocracia criolla tome nota! Y por las dudas siga sin comprender, sírvase a continuación de un ejemplo personal brindado por el mismísimo Blinder: "Cuando ingresé al Directorio de la Reserva Federal en 1994, lo hice por designación del Presidente Clinton, uniéndome a otros cinco hombres y mujeres que a su vez habían sido nombrados por los presidentes Reagan o Bush. Ninguno de nosotros jamás había sido elegido para nada; pero Bill Clinton, George Bush y Ronald Reagan sí lo fueron... Los Bancos Centrales no pueden ser oligarquías auto-perpetuadas". ¿Dirán ahora que Blinder es, como el ex presidente Carter, un lobbista de la revolución bolivariana?
"INDEPENDENCIA DE LOS MERCADOS FINANCIEROS". Prosigue el ex funcionario chavista de Bill Clinton: "Existe otro tipo de independencia que, igual de importante que la tradicional, es raramente discutida: independencia de los mercados financieros (¡sic!). Ahora bien, en un sentido literal, independizarse de los mercados es tan indeseable como imposible de conseguir... (Por el contrario) Cuando me refiero a la 'independencia' de los mercados me refiero a algo muy diferente. Los banqueros centrales suelen ser tentados de 'seguir a los mercados'... Vivir en un Banco Central durante un tiempo me enseñó cómo surge esta tentación. Los banqueros centrales son solo seres humanos (gracias por aclarar, Alan); quieren ganar puntajes altos sea quien sea que esté calificándolos... Los mercados proporcionan una especie de máquina gigante de bio-retroalimentación (sic) que supervisa y evalúa públicamente la actuación del Banco Central en tiempo real. Así que, naturalmente, los banqueros centrales se colocan a disposición de los mercados para su evaluación inmediata o, por el contrario, reciben lanzada en sus rostros y de forma constante tal evaluación. Seguir a los mercados puede ser una buena manera de evitar sorpresas financieras inquietantes, que es en sí mismo un fin legítimo". Y ahora el marxismo clintonista en su máxima expresión: "Pero me temo que esta tendencia (una ilimitadamente mercadista) puede producir una política monetaria bastante pobre y por varias razones. Una es que los mercados especulativos tienden a correr en manadas y a reaccionar exageradamente a casi todo. Los banqueros centrales necesitan ser más cautelosos y prudentes. Otra es que los mercados financieros parecen extremadamente susceptibles a las burbujas especulativas... Los banqueros centrales deben inocularse contra los cantos de sirena y mantener su foco en lo fundamental... Si el Banco Central se esfuerza demasiado para complacer a los mercados, es probable que tácitamente adopten como propios sus horizontes extremadamente cortoplacistas. Esto puede provocar el fenómeno del 'perro persiguiendo su cola', fenómeno en el cual el mercado reacciona (o reacciona exageradamente) a las percepciones sobre lo que podría hacer el Banco Central, y el Banco Central recurre a los mercados para orientarse sobre cómo debe responder...". Luego, un cierre magistral: "Los mercados cuando son amplios, profundos y fluidos son vistos como repositorios de enorme poder y sabiduría. En mi opinión personal, su poder está más allá de toda disputa, pero su sabiduría es algo dudosa."
METAS DE INFLACIÓN. ¿Cómo que no son sabios los mercados? ¡Tranquilos!, señores y señoras del conservadurismo criollo. ¡Tranquilos! Por más chocantes que resulten sus conceptos y definiciones, síganlo a Blinder que no los va a defraudar. En efecto y a modo de cierre de su trabajo, el autor nos aclara que "para ser independiente, un Banco Central debe tener la libertad de hacer aquello que es políticamente impopular". Para quienes apostamos por un proyecto político de justicia social, independencia económica y soberanía política, no hay políticas impopulares sino anti-populares. Y allí es justamente donde ingresamos a las mundialmente conocidas "metas de inflación". A propósito y luego de desbancar uno de los principales pilares de la tesis neoliberal de un Banco Central "independiente" (explica Blinder que "la notablemente negativa y aparente correlación entre la independencia de un Banco Central y la inflación no es tan robusta"), Blinder nos provee tres soluciones al "problema inflacionario". La más importante de ellas es la "reputación": "Rogoff (ex economista jefe del FMI) ha sugerido inteligentemente que, de existir un problema inflacionario en la política monetaria, la cura estaría en el nombramiento de banqueros centrales aún más 'conservadores'... De hecho, en el mundo real el sustantivo 'banquero central' prácticamente clama por el adjetivo 'conservador'. Rogoff sugiere que los políticos deben seleccionar deliberadamente los banqueros centrales que son más reacios a la inflación de lo que la sociedad es en su conjunto."
