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lunes, 22 de septiembre de 2014

HAITÍ CASI NO CAMBIÓ TRAS DIEZ AÑOS DE LA MISIÓN DE LA ONU

Imagen www.reflexaogeral.com.br
Por Facundo Alé*

La Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización en Haití (Minustah) llegó a ese país centroamericano el 1 de junio de 2004 con el propósito de estabilizar un territorio envuelto en una profunda crisis política y una gran pobreza. A diez años de su llegada, muchos de los países que aportaron tropas para la misión de más de 7000 efectivos militares hoy se replantean la continuidad de su comitiva en este país que tiene el mérito de haber declarado su independencia en 1804, antes que ninguna otra nación latinoamericana.
A diez años de la llegada de la Minustah en Haití, la situación de pobreza estructural casi no se ha modificado. Las cifras de cuánta gente vive bajo la línea de pobreza difieren según la fuente: para las Naciones Unidas es el  50,16% de la población, mientras que para la CIA se trata del 80 por ciento. Además, la esperanza de vida al nacer es de 63 años. Otro dato para tener en cuenta es que Haití padece una epidemia de cólera producto de la mala infraestructura en materia de agua y saneamiento (ver aparte).
Cuando la Minustah arribó a ese país, lo hizo por una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que respondió a la necesidad de pacificar un territorio plagado de conflictos internos. El objetivo fue desarmar a los grupos guerrilleros y delincuenciales que habitaban el país, promover elecciones libres e informadas y fomentar el desarrollo institucional y económico de Haití.
A esta situación se le debe sumar que el 12 de enero de 2010 Haití sufrió la peor tragedia humanitaria de su historia, cuando un terremoto de magnitud 7,0 de la escala Richter terminó con la vida de más de 300 mil personas y dejó sin hogar a más de 1,5 millones de personas.
Los países que aportaron personal militar para la intervención en Haití fueron Argentina, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Croacia, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos, Filipinas, Francia, Guatemala, Italia, Nepal, Pakistán, Paraguay, Sri Lanka y Uruguay. Sin embargo, algunos de esos estados ya anunciaron su decisión de retirar a sus tropas de Haití y otros podrían hacerlo en los próximos meses. Es el caso de Uruguay, que ya anunció el retiro total de sus efectivos. Algo que también podría hacer Bolivia en los próximos meses. El Congreso argentino, por su parte, aprobó una prórroga de dos años para que las Fuerzas Armadas permanezcan en Haití. Otros países como Venezuela o Cuba, desde un primer momento optaron por el envío de médicos y maestros en lugar de personal militar. A pesar de algunos logros de la intervención, como el restablecimiento de un cierto grado de democracia, con el primer traspaso de poder en condiciones de paz entre dos presidentes elegidos democráticamente, el crecimiento de una sociedad civil polifacética y su creciente participación en el desarrollo de una cultura política basada en valores democráticos, los críticos de la intervención aseguran que efectivos de la Minustah son utilizados para reprimir manifestaciones sociales (las cuales según datos oficiales se incrementaron en un 31% respecto de 2013) y la consideran una fuerza de ocupación.
Es el caso de la Plataforma Haitiana para un Desarrollo Alternativo (PAPDA), una coalición de organizaciones sociales, campesinas y sindicales, para quienes "la existencia de la Minustah es una respuesta inadecuada a la crisis que vive Haití, que requiere de una solución a través de una  negociación política y no por la vía militar", dijo Camile Chalmers, líder de PAPDA, a Tiempo Argentino en 2011.  Sin embargo, más recientes fueron las críticas del Premio Nobel de la Paz y referente en Derechos Humanos Adolfo Pérez Esquivel quien opinó –luego de que el Parlamento argentino aprobara la prórroga– que es "momento de mayor presencia en la solidaridad y en el envío de técnicos y ayuda humanitaria en lugar de la presencia de tropas", aludiendo a que el 85% de los miembros de la Minustah está conformado por militares y policías. Además, Pérez Esquivel pidió "el retiro de las tropas argentinas", ya que –según él– en "diez años no se ha beneficiado al pueblo haitiano, al contrario".
En la misma línea, la titular de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, Nora Cortiñas, aseguró que "el pueblo de Haití no quiere más tropas, no quiere más ese estado de invasión que lamentablemente también hacemos los argentinos". Por su parte, el diputado nacional (FPV) Guillermo Carmona, que preside la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara Baja, explicó por qué Argentina acompañó la intervención en el país centroamericano. "Haití atravesaba un escenario de crisis política e institucional que devino en situaciones de crisis humanitaria. En ese contexto, los países que integran el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidos decidieron por consenso promover una misión de estabilización en Haití. Por esa razón, la Argentina atendió que existían razones humanitarias para promover la participación de sus Fuerzas Armadas a través de cascos azules y a través de cascos blancos y lo hizo", explicó el diputado. Sin embargo, Carmona coincide en la necesidad de retirar gradualmente las tropas en ese país: "Existe un plan desde el Consejo de Defensa sudamericano de reducción gradual de la presencia de tropas sudamericanas en Haití y la Argentina se encuentra enmarcada en esa decisión del conjunto de los países de la región que participan de la misión."
Una teoría que manejan los países que forman parte de la Minustah es que sería riesgoso retirar todas las tropas al mismo tiempo. "Un retiro simultáneo de las tropas de todos los países podría agravar la situación humanitaria que se presenta con enorme gravedad", sostiene en esa línea el diputado del FPV.
Para Pedro Medrano, diplomático chileno que fue nombrado en 2013 coordinador principal de la respuesta internacional a la epidemia de cólera en Haití, la Minustah demuestra el interés que Haití tiene para la región: "América Latina contribuye con el 70% de las tropas de la Minustah, lo que expresa la voluntad política de todos los países de la región en mantener la presencia de la Minustah."
Respecto de las críticas sobre la supuesta utilización de efectivos de la intervención para reprimir manifestaciones sociales, el diplomático chileno explicó: "La Minustah tiene un rol de apoyo al gobierno en todo lo que tiene que ver con el orden público. De hecho unas de las principales tareas de la Minustah fue la de fortalecer las fuerzas policiales", aseguró Medrano, y añadió: "No hay que olvidarse de que Haití no tiene ejército, tiene fuerzas policiales."
Un dato que grafica la crisis estructural que vive Haití es que luego del terremoto muchas instituciones públicas se quedaron sin edificios donde operar. "Recuerdo haber encontrado varias veces al presidente haciendo reuniones de Gabinete debajo de un árbol", relata Medrano, para quien la llegada de la Minustah cumplió un rol fundamental sobre todo en "la reconstrucción del país".  A pesar de las malas condiciones estructurales que tiene Haití, según la CEPAL el país tendrá una tasa de crecimiento anual de entre el 3 y el 4 por ciento.


