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miércoles, 26 de diciembre de 2012

EL PERIODISMO DE LA NADA

Imagen de nadanoslibradeescorpio.blogspot.com
Por Guido Croxatto*

Ningún gobierno como este defendió la memoria y le devolvió a los "otros" sus derechos negados.El periodismo de la nada es el periodismo que no dice nada. Esa nada no es casual. Es la nada a la que han quedado reducidos (la nada a la que quedan reducidas las palabras) después del Proceso del que muchos fueron cómplices. Esa nada no es casual. Es la nada de los desaparecidos. Esa nada del periodismo es la crítica superficial permanente, el agravio y la falta de ideas. Es no poder decir nada. Es no tener voz. Ningún aporte. Nada.
Es el periodismo de la nada que hace ocho años dice todos los días lo mismo. Nada. Porque proviene de la nada de los desaparecidos. Es su nada inminente. Su ceniza.Esa nada como dije no es casual. Es la nada de los desaparecidos. Es la nada que les impide dar un solo paso sin tropezar con la verdad que querían ocultar. Y los rostros a cada paso. Con lo que fue silenciado. El deber de informar tropieza siempre con la verdad. Con su propio silencio. Eso los obliga a no decir. Nada. No pueden salir de allí. Porque todo decir –sobre cualquier materia, el hecho mismo de decir, de elevar la voz– los obliga a romper con el pacto. Solo hay un camino: la autocrítica. Volver a empezar. Para que uno realmente crea en el "periodismo independiente" (Walsh, en todo caso, que denunció ya en 1977 lo que el periodismo serio que hoy habla en nombre de la república y el Estado de Derecho "no sabía", o tardó 20 años en saber lo que Walsh denunció en el '77 en la Carta abierta a la Junta Militar, poniendo en evidencia que gran parte del periodismo era cómplice del genocidio). La verdad. El periodismo de la nada es el que es víctima de la nada a la que redujo a los otros. Esa nada se les vino encima. Es su espejo. Callar. Aparece encima tanto silencio desaparecido. La nada se apropia de su lenguaje. Por eso no pueden decir nada. Todos los días lo mismo. Nada. La nada es la ceniza. La complicidad. Del silencio.
Es curioso, u otra forma más de la prensa (Sarlo) de enhebrar un relato propio con elementos ajenos, lo cual revela la incapacidad en la que se encuentra sumida la prensa argentina. La presidenta nunca dijo: "Vamos por todo", sin embargo, se inventa eso (de tanto repetirlo hay gente que lo cree, como el "no te tenemos miedo", que fue a sus funcionarios que combaten la corrupción) para inventar un discurso crítico, a falta de elementos propios mejores, se recurre a la mentira. La mentira es la nada. Un lugar común de la prensa que dejó morir a miles de jóvenes sin denunciarlo. La falsedad. En rigor, la frase "vamos por todo", fue dicha por Buzzi en el paro del campo. Fue dicha en un paro apoyado por la sociedad "democrática" y la "prensa seria" que ahora cuestiona esa misma frase, curiosamente, cambiando el actor que la dice. En ese paro se veía una pancarta que decía: queremos justicia, paz, queremos golpe. Ese era el "vamos por todo". Otra estrategia para deslegitimar la palabra es robar la palabra del otro. O hacerle decir lo que no dijo. Eso también es vulnerar la libertad de expresión. A la presidenta cuando se la tergiversa se la priva continuamente de su palabra. De su libertad. Cuando se sacan frases de contexto, o se recorta, se impide la palabra. Cuando Buzzi dijo: "Vamos por todo", nadie se opuso. Nadie dijo nada. Era un paro "democrático" de la "sociedad libre". Esa frase se le atribuye falsamente a la presidenta porque la prensa, como dije, no tiene nada para decir. Pero esa nada no es casual. Es la nada que emerge del fondo de la nada de los desaparecidos. No por nada tenemos la prensa que tenemos. La nada sumergida es la nada que quedó del Proceso. Es la nada de los desaparecidos (silenciados por la palabra, por la prensa que hoy habla de la "república" y el "otro") sobre los que la prensa argentina construyó su relato. Es notable que se cuestione a la presidenta por "no dejar hablar al otro". La memoria fue el concepto que le devolvió sentido a la otredad que recupera Sarlo en una democracia en donde los otros no existían, una democracia en donde hasta el 2003, regían la impunidad y el silencio, y donde esos otros estaban prohibidos, desaparecidos; otros que por fin hoy pueden hablar y tener derechos, estaban callados en el fondo de la nada, también por la prensa que se oponía a los juicios, con la anuencia de los medios que silenciaron y avalaron el Proceso y todavía lo avalan, mientras defienden "el lugar del otro". Hay que preguntarse qué sociedad podía tener ese cuadro colgado. Por qué ese cuadro seguía colgado allí. Qué significaba. Ese cuadro colgado es la nada. Y Kirchner hizo muy bien en bajarlo. Kirchner quiso acabar con la nada. Teníamos una sociedad que "no sabía". Ahora tenemos un derecho y una democracia que se atreve a saber. Ese cuadro colgado era el vamos "por todo". Este gobierno va por la Memoria. Va por la Verdad y la Justicia. Eso es ir "por todo". Defender los derechos. Ningún gobierno como este defendió la memoria y le devolvió a los "otros" sus derechos negados. Ningún gobierno buscó recuperar a los nietos robados por la dictadura criminal como este. Eso es defender (la única manera de defender) la memoria, las instituciones y la democracia argentina. Ir por todo es ir por los nietos robados que los medios también callaron y callan. Hay una prensa cómplice que no asume su pasado. Y por eso no dice nada. Está encerrada.
