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Mucho se habla de la pobreza. Es cierto que este término llega a ser
tan recurrente hasta llegar al punto de ser frívolamente utilizado. A
nadie le extraña que las alusiones sobre pobreza aparezcan en
innumerables ocasiones en discursos de políticos ultra conservadores o
incluso en cualquier documento -de esos que marcan agenda- del Fondo
Monetario Internacional. Manipulando el erudito juego de palabra de
Marx, y aplicándolo al caso, hoy en día, más que filosofía de la
pobreza, lo que existe es pobreza de la filosofía para estudiar la
pobreza. Muchos autores practican la “ciencia” de la contabilidad de los
pobres como si fuera un problema coyuntural, sin intención de
identificar la relevancia de una acumulación desigual
originaria-reproducida. Otros prefieren el reduccionismo, muy propio de
la academia dominante, para unidimensionar la pobreza, y así dejarla
condenada a una única variable focal. Incluso los más atrevidos deciden
casi jugar con ellos, con los pobres, y se dedican sólo a enumerar si
uno es pobre o no lo es, como si se tratara de ponerle un sombrero que
lo identificara, y sanseacabó.
Estos analistas dejan de lado cuán pobres
son estos pobres, quiénes son, por qué, y lo que es más importante, cómo
se puede realmente, en términos estructurales y sistémicos, erradicar
la pobreza. De hecho, sería mucho más acertado hablar de distribuir la
riqueza para no caer en las trampas de tanta ciencia económica
hegemónica que nos llevó siempre a hablar de objetivos en negativo, esto
es, de luchar contra la desigualdad, contra la pobreza, contra la
exclusión, y sin embargo, se elige –en positivo- crecimiento, progreso o
bienestar como fines a perseguir por el orden económico. ¿Por qué no
hablar –en positivo- de riqueza, igualdad o inclusión en vez de seguir
luchando contra la pobreza, contra la desigualdad o contra la exclusión?
Con todo esto, se pone de manifiesto que investigar
la problemática de la pobreza –o su otra cara, la riqueza- no es tarea
fácil. Realizar cualquier ejercicio empírico para concluir en términos
de pobreza resulta doblemente complejo, porque además de lo ya
comentado, se requiere acometer todos los desafíos propios de cualquier
trabajo más aplicado. Dicho todo lo cual, en la medida de lo posible y a
sabiendas de todas las limitaciones previamente presentadas, se
presentan algunos aspectos que nos lleva a afirmar, con rotundidad y con
rigor, desde un marco más integral que lo habitual, que la pobreza en
Ecuador se ha reducido, no sólo coyunturalmente sino también en términos
más estructurales.
Desde que llega la Revolución Ciudadana, el objetivo de acabar con la larga noche neoliberal, de terminar con el empobrecimiento de las mayorías, se ha logrado en gran medida. La deuda social neoliberal está siendo saldada a una gran velocidad. No sólo han sido los programas de bonos, con el Bono de Desarrollo Humano y todos sus derivados, sino que se llevaron a cabos políticas: 1) de educación y salud, 2) de inversión para lograr la esperada soberanía energética en 2016, 3) de políticas tributarias que incrementaron recaudación más progresivamente, 4) de una política de ciencia, tecnología y educación superior en aras de una economía del conocimiento y de creatividad que permita mejorar los términos de intercambio para el país, 5) de crecimiento de infraestructuras logísticas y comunicaciones, 6) de lograr una inserción menos subordinada en el mundo a través del abandono del CIADI, de denuncia de los Tratados Bilaterales de Inversión, de más comercio con Sucre (vía ALBA), y 7) de no aceptar tratados de libre comercio que atentarían al cambio estructural del aparato productivo y perpetuarían el patrón primario exportador del Ecuador.
Desde que llega la Revolución Ciudadana, el objetivo de acabar con la larga noche neoliberal, de terminar con el empobrecimiento de las mayorías, se ha logrado en gran medida. La deuda social neoliberal está siendo saldada a una gran velocidad. No sólo han sido los programas de bonos, con el Bono de Desarrollo Humano y todos sus derivados, sino que se llevaron a cabos políticas: 1) de educación y salud, 2) de inversión para lograr la esperada soberanía energética en 2016, 3) de políticas tributarias que incrementaron recaudación más progresivamente, 4) de una política de ciencia, tecnología y educación superior en aras de una economía del conocimiento y de creatividad que permita mejorar los términos de intercambio para el país, 5) de crecimiento de infraestructuras logísticas y comunicaciones, 6) de lograr una inserción menos subordinada en el mundo a través del abandono del CIADI, de denuncia de los Tratados Bilaterales de Inversión, de más comercio con Sucre (vía ALBA), y 7) de no aceptar tratados de libre comercio que atentarían al cambio estructural del aparato productivo y perpetuarían el patrón primario exportador del Ecuador.
