Quienes han seguido
con detenimiento algunas declaraciones de personeros de organismos
multinacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario
Internacional, no dejarán de mostrarse sorprendidos. En diciembre de
2001, Nicholas Stern, economista en jefe del Banco Mundial afirmó que
“La globalización a menudo ha sido una fuerza muy poderosa para la
reducción de la pobreza, pero demasiados países y personas han quedado
fuera”.
El documento “Globalización, crecimiento y pobreza” que
durante ese año elaboró el Banco Mundial afirmaba que 2 mil millones de
personas, habitantes en su mayoría del África Subsahariana, Cercano
Oriente y la antigua Unión Soviética, estaban en peligro de quedar al
margen de la economía mundial, toda vez que paralelamente a la caída de
los ingresos de estos países, la pobreza aumentaba y tenían una
participación menor en el comercio que 20 años atrás.
Por su parte Michel Camdessus, contradiciendo las nuevas tendencias
de la política internacional impuesta por Estados Unidos desde el 11 de
septiembre, afirmó que la pobreza era el mayor peligro para el mundo y
un riesgo para el sistema social incluso superior al terrorismo y la
contaminación ambiental. Camdessus que desde su puesto de máxima
autoridad del FMI fue un ardoroso defensor de la globalización sostuvo
que las instituciones multilaterales creadas después de la Segunda
Guerra Mundial llamadas de Bretton Woods –como el FMI y el Banco
Mundial– ya no estaban adaptadas a los desafíos actuales.
En este ámbito Claude Smajda, Director General del Foro Económico
Mundial con sede en Davos, Suiza afirmó que la globalización de la
economía vigente durante los últimos años provocó “en la mayoría de los
casos” que se ampliara la brecha del desarrollo y bienestar entre países
industrializados y los subdesarrollados, así como al interior de cada
sociedad nacional. Señaló que “los efectos secundarios e inesperadas
consecuencias de la globalización se han hecho evidentes y ahora existe
un consenso cada vez mayor en que deben resolverse”. Dijo que se
pensaba que la globalización tendría un impacto positivo casi automático
en la vida de todo el mundo, algo que ha demostrado ser falso con la
creciente pobreza, “...hoy nos damos cuenta que ese impacto automático
no existe”. Se refirió también al creciente poder que han adquirido las
corporaciones multinacionales en detrimento de la capacidad de decisión
de los gobiernos nacionales para reafirmar que “si los gobiernos no
participan en la regulación, si no son fuertes, estaremos en un camino
de regreso a la ley de la selva”. Ante todas estas manifestaciones
habría entonces que preguntarse el porqué de este discurso.
Los hechos de los últimos años han tocado una campanada de alerta en
torno a las perspectivas de la realidad internacional. Desde la
“irracionalidad “ del 11 de septiembre a la “racionalidad” -si así
pudiera llamarse- de lo que ocurrió en Argentina en 2001, en Egipto y
Túnez, en Grecia y España más recientemente o, lo que aún está pasando
en Haití para vergüenza de la humanidad, muestra un mundo que “se sale
de control” y preocupa a los poderes del planeta. El contagio de las
quiebras económicas no es el único posible y quizá ni siquiera el más
temible, han dicho economistas estadounidenses como Paul Krugman y Jorge
Domínguez –entre otros– al analizar la situación de Argentina a
comienzos del siglo, deben tener presente que desde 1974 se ha
duplicado la pobreza en el planeta y que 3000 millones de personas, la
mitad de la población mundial, sobreviven con menos de 3 dólares
diarios, mientras uno de cada dos de estos pobres no gana ni un dólar
diario.
La Conferencia de Naciones Unidas para el financiamiento del
desarrollo que se realizó en Monterrey, México en junio de 2005 se
propuso hacer válidos los propósitos de la Cumbre del Milenio cual es
reducir la pobreza a la mitad para el año 2015. Para ello debería
cumplirse el compromiso de destinar el 0,7% del PIB para ayuda al
desarrollo. No se trata de ser pesimistas pero salvo Noruega, Holanda,
Suecia, Luxemburgo y Dinamarca que alcanzaron o superaron esta meta, el
resto de las naciones industrializadas están muy por debajo de ella. Las
que menos recursos destinan en Europa a los países más pobres son
Alemania (0,27%), Portugal (0,26%), España (0,24%), Austria (0,22%)
Grecia (0,19%) e Italia (0,13%).
Estados Unidos, la nación más rica del
mundo, aporta apenas el 0,1% de su PIB, habiendo rechazado hace años la
meta de la comunidad internacional, mientras tanto aumenta su
presupuesto militar en casi 30 mil millones de dólares llegando a 633
mil millones, lo cual triplica el de todos los países europeos y es
siete veces mayor al de China y Rusia. Con esto se intenta justificar la
lucha contra el terrorismo, cuando en realidad lo que se ha pretendido
es legitimar un mundo unipolar en el cual no haya contrapesos al poderío
militar estadounidense.
Josette Sheeran, directora ejecutiva del Programa Mundial de
Alimentos, relacionó la revolución egipcia de 2010 con el aumento de los
precios de los alimentos. “En muchas protestas, los manifestantes han
blandido barras de pan o han mostrado pancartas expresando su
indignación por el aumento del coste de alimentos básicos como las
lentejas. Cuando se trata de alimentos, los márgenes entre estabilidad y
caos son peligrosamente finos. La volatilidad en los mercados se puede
convertir rápidamente en volatilidad en las calles y todos deberíamos
mantenernos vigilantes”
En la misma dirección, Naciones Unidas señala que “No estamos
produciendo la cantidad que consumimos. Por eso las existencias han
bajado tanto. Los suministros son ahora muy limitados en todo el mundo y
las reservas están a un nivel muy bajo, lo que no deja espacio para
eventos inesperados el próximo año”, según dijo Abdolreza Abbassian,
economista sénior de la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura (FAO).
Los precios de los principales cultivos de alimentos como trigo y
maíz se acercan ahora a los que provocaron disturbios en 25 países en
2008. Cifras de la FAO sugieren que 870 millones de personas están
desnutridas y que la crisis alimentaria aumenta en Medio Oriente y
África, mientras Lester Brown presidente del centro de investigación
Earth en Washington, y uno de los más destacados ecologistas del mundo
advirtió que el suministro global de alimentos podría colapsar en
cualquier momento, causando hambre a otros cientos de millones de
personas, provocando disturbios generalizados y derrocando gobiernos.
“La escasez de alimentos debilitó a anteriores civilizaciones. Vamos por
el mismo camino. Cada país se las arregla solo actualmente. El mundo
vive de un año para el otro”, señaló Brown y agregó que es de tal
magnitud la crisis que la tierra se ha transformado en la mercancía más
buscada, concluyendo que “La geopolítica del alimento está eclipsando
rápidamente la geopolítica del petróleo”. Según su particular punto de
vista “La agresión armada ya no es la principal amenaza para nuestro
futuro. Las amenazas decisivas en este siglo son el cambio climático, el
crecimiento de la población, mayor escasez de agua y el aumento de los
precios de los alimentos”.
Una amenaza comienza a recorrer el mundo, la pobreza campea a sus
anchas ante la mirada impertérrita de los poderosos que no parecieran
preocuparse. Las palabras no bastan, se necesitan acciones, porque las
consecuencias pueden ser catastróficas para toda la humanidad.
*Publicado por AVN (Agencia Venezolana de Noticias)
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