Sarlo se equivoca porque sin memoria no hay otredad. Y este gobierno fue el primero que hizo de la memoria un derecho del otro. Antes de este gobierno no había otros. Había olvido. Impunidad. Vacío. Por eso es equivocado no decir que este es el gobierno que más hizo por la república y las instituciones. Estamos en una inversión y en una paradoja. Es habitual que los defensores del Proceso se auto-caratulen cultores de la democracia. Es la mejor manera de tapar los crímenes aborrecibles. Es lo que hizo Massera por ejemplo. Los cómplices del Proceso que avalaron las leyes de impunidad "no miran para atrás", son ahora los estandartes de la República y el Derecho. Y los que impulsaron la transformación de la sociedad y la justicia, (desclasificando los nombres del Batallón 601), devolviendo a los "otros" negados el derecho básico a un juicio justo (memoria), son ahora los "autoritarios". ¿El autoritario es el que le devuelve un lugar al otro? ¿El democrático es el que torturó y negó? Hablando así Sarlo está borrando un lenguaje. Precisamente le está negando al otro (negado por el medio en que Sarlo escribe) su derecho a hablar. Sarlo prefiere hablar del "otro", del "lugar del otro" sin decir que ese otro volvió a existir con las políticas de la memoria y los juicios de Derechos Humanos. Pero no lo dice. Porque decirlo implicaría reconocer precisamente los méritos y verdades del otro. De la memoria. Antes de la memoria no había otros. Había impunidad. Terminar con la impunidad fue, entre otras cosas, defender una verdadera libertad de expresión. Defender un derecho. Sarlo podría hablar de la violencia de género, de la trata, de la desigualdad, podría decir mil cosas valientes. Pero no dice nada. Dice lo mismo que dicen todos los que cuestionan al gobierno sin proponer nada. Lo que dicen muchos periodistas: nada. Pero como dije, esa nada no es casual. Esa nada no es inocente. Esa nada tiene sus razones. Sus registros. Su pasado. Es una nada profunda. Una ceniza que tienen en las manos. ¿Cómo puede decir Sarlo que este gobierno anula a los otros? Que volvían a ser escuchados en serio en juicios de verdad. Que la era de la impunidad, como dijo Ban Ki-moon en la ESMA, había terminado. Que la "era de la responsabilidad" ha llegado.
Como corresponde a una República de verdad. Y no en juicios simbólicos. Como correspondía a una república "simbólica". Kirchner prometió un país en serio y la memoria nos devolvió un país con el derecho a saber la verdad. Curiosamente, los defensores de la república simbólica y de la justicia simbólica (de la impunidad y el olvido, que cuestiona Ban Ki-moon) se autoerigen ahora en estandartes del Estado de Derecho. Dan el salto de la complicidad a la palabra. Pero en el medio está la nada desaparecida. En el medio está su silencio. En el medio están siete años de complicidad. En el medio está el 601 que penetra cada esfera de nuestra vida. Ver esos nombres también es ver a los otros. Un otro sin derechos es un país sin memoria. Las palabras no son "vamos por todo". Son memoria, verdad y justicia. Pero la prensa de la nada lo omite, acostumbrada, como ha estado acostumbrada siempre, a callar. A silenciar y dejar a un otro desaparecido. Sin voz. Ni derecho. Hay una prensa de la ceniza. Hay otro aspecto no menor y es que a muchos les molesta que por primera vez haya una presidenta con poder de palabra. Que sea capaz de decir algo diferente de lo que dicen o repiten los medios. Que sea capaz de hablar. Esto es lo que en el fondo no se le perdona a la presidenta como no se lo perdonaron antes a Estela, a Storni, a Rosa Luxemburgo, y a tantas mujeres, muchas de las cuales perdieron la vida. Que sea una mujer con palabra. En una sociedad machista donde aún hoy las mujeres son violadas, torturadas, desaparecidas. Forzadas a callar. Por eso molesta que la presidenta "hable". La misma mujer que le dijo a Legrand, "por hablar así murió mucha gente en la Argentina".
La ESMA es también una crisis de nuestro lenguaje y un problema para el lenguaje que no supo o no pudo decir lo que debía decirse. Y lo grave es que el periodismo no hizo nada con "eso". Por eso no puede avanzar. Está encerrado en su propio laberinto. No es casual que el "periodismo de la nada" se oponga a la Ley de Medios, que es la pluralidad. El periodismo de la nada defiende la nada, la nada de la desaparición que es el silencio. No las voces. Esta es la nada. La nada no inocente. Una nada llena de ojos que son desaparecidos. Lo que quiero decir con la nada es que las frases que no dicen nada, no dicen nada porque sí. Esa nada de muchos medios, que cruza cada columna, dice. Esas frases y textos cotidianos dicen nada por algo. Elevan la nada. No dicen nada porque esconden un cadáver. Esa es su nada. Su vía crucis. La nada inocente, nada de nuestro periodismo silente. Por eso el paso, aunque a Sarlo no le guste, es democratizar. Y democratizar no es "ir por todo". Es ir por más democracia.
Los desaparecidos dejaron de ser desaparecidos con los juicios y la Memoria que les devolvieron un lugar. Como me decía Duhalde, en la Secretaría de Derechos Humanos: Ya no están desaparecidos. Ya no son desaparecidos. Están. Es falso que este gobierno "no le deja lugar al otro" cuando es el primer gobierno que abre esa posibilidad ante una sociedad que había decidido mirar para otro lado: no saber. Es el primer gobierno que reconoce al otro. La memoria es ese lugar. Antes de los juicios de DD HH no había otros. No había otros para la democracia porque no había justicia. Había impunidad. Este gobierno vino a terminar con la nada de la palabra desaparecida.

*Publicado en Tiempo Argentino

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