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Vamos a iniciar este escrito, tratando de explicar cómo y de qué manera
se distribuye en la sociedad en la que vivimos la riqueza que los trabajadores
producen ya que, si no se entiende este importante fenómeno, menos se va a
entender o saber diferenciar entre lo que es inflación y lo que es carestía.
Habíamos señalado, en entregas anteriores, que toda la riqueza que el trabajo
del trabajador genera se distribuye en sólo dos conceptos: salario, que sería
una parte de esa riqueza y plusvalía (ganancias), que sería la otra parte que
cubre así el 100% de lo generado. Esa riqueza generada, medida anualmente, es
el Producto Interno Bruto de un país. Es el valor que el gasto de Fuerza de
Trabajo del trabajador incorpora sobre los valores anteriores que no se han producido
en el mismo período. Si se hubiesen producido el mismo año, esos nuevos valores
integran la formación de la riqueza de ese año.
No es tan complejo determinar
cuánto de esa riqueza percibe el trabajador y cuánto se lleva el empresario, no
por su trabajo, sino como ganancias. Si observamos, por ejemplo, que la masa
salarial de un país, dato que existe y se puede comprobar con aproximación, es
de 150 mil millones de dólares y el PIB que se informa, tanto en el ámbito
local como en el internacional, es de 450 mil millones de dólares ya, con esos
dos datos, podemos calcular la plusvalía. ¿Cómo? Con una sola cuenta: PIB – Masa Salarial. Los errores que
pueden integrar esta simplificación existen, pero sus magnitudes son muy
pequeñas para que ejerzan incidencias importantes. En ese ejemplo: PIB = 450
mil millones y Masa Salarial (desde el gerente
general hasta el cadete, lo blanco y lo negro, etc.) de 150 mil millones, nos
indican que la plusvalía es de 300 mil millones (450 – 150). Indica, además, el
grado de explotación al que es sometido el trabajador. En el ejemplo es del
200%. Podemos, además, saber si el empresario paga de acuerdo a Ley el impuesto
a las ganancias, ya que debe tributar el 35% de las mismas., es decir 105 mil
millones. En ese caso basta con ver cuánto recaudó la AFIP de dicho impuesto en
igual período y vamos a observar con claridad la enorme evasión existente en
este rubro.
Pero no nos tenemos que desviar
del tema ya que sobre los impuestos, ingresos que percibe el Estado, vamos a
escribir más adelante y, seguramente, muchos de ustedes se sorprenderán, como trabajadores,
al enterarse que de sus salarios provienen la mayor parte de los ingresos
fiscales.
Si la masa de trabajadores y sus
familias (40 millones de personas) perciben 150 mil millones y los empresarios
y sus familias (150 mil personas) perciben 300 mil millones, ¿Qué es lo que
debería suceder si queremos aumentar la masa salarial en, por ejemplo, 50 mil
millones? Sucedería que, la plusvalía (ganancia del empresario), disminuiría en
igual cantidad.
No hay otra posibilidad “ética”,
pues la riqueza producida se “reparte” entre dos y, si uno se lleva una porción
más es porque el otro deja de percibirla. Repito, no hay otra. Es así y
punto. Pero… - intentarán decirnos- ¿la inflación, de dónde proviene? Y
repetimos: eso es así y punto. Pero se trata de explicar claramente el
fenómeno, por eso damos punto final a esa temeraria afirmación y pasamos, a
continuación, a explicar que ese punto final (tan temerario) es vulnerable a
las falsificaciones.
Para que exista una real
re-distribución de la riqueza, para que esos 50 mil millones del ejemplo sean reales,
deben provenir de las ganancias empresarias, es decir, de la plusvalía, es
decir, de la parte del trabajo del trabajador por la cual no recibe ni un solo
peso y por ello pasa al bolsillo del empresario como “ganancias”. Si esa
transferencia ocurre como tal, los trabajadores, al recibirla, incrementarían no
sólo su salario nominal (un 33% de pesos) sino su salario real, también en un
33% más en bienes, lo que mejorarían su calidad de vida. Pero las corporaciones
aumentan los precios y esta ecuación pierde valor. ¿Por qué aumentan? Pues el
empresario no se resigna a reducir su ya abultada
“ganancia” y por ello traslada a
los precios el incremento de los salarios. Lo considera en su mente y en la de
sus contadores y casas de estudios incluidas universidades “prestigiosas”, un
incremento de costo que debe reflejarse en los precios y no una
redistribución y disminución de la parte que le absorbe a los trabajadores, de
la ganancia.
De esa manera, toda
re-distribución se convierte en una fabulación, en un engaño, en una mentira más,
mentira que queda al descubierto cuando vamos al mercado a comprar lo que
nosotros mismos producimos. Producimos, pero sobre los que el precio se lo
coloca el “vendedor”. Y, para confundir y no asumir la responsabilidad, el
empresario, y sus secuaces, y los economistas que no han podido superar las
categorías que le impone el sistema capitalista, le llaman a ese fenómeno de
incremento de precios. INFLACIÓN. Y de allí deducen que la culpa la
tenemos todos: el Estado porque gasta en cobertura social, el trabajador porque
demanda aumento desmedido y el consumidor porque consume (más demanda), etc.
