A
poco menos que un mes de la renacionalización de YPF, ríos de tinta se
han escrito ya sobre tan trascendental e histórica medida. Sin embargo,
faltaba la opinión del General del Petróleo, Enrique Mosconi. Su obra y
pensamiento no han perdido la más mínima vigencia. Trunca en 1930,
aquella YPF que él supo fundar y desarrollar es la mejor plataforma de
despegue para la YPF del Bicentenario.
A continuación, un Mosconi en movimiento, contemporáneo, luchando
por una nación que nos contenga a todos, por la soberanía
hidrocarburífera en la Argentina. El modelo de país trunco en 1955 pero
reiniciado en 2003 y en su fase superior desde 2008, ha dado con la
recuperación de YPF, un salto cualitativo inconmensurable hacia su
definitiva victoria. Mosconi, desde la propia experiencia histórica, no
puede estar más que de acuerdo.
–¿Cómo vió la renacionalización de YPF anunciada por la presidenta de la Nación el pasado 16 de abril?
–Nacionalizar y explotar, con criterio que consulte el interés de
la Nación los yacimientos de combustible líquido, es robustecer la
propia economía y al mismo tiempo restar predominio a los trusts
acaparadores que absorben y oprimen con sus imposiciones, (que)
refuerzan su poder explotando nuestras riquezas naturales y utilizando
en su provecho los enormes beneficios que de ellas se obtienen. Los
países de Latinoamérica que, como el nuestro, explotan petróleo, deben
preservar las fuentes de combustibles líquidos de toda influencia que no
sea eminentemente nacionalista; el combustible constituye la plataforma
sobre la que se levantará su futura organización industrial (El
Petróleo Argentino. Pág. 203).
–¿Hemos recuperado soberanía hidrocarburífera?
–Los habitantes de la República no sufren más imposiciones que las
emanadas de su propio gobierno que decide, libre de injerencias extrañas
en todo lo relativo al combustible líquido. Empiezan a volcarse tierra
adentro los millones que hasta entonces tomaban el mar. La Nación
Argentina se ve libre de todo peligro o asechanza que pudiera
perturbarla o detenerla en su marcha a su futuro engrandecimiento y
bienestar (íbidem Pág. 168).
–¿Y la renacionalización desde un enfoque global?
–Tiene una importancia capital, pues la evolución de nuestros
países podrá substraerse a la lucha tenaz que por la posesión del
petróleo libran los grandes imperios mundiales, lucha que dificulta el
desarrollo, perturba la vida y muchas veces oprime la soberanía y la
libertad de los pueblos menos organizados y menos fuertes; lucha
inevitable, en la conquista del predominio industrial y comercial,
generadora del enriquecimiento de la colectividad triunfante; lucha que
dará al vencedor todos los privilegios y la seguridad de defender y
mantener esos beneficios (ibidem, Pág. 203).
–¿Está de acuerdo con el proyecto de ley de expropiación?
–Para nacionalizar las fuentes de petróleo, para que el Estado
mantenga en sus manos el contralor conveniente y perciba participación
equitativa en los beneficios muchas veces extraordinarios de las
explotaciones, es menester que el gobierno dé pruebas de gran espíritu
de previsión y obtenga en oportunidad la adecuada legislación (Pág.
203).
–¿Se refiere a una nueva ley nacional de hidrocarburos?
–Desde que se descubrió petróleo en Comodoro Rivadavia, no hemos
definido aún la ley que dé unidad de doctrina e interpretación a la
aplicación de normas para la explotación metódica y racional de los
yacimientos; que modere, si así fuera necesario, el interés particular
que aleje los perjuicios que la ignorancia y la incapacidad pueden
producir a los depósitos naturales; que dé, en fin, a la Nación la
verdadera posesión de sus minas, y que dé a la Nación y las Provincias
usufructúen equitativamente sus beneficios (Pág. 204).
–El abrumador resultado en las cámaras de Senadores y Diputados, en el pueblo argentino, ¿a qué obedece?
–El conocido y generalizado concepto de que el Estado es mal
administrador deja paso a otro nuevo, respaldado en hechos de que el
Estado es buen administrador cuando quiere serlo, dando y manteniendo
con flexibilidad las normas adecuadas para ello (Pág. 239).
