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La buena noticia de la
creación de la Secretaría de Coordinación Estratégica del Pensamiento Nacional
ha dejado como perro en cancha de bochas a más de uno. A propios y ajenos, a
bien y mal intencionados, a mezquinos y generosos, a intelectuales y a los que
se hacen y no tienen ni la materia de comprensión de textos aprobada.
Evidentemente, las palabras "Pensamiento Nacional" tienen demasiada
fuerza en el imaginario de los círculos ilustrados de uno y otro lado de la
zanja. Y esto no quiere decir que los propios sean los bien intencionados
y los ajenos una manga de langostas. No. El debate, incluso, sobre la
necesidad de renovar algunos parámetros o categorías de esta corriente de ideas
ha demostrado que dentro de ella, también, hay una serie de zánganos dispuestos
a sentarse sobre el baúl de la Santa Tradición. Y dentro de esos "botones"
del museo Nacanpop –porque no llegan ni a comisarios–, hay quienes quieren
abroquelar todo debate porque de tanto leer a los grandes clásicos ya no pueden
hacer más que repetir como loros a Arturo Jauretche, Raúl Scalabrini Ortiz y
Juan José Hernández Arregui y, también, "jovencitos malos de
Belgrano" que agarraron por primera vez un libro de estos pensadores, se
sienten iluminados con la candidez de niñas vírgenes y creen que basta
con disfrazarse de gaucho para poder enlazar el potro irredento del nacionalismo
popular.
Entre estos dos opuestos hay, por
suerte, una gran cantidad de intelectuales y pensadores que intentan navegar
entre la modernidad, la necesidad de actualización de las ideas, la fertilidad
de las dudas, las certezas felices, los trabajos serios de investigación. Y
claro que la edad no tiene nada que ver: hay viejos queridos y sabios y jóvenes
que pintan como buenos domadores. Lo que demuestra la pobreza de los
"botones" del Museo Nacanpop es que lejos de poder articular ideas
sólo pueden cometer falacias de autoridad, emprendiendo con supuestos
"ataques despiadados", Peronómetro en mano, a quienes osan plantear
dudas sinceras sobre el devenir del Pensamiento Nacional y Popular. Como diría
Leopoldo Marechal, esos "botones de las ideas" no son más que
"padres de los Piojos y abuelos de la Nada".
En este marco de falta de debate
y acumulación de vanidades mezquinas, la presidenta de la Nación Cristina
Fernández de Kirchner decidió cortar el nudo gordiano y crear la polémica
secretaría. ¿Es necesaria? ¿Es oportuna? Sostengo que sí. ¿Por qué el Estado no
puede disponer de fondos para investigar, promover, debatir, generar y producir
conocimiento sobre una de las corrientes más ricas del Pensamiento Argentino?
Iniciada por Leopoldo Lugones, Manuel Gálvez, Ricardo Rojas a principios del
siglo XX, profundizada y popularizada por Jauretche, Scalabrini, Hernández
Arregui, traccionada hacia la izquierda por Abelardo Ramos, Eduardo Duhalde,
Rodolfo Ortega Peña, Ernesto Villanueva y tantos otros, esa tradición está
prácticamente afuera de todo ámbito universitario y académico. Hasta ahora, los
únicos ámbitos "oficiales" que intentaban con mucha dificultad
cultivar esa corriente eran el Instituto de Revisionismo Histórico Manuel
Dorrego y alguna que otra cátedra perdida en algunas universidades nacionales.
La pregunta es: ¿por qué es legítimo que un trabajador debe pagarle el sueldo a
Beatriz Sarlo para que enseñe a los jovencitos de clase media de la Universidad
de Buenos Aires una versión liberal de la literatura argentina y por qué es
ilegítimo que los padres de esos jovencitos no le paguen el sueldo a Ricardo
Forster para coordinar un pensamiento estratégico desde el Estado? No encuentro
más razones que un "caprichismo histérico".
Una de las principales críticas
que se realizan a la creación de la secretaría es la de "uniformización y
oficialización del pensamiento", de "autoritarismo intelectual"
y otras plagas semejantes. ¿Desde cuándo pensar, producir conocimiento,
divulgar ideas puede generar "pensamiento único"? Resulta curioso que
los mismos que erradicaron el "pensamiento nacional" de los salones
académicos y de los medios de comunicación estableciendo el "pensamiento
único" de la entente liberal-progresista se sientan aterrados por la
creación de una Secretaría del Pensamiento. ¿O acaso dentro de un Ministerio de
Cultura no hay lugar para la producción de ideas y se cree que la Cultura es
sólo espectáculos inofensivos con lucecitas de colores? Ni academicismo cerrado
ni barbarismo "zonzo" –como diría Dante Palma–; el Estado, es decir
todos los argentinos, tiene derecho a destinar parte de su presupuesto a la
circulación de las ideas. Justamente, el Estado está supliendo las deficiencias
del andamiaje cortesano universitario.