Ese fenómeno no sólo no es
inflación sino que está lejos de serlo: Ese fenómeno no es responsabilidad de
“todos”, sino de muy pocos. Y esos muy pocos son las corporaciones, los Formadores
de Precios, los monopolios. ¿Cómo se llama ese fenómeno si no es inflación?: CARESTÍA.
Es el resultado de la voracidad del empresario, de su especulación y de su
natural egoísmo. Entonces: ¿qué hacer? No hay fórmulas mágicas: para que sea
una real transferencia de ganancias a salarios es necesario que los precios no
se modifiquen ante esa transferencia y, para ello, es necesario fijar “precios
máximos”. No sólo fijarlos, sino controlar que se cumplan y sancionar (con multas
y decomisos) a quienes no cumplan con la Ley. ¿Es posible? Lo es. ¿Habrá desabastecimiento?
Sí, pero sólo inicialmente (el capitalista que no produce no percibe
plusvalía).
Además, hay una Ley contra esa
modalidad de especulación. ¿Se puede aplicar? No afirmamos que sea fácil,
sino que el Estado más sociedad civil movilizada, pueden lograrlo. ¿Y qué
diablos es INFLACIÓN?
Inflación es una enfermedad
terminal del capitalismo, utilizada por los propios capitalistas para producir una
redistribución de la renta nacional a su beneficio, mediante la emisión en
exceso de papel moneda en relación con los bienes existentes, pues, si bien el
fenómeno es contrario a la transferencia de ganancias a salarios, el efecto en
los precios es similar al que produce la carestía ya que, para sacarle más
dinero al trabajador, además de la plusvalía (explotación) y la carestía
(especulación), posee el arma de la inflación (emisión sin respaldo). Vamos a
dar un ejemplo de los nuestros, no tan académicos pero muy reales. Vamos a
utilizar la abstracción para que no quede dudas sobre la verdadera naturaleza
del fenómeno.
Vivimos en un país donde
hay sólo 100 habitantes, como riqueza en bienes 100 inodoros y como dinero
emitido 100 pesos. ¿Cuánto debe valer cada inodoro? UN PESO. Hay variantes:
Caso 1: emitimos 100 pesos
más sin producir nuevos inodoros. ¿Cuánto valdrá cada inodoro? DOS PESOS.
Caso 2: No emitimos nada,
quedan los 100 originales, pero nos peleamos entre nosotros y en esa guerra se
destruyen 50 inodoros. ¿Cuánto valen los inodoros que quedan? DOS PESOS.
Caso 3: se producen 100
nuevos inodoros y no se emite, ahora hay 200. ¿Cuánto valen? 50 CENTAVOS CADA
UNO. Caso 4: se producen 100 inodoros y se emiten 100 nuevos pesos. ¿Cuánto
vale cada inodoro? UN PESO
Ese es el fenómeno, después la
vida y las corporaciones se encargan de complicarlo. Si hay CARESTÍA, es decir,
si los especuladores formadores de precios elevan el valor de los bienes, es
muy posible que el Estado deba emitir para que no exista “iliquidez”. Cuando
hablemos de Dinero como categoría vamos a ver que la emisión de papel moneda no
es la única manera de colocar o sacar dinero de la circulación, pero el
fenómeno descrito es válido tanto en su extrema simplificación como para la
compleja realidad.
En el Tomo II del libro “Tratado
de Economía Política y Social Científica”, editado por Madres de Plaza de Mayo
en 2007, señalaba 20 razones y consecuencias de por qué el Estado Capitalista
se ve obligado a emitir dinero son respaldo. Aquí señalaremos tres, las más
importantes.
1. Por el déficit del presupuesto
nacional. El Estado no puede cubrir sus gastos y recurre al empréstito
condicionante y a la emisión inflacionaria.
2. Por recurrir a empréstitos que
condicionan la economía y generan altos intereses y comisiones a bancos y
organismos financieros
3. Por las guerras, sean locales,
regionales o globales, que obligan a los países a mantener fuerzas numerosas y
armadas y a la reconstrucción de los destrozos.
¿Ocurre algo de eso en nuestro
país? NO.
EN LA DÉCADA GANADA HUBO
SUPERÁVIT.
EN LA DÉCADA GANADA EL ESTADO SE
FUE DESENDEUDANDO
Y NO ESTAMOS EN GUERRA NI EN
PREPARATIVOS
Entonces:
Lo que ocurre: ¿ES INFLACIÓN O
ES CARESTÍA?
Los culpables: ¿SOMOS NOSOTROS
O SON ELLOS?
*Publicado en NOTIALBA
*Publicado en NOTIALBA
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