Ahora sí es posible entender por qué los –siempre-
fríos datos de pobreza son en este caso mucho más cálidos, más
contextualizados, más entendibles. La pobreza, en porcentajes de pobres,
se redujo desde 2006 hasta Junio 2013, de 37,6 a 23,7%. Esta reducción
es aún más que significativa en el sector rural: pasando de 60,6 a
40,7%; en el área urbana, pasa de 25,9 a 14,9%. Pero vayamos más allá de
este índice tan ingenuo qué solo mide incidencia, y vayamos a hablar de
brechas y severidad; el denominado déficit de pobreza de 15,5% en 2006 a
8,4% en 2013; la severidad también se redujo de 8,6% a 4,4%. Se mire
como se mire, la pobreza y su intensidad se reduce en Ecuador.
Si seguimos ampliando el foco, podemos afirmar -cada vez más
precisamente- que la pobreza en Ecuador sí se ha visto fuertemente
reducida. En el plano educativo, la pobreza se reduce mucho más en
aquellas personas que menos estudios poseen; se reduce por encima de 10
puntos porcentuales para analfabetos, los que se están alfabetizando y
para los que estudian primaria. Si bien el desempleo sigue a la baja en
estos años (ya es de 4,57%), también cabe destacar que la pobreza para
subempleados y desempleados, ha sido drásticamente reducida (7,8 y 9,5
puntos porcentuales, respectivamente). A pesar de no ser el término más
adecuado, usaremos esta categoría tan utilizada: la clase baja más la
clase media baja es el grupo que más aumenta su participación en la
renta salarial; gana 3,5 puntos porcentuales su participación; es la
clase más alta (10% más rico) quien pierde justamente 6 puntos. El
crecimiento ecuatoriano no es empobrecedor, sino todo lo contrario; es
un mecanismo distribuidor justo de la nueva renta generada. De hecho, la
desigualdad económica, medida por el índice de Gini, se reduce en este
periodo de 0,54 en 2006 a 0,46 en 2013.
A pesar de este quinquenio ganado, para lograr ese “hasta la victoria
siempre” que siempre saluda el presidente Correa, no se ha frenar ni un
segundo. Después de la amplia victoria electoral de Febrero, se
comienza una segunda etapa, con muchas condiciones materiales mejoradas,
que le permite al presidente Correa seguir profundizando el cambio,
seguir radicalizando sus políticas de emancipación, para pasar de saldar
deuda social y paliar pobreza a erradicarla sistémicamente y distribuir
riqueza en aras de una democracia absolutamente real anclada en el Buen
Vivir de Todos. Ahora es el momento para acometer el resto de
transformaciones para seguir con la revolución dentro de la revolución.
Las urgencias del corto plazo permanecen, aunque son más leves, y esto
ya no puede ser usado como atenuante para dejar de afrontar el cambio de
matriz productiva, en tanto que: a) se produzcan nuevos bienes y
servicios, básicos para las necesidades exigidas por el pueblo
ecuatoriano y otros bienes con valor agregado para tener una mejor
inserción en el sistema mundo, y b) sean producidos por nuevos
productores que rompan el régimen acumulador concentrado en pocas manos.
Es momento de acabar con el modelo mixto heredado, en el que el sujeto
económico no puede dominantemente ser la burguesía
compradora-importadora más el sector agro exportador. Es el momento del
atinado uso de la renta petrolera para usar el extractivismo como
transición para salir de ese patrón primario exportador. Sólo así,
procurando la reproducción ampliada del Socialismo del Buen Vivir, se
podrá seguir por un camino en el que no sean más necesarios artículos
como éstos, que hablan de pobreza.
*(Doctor en Economía; Centro Estratégico Latinoamericano Geopolítico)
**(Secretario Nacional Educación Superior, Ciencia y Tecnología de Ecuador)
Publicado en Telesurtv.net
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