–Pero algunos opositores dicen que no estamos en condiciones de hacernos cargo de YPF…
–Nuestro país ha alcanzado madurez técnica y administrativa para
organizar y conducir con éxito las más difíciles empresas que
caracterizan la compleja estructura económica de las naciones modernas
(Pág. 240).
–¿Qué opinión le merece la administración que ha hecho Repsol al frente de YPF?
–Capitales que pretendan condiciones especiales, exigiendo un
tratamiento de excepción que algunas veces no ha de poder acordarse a
los del país, no favorecen a la Nación; capitales que aspiren al dominio
económico, que tengan el hábito de tomar injerencias políticas en los
países en que operan, que empleen por sistema procedimientos y normas
inmorales, que pretendan no ser regidos por las leyes en que se basa
nuestra soberanía, deben ser rechazados, porque esos capitales llevan en
sí gérmenes de futuras dificultades y perturbaciones internas y
externas (Pág. 202).
–¿Qué opina del ingreso de capitales extranjeros en YPF?
–En los últimos años, los Estados Unidos, con el envío de capitales
y representantes de sus grandes empresas, se incorporaron a nuestras
actividades. Podemos, pues, elegir ahora el elemento que nos convenga;
pero, en primer término, nuestro deber es realizar con nuestros propios
medios una máxima tarea y luego aceptar la colaboración de hombres y
capitales, sin distinción de nacionalidad, siempre que estos se sometan
sin reparo a las imposiciones de nuestras leyes (Pág. 202).
–¿Y del ingreso de compañías nacionales de América del Sur?
–Las naciones de América tienen un evidente interés en prestarse
mutua cooperación. Libertadas y constituidas por su propio esfuerzo y a
través de grandes sacrificios, deben resolver en armonía los problemas
de su economía para la consolidación definitiva del bienestar nacional,
pues disponen de todos los elementos que ello requiere. Llegaremos a
formar así un conjunto étnico, político, social y económico que se
contraponga a la influencia de la América del Norte y equilibre la
acción hasta hoy preponderante de la influencia europea (Pág. 206).
–¿Cómo ve a la Argentina en Unasur, en América Latina?
–Nuestra Nación, al igual que otras latinoamericanas, se encuentra
empeñada en la laboriosa y compleja organización de su economía, [e]
inician la tercera y última etapa de su historia ascendente (Pág. 200).
La situación de la República Argentina es semejante a la de los demás
países de Latinoamérica, que bregan por la consolidación de su economía y
su progreso moral y material (Pág. 202).
–La presidenta señaló en su discurso: “Vamos a convocar a los que
se fueron y también a los que se quedaron y que apuestan a poder tener
nuevamente una empresa que sea orgullo de los argentinos.” ¿Coincide?
–Ha llegado ya el momento de seleccionar hombres y capitales, y
establecer asimismo protección para hombres y capitales nacionales.
Organizando el trabajo y las explotaciones de las riquezas nacionales
con hombres y dinero del país, mejoraremos evidentemente nuestras
condiciones de vida, estimulando el espíritu de empresa en el capital
nacional (Pág. 202). Debemos asignar una importancia principal en la
formación de las aptitudes profesionales especializadas, que permitirán
la elección de los que deben preparar la Nación para conducirla con
felicidad a través de los conflictos en que se pudiera encontrar (Pág.
207).
–¿Cómo sintetizaría los logros de su gestión al frente de YPF?
–Primero: haber suprimido para nuestro país la situación de
peligro, de inferioridad y de desventaja que existió hasta el año 1922,
transformándola en situación de seguridad, de progreso, y de ventaja,
conquistando durante los años 1922-1930 la absoluta independencia en
cuanto a combustibles livianos y pesados se refiere y adquiriendo el
dominio absoluto de nuestro interior, eliminando así la tendencia e
influencias extrañas que nos aprisionaban hasta ese momento. Segundo,
haber mantenido YPF en su mano la dirección y contralor del mercado
interno y la iniciativa de la dirección política del petróleo. Tercero,
el Estado argentino ha realizado con YPF un brillante negocio. Hasta
diciembre de 1935 se produjo un aumento de riqueza en la economía
nacional.
–¿Qué hecho o acontecimiento cree que simboliza su gestión al frente de YPF?