De todas maneras, creo que la Secretaría
creada por la presidenta no se refiere exactamente a la corriente del
Pensamiento Nacional sino más bien al Pensamiento Argentino, categoría un poco
más amplia. La primera es una de las tantas categorías que puede englobar la
tipología. Es decir, dentro de "argentino" ingresan el ideario
liberal, el marxista, el progresista, el republicano, etcétera. Domingo
Sarmiento es un pensador liberal "argentino", pero no
"nacional"; Ezequiel Martínez Estrada podrá ingresar en otra
categoría, pero jamás se le podría considerar "nacional" como a ese
inmenso y pequeño Fermín Chávez, por ejemplo. Y no se trata de segregaciones
morales sino de categorías históricas.
Posiblemente, por el perfil de
Forster, quien no se considera a sí mismo un cultor de la tradición
"nacional y popular", lo "correcto" habría sido que la
secretaría se hubiera llamado "Pensamiento Argentino". El propio
flamante funcionario admitió que incluirá a Sarmiento, a Alberdi y otros
autores que no pertenecen a la tradición nacanpop, con lo que la
conceptualización quedaría automáticamente "estirada". Pero
supongamos por un instante que no hay un error en el nombre de la dependencia
pública ¿Qué significa poner a un "judío marxista" –como diría el
diario La Nación– al frente de una corriente de pensamiento que tuvo a
antisemitas confesos como Ramón Doll, por ejemplo, o a católicos irredentos
como Manuel Gálvez y mi queridísimo Leopoldo Marechal? No pueden negarme que,
pensada así, la decisión de la presidenta es bien nacanpunk.
No deja de resultarle interesante
que el Pensamiento Nacional dialogue con el post marxismo, con la Escuela de
Frankfurt, con el progresismo. Después de todo, quizás una de las grandes
virtudes del PNyP sea justamente esa: la capacidad de diálogo abierto con otras
tradiciones. Así como el ideario de Perón es hijo de un mestizaje intelectual
riquísimo en diálogo con el cristianismo, el tomismo aristotélico, el
socialismo, el fascismo, el pactismo roussoneano; de la misma manera que en los
setenta, el pensamiento nacional dialogó con el marxismo y el trotskismo y fue
fecundo; también hoy puede resultar muy enriquecedor ese diálogo con lo que
significa Forster, ya sea el post marxismo o el progresismo –palabra tan temida
y aborrecida por la botonería nacanpop sin hacerse cargo de que la variable
evolutiva del mismo Perón era bastante "progresista"–.
Claro que para que se produzca un
diálogo, deben conversar al menos dos. Así como el Pensamiento Nacional puede
verse enriquecido por la tracción y la osmosis hacia tradiciones de izquierda,
Forster debería dejarse embarazar un poquito por las ideas de los principales
cultores de la corriente como Jauretche, Scalabrini, Chávez, etcétera. Si se
produce esa combustión, seguramente, el kirchnerismo podrá encontrar su propio
marco teórico e ideológico de acción, cuya operación cultural, sin dudas, es
cruzar al peronismo con el progresismo. Si no, seguirá siendo un diálogo de
sordos, con necios de ambos lados. Quizás, ese encuentro sea imposible, pero no
intentar, estos y otros mestizajes, es condenar al Pensamiento Nacional a ser
convertido en un museo con guías bien pagos que repitan como loros un discurso
domesticado para nostálgicos.
Por lo demás, me atrevo a decir
que Forster es un ser humano valioso que no se merece las agresiones personales
de mediocres que no le llegan ni a los talones. Otro mal de la Argentina: se
razona poco, se debaten poco las ideas y se agrede mucho a la persona, y sin el
coraje necesario para hacerse responsable cara a cara de los actos cometidos.
*Publicado en Tiempo Argentino
Los mismos que proponian una colecta para "rescatar" la Fragata Libertad, estaban de acuerdo con que los habitantes de Malvinas decidiecen que querían ser, los que están en contra de recordar el 2 de Abril... son los que están en contra del Pensamiento Nacional...¿coherentes, no..?
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