ENTRE LA FALTA DE AGUA POTABLE Y EL CÓLERA
Cuando se desató la epidemia de cólera en Haití, que al día de hoy ya causó más de 8500 muertes e infectó a más de 705 mil personas, se difundió la teoría de que el virus había llegado al país a causa de un soldado de la MINUSTAH, de origen nepalés, quien habría arribado infectado. Para el coordinador principal de la respuesta internacional a la epidemia de cólera en Haití, Pedro Medrano, "la bacteria por sí sola no produce epidemia" y la explicación de por qué el virus avanzó de esa manera se debe a la mala infraestructura.
"Haití tiene la más baja cobertura en agua y saneamiento de América, ya que tres de cada cuatro haitianos no tienen acceso a una letrina", aseguró Medrano y agregó: "Las bacterias y los virus viajan y están presentes en todo el mundo, pero aquellos países que cuentan con una buena estructura de salud, de agua y saneamiento pueden controlarla y no sufren epidemias." Para combatir esta enfermedad que no es letal, ya que puede ser controlada, Medrano propone un "programa de inversión en infraestructura social básica que le permita al país tener los servicios de agua, saneamiento, salud, etcétera". Para Medrano, esta inversión, que costaría unos 2200 millones de dólares en diez años, es "esencial" para que Haití "pueda llegar a los mismos niveles infraestructurales de los otros países de América Latina. De lo contrario, lograrlo demoraría alrededor de 40 años", aseguró el diplomático de origen chileno. Además, el problema del agua potable en Haití es la principal explicación para más de la mitad de los casos de desnutrición infantil en esa población centroamericana.
*Publicado en Tiempo Argentino
 

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