LA VARIABLE MARCIANA. Salvo logremos introducir marcianos en el directorio del BCRA, sus autoridades serán siempre mamíferos terráqueos de la especie homo sapiens. Partiendo de esta premisa y en el caso particular de la Argentina, los descendientes de los chimpancés candidatos a ocupar un cargo en dicha institución deberán ser necesariamente argentinos. Los descendientes de los chimpancés argentinos –como los de cualquier otra nación– nacen, crecen y mueren en el planeta Tierra. Están sujetos a sus vicisitudes e influencias. Por más independiente que una institución se proclame o pretenda ser, su supuesta asepsia técnica y política (léase, autonomía) constituye una mentira tan descomunalmente grande como el mismísimo cosmos que nos contiene. Incluso y suponiendo un BCRA cooptado por marcianos, los marcianos dependerán de sus respectivas doctrinas dominantes marcianas. En consecuencia, queda demostrado desde un punto de vista cosmo-antropológico que una "independencia" absoluta del BCRA (respecto del ser humano) resulta un imposible. Descartada la variable marciana, ascendamos un peldaño más en la contra-tomadura de pelo y, en un esfuerzo por comprender los razonamientos de Prat Gay, Mauricio, Massa y Sanz, aceptemos que es posible un BCRA al menos parcialmente "independiente" (de algunos sí, de otros no). Razonemos pues.
EL DIOS MERCADO, MASSA Y FRIEDMAN. Blinder nos enseña: "El Banco Central debe tener independencia de instrumentos pero no independencia en las metas." Las "metas de inflación" son las metas que el conservadurismo en el poder (el mercado) dictamina para el Banco Central y que políticos títeres, jueces títeres y medios títeres protegen del desborde social. Como las "metas de inflación" son por regla general impopulares (anti-populares) lo ideal para un gobierno conservador es, por tanto, que sea el Banco Central y sus "tecnócratas no elegidos" por el pueblo (mientras más conservadores mejor) quienes carguen el costo político de una economía en permanente ajuste, inversión social y Estado a su mínima expresión, industria y producción atrofiada, sociedad progresivamente excluida, etc. Para un país en "vías de soberanía" como la Argentina -carecemos de válvulas de presión por opresión de terceros países-, las "metas de inflación" inexorablemente conducen al estallido social. Cuando ese estallido social lo pagan los políticos conservadores (2001), las probabilidades de un retorno triunfal del populismo se ven acrecentados (2003, 2007 y 2011). Pero como la batalla cultural no está aún ganada, años seguidos de conquistas y avances sociales sumen a buena parte de las clases populares en una recurrente y reaccionaria amnesia. Los políticos conservadores ven entonces resucitadas sus posibilidades de restauración. Mas para eso, primero deberán ser elegidos por el dios mercado, dios mercado que, en la actual fase terrorista financiera y especuladora y, muy especialmente, de cara al certero ataque argentino y su exitosa alternativa para una nueva geopolítica del desendeudamiento internacional, el dios mercado se torna altamente exigente. La despolitización de la política monetaria y su cesión a tecnócratas ultra conservadores de una banca central independiente del pueblo y una verdadera democracia es requisito indispensable. Sergio Massa en su alocución con motivo del Día de la Industria (1 de septiembre) prometió "una política monetaria de largo plazo" a partir de la "autonomía del Banco Central que termine con el festival de emisión para tapar agujeros de gasto público". El ex intendente de Tigre ya entregó cuerpo y alma al dios mercado. En un artículo de 1962, el Nobel de Economía Milton Friedman comparaba la importancia de la autonomía del Banco Central con la relación que debe existir entre el Poder Judicial y el Poder Ejecutivo en una República. Saque el lector sus propias conclusiones sobre la "independencia" del BCRA y lo que efectivamente está en juego.
*Publicado en Tiempo Argentino
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