–Que la Repartición del Estado tomara, en agosto de 1929, la
dirección comercial de nuestro mercado de combustibles, imponiendo
normas y precios de venta (Pág. 177).
–A propósito de combustibles. Entre las ventajas de la
renacionalización, se ha terminado con el oligopolio privado. ¿Qué
analogía encuentra con su gestión?
–Hasta agosto de 1929, la dirección de nuestro mercado de nafta y
kerosene se encontraba en manos de la West India Oil Co., la más fuerte
de las compañías que importan nafta y kerosene en el país, empresa
filial de la Standard Oil of New Jersey. Esta compañía resolvía por sí
el alza o baja de los precios, según cotizaciones u órdenes impartidas
desde Nueva York (Pág. 177).
–¿Qué primera medida en materia de combustibles trabajaría para poner en funcionamiento?
–El precio uniforme en todo el territorio de la Nación (Pág. 178).
–¿Por qué? ¿Qué beneficios implicaría obrar de igual forma ahora?
–Solidaridad nacional, fomento de las industrias de transformación,
agropecuarias y de transporte, y para establecer una más equitativa
relación entre los precios de producción de derivados petrolíferos y los
de venta al consumidor, todo lo cual beneficiaría en modo muy
importante a la economía nacional (Pág. 163).
–¿Cuál es el desafío de la futura administración estatal de la YPF renacionalizada?
–Para cumplir la trayectoria de su destino, deberá realizar durante
el siglo XXI la independencia económica, y que para esto es menester,
usando de los adecuados estímulos, propender a fomentar y desarrollar el
arte de administrar (Discurso pronunciado el 14 de julio de 1938, en la
Academia de Ciencias y Arte de Río de Janeiro).
–¿Qué opina de la avanzada unilateral e ilegítima de Gran Bretaña sobre el petróleo argentino en Malvinas?
–Toda intención prepotente, todo propósito desorbitado que pretenda
consagrar una violación o injusticia, un abuso o una usurpación, nos
tendrán siempre dispuestos a repudiarlos y combatirlos. La presión,
venga de donde viniere, sublevará el espíritu de nuestra nacionalidad y
nuestro sentir latinoamericano (Pág. 206).
–¿Cuál es la llave al triunfo de una Argentina para los 40
millones, para el programa histórico nacional y popular reiniciado en
2003?
–Nuestro desarrollo industrial emprendido por nosotros mismos, con
nuestra voluntad, nuestro esfuerzo y nuestros capitales, gradual y
razonablemente sin impresionismos de protección o librecambio que puedan
resultar inoportunos y extemporáneos, sino resolviendo cada caso según
lo aconsejen las circunstancias y objetivos propuestos de bien general.
Importantes ventajas se han obtenido ya de la tierra pública, de la
energía hidráulica, del petróleo, etc., lo que ha exigido y sin duda
exigirá entre los intereses europeos y norteamericanos que actúan en la
Argentina conjuntamente con los nuestros, rudas luchas de predominio
como luchas de sangres demandó la liquidación del coloniaje (Pág. 240).
–¿Qué es “sintonía fina” para usted?
–Extraer las riquezas naturales, valorizarlas elaborándolas y
activar el intercambio por el abaratamiento de los fletes ferroviarios y
disminución del costo de los transportes, construir caminos, reducir el
precio del combustible, aprovechar las fuerzas hidráulicas de las
montañas, de la llanura y del mar; utilizar el viento, que es
combustible azul, elevar los más posible el nivel de vida colectivo y el
bienestar general, que serena la conciencia y hace libre el espíritu
(Pág. 208). Pienso, pues, que a lo ya hecho como obra de gobierno, deben
sumarse otras ventajas que llevarán a la consecución de aquellos
propósitos y en tal sentido, no sólo debemos mantener la ley del salario
mínimo, sino que debemos completarla con la de la ley de vivienda
mínima como consecuencia del moderno concepto de solidaridad social
(Pág. 241). Estimulando el crecimiento de nuestra economía y de nuestras
industrias es como concurriremos a la formación de una conciencia
segura de nuestra fuerza, para tomar dominio completo del país, vigilar
por su integridad y llevar hasta los confines del territorio la
vibración del alma nacional (Pág. 209). Esa sería la senda que
conduciría al pueblo argentino al poderío y a la grandeza moral y
material (Pág. 240).
*Publicado en Tiempo Argentino
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