En los medios masivos de comunicación y en
la industria del entretenimiento circulan discursos que van sedimentando
nuestra forma de ver el mundo y de pensarnos a nosotros mismos. Estos
discursos son como lentes mediante los cuales miramos lo que entendemos
por realidad. Así se van determinando nuestros valores: qué es lo bueno y
lo malo. Qué es lo bello y lo feo. Qué asociamos a la idea de ser
felices y de estar realizados como sujetos.
En México se realizó un estudio que dejó en evidencia cierta
dominación cultural. Les dieron a niños de entre seis y diez0 años un
muñeco de tez blanca, rubio y de ojos claros y otro de tez morena y de
ojos de marrones. Todos los chicos dijeron lo mismo: les gustaba el
muñeco blanco, mientras que le atribuyeron características negativas al
juguete morocho; ese era el malo.
Cuando le preguntaron a un niño a cuál se parecía, él señaló al
muñeco blanco. Pero tuvo que hacer un gran esfuerzo para explicar en qué
se asemejaba. Finalmente dijo, "me parezco en la forma de la oreja".
En el mismo sentido, les comparto una experiencia personal. Jugando
con mi hijo que tenía tres años, le mostré dos dibujos de mujeres de
espalda. Sólo se les veía el pelo largo. Una tenía el pelo rubio y la
otra negro. Cabe aclarar que soy morocho, que su mamá es morocha y que
sus abuelos y abuelas también lo son. Es decir, sus referencias
afectivas más fuertes respondemos a esa estética. Sin embargo, al
preguntarle cuál creía él que era la más linda, me contestó la rubia.
¿Qué es lo que hace que un niño de tres años asocie la belleza a ser
rubio? Evidentemente, los mensajes que circulan en publicidades,
dibujitos, juguetes, remeras, series y películas asocian lo bello y lo
bueno a una determinada estética. Luego, esta forma de ver el mundo nos
atraviesa y se constituye como parte de nuestra identidad.
Cabe aclarar que estos discursos pudieron consolidarse porque en la
base había sectores dominantes que asociaban la idea de progreso a la
población Europea y de Estados Unidos. Ya la expresaba Domingo Faustino
Sarmiento en la dicotomía "civilización o barbarie". La civilización era
la forma de vida europea, con su gente, cultura, modelo y sistema. La
barbarie era lo nativo, los gauchos, los pueblos originarios, lo
distinto al pensamiento hegemónico.
En el mismo camino, durante años se invisibilizaron nuestras
características identitarias, para ilustrarlo podemos tomar la expresión
"los argentinos descendemos de los barcos". Sin embargo, el 56% de los
argentinos tiene antepasados indígenas. Así lo determinó un estudio
realizado por el Servicio de Huellas Digitales Genéticas de la
Universidad de Buenos Aires. Según Daniel Corach, director del servicio,
profesor en la cátedra de Genética y Biología Molecular de la Facultad
de Farmacia y Bioquímica de la UBA e investigador del CONICET, "lo que
queda al descubierto es que no somos tan europeos como creemos ser".
Como sostiene Eduardo Galeano, "los indios de las Américas viven
exiliados en su propia tierra. El lenguaje no es una señal de identidad,
sino una marca de maldición. No los distingue, los delata. Cuando un
indio renuncia a su lengua, empieza a Civilizarse. ¿Empieza a
civilizarse o empieza a suicidarse?"
Según el informe Buenas Prácticas en la Comunicación Pública del
Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo
(INADI), "la presencia y representación de los pueblos originarios en
los medios de comunicación es muy escasa. Se produce cuando hay un caso
muy resonante, generalmente ligado a un conflicto de tierras con
terratenientes o empresas que pretenden desalojarlos. En estos casos, no
se contextualiza la problemática con sus derechos ancestrales
reconocidos constitucionalmente." Asimismo, es oportuno recordar que "no
todos los pueblos indígenas - originarios viven en la pobreza. Cabe
señalar que su concepto de riqueza no es el mismo que el del mundo
occidental capitalista."
Actualmente, a partir de la Ley de Medios, se abre la posibilidad
de construir nuevas formas de comunicarnos, de vernos y de pensarnos.
Por lo cual, tenemos la posibilidad de desarrollar nuevas
subjetividades.
En ese marco, en la actualidad la Autoridad Federal de Servicios de
Comunicación Audiovisual (AFSCA) entregó 18 autorizaciones para
distintas radios de pueblos originarios. Además, existen dos radios de
gestión mapuche en la provincia de Neuquén: FM Aletuy Wiñelfe, en la
comunidad Algo (Aluminé) y FM Newen Wece, en la comunidad Linares (Junín
de los Andes). Mientras que en la provincia de Chubut, en El Maitén,
existe la radio FM Petu mogeleiñ. También, recientemente se inauguró
Wall Kintun, el primer canal de los pueblos originarios de la
Argentina.
Para la productora general del canal, Inalen Antillanca, "el
proyecto Wall Kintun TV es una construcción colectiva. La posibilidad de
que exista el derecho a la comunicación con identidad no es algo
aislado, no es un invento. Es parte de un proceso de lucha y
articulación con muchos sectores, incluso aquellos que no son pueblos
originarios. En nuestro canal queremos mostrar las realidades políticas
económicas interculturales."
Comunicarnos, describir nuestros problemas y construir lo que
entendemos por realidad desde otras perspectivas nos permitirá redefinir
nuestra identidad.
En enero de 2012, una periodista le preguntó a Jorge Lanata qué
opinaba de La ley de Medios. Le respondió con otra pregunta: "¿Quién
carajo va a escuchar la radio de los wichis?" Si logramos construir
nuevos medios de comunicación y desarrollar nuevas formas del ver el
mundo, seremos muchos escuchándonos.
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