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jueves, 2 de febrero de 2012

¿QUIÉN MIDE LA MISERIA DE LOS MISERABLES?


 
En estos días algunos medios nacionales parecían relamerse mientras difundían, casi con título catástrofe, la noticia proveniente de la revista británica The Economist, quien califica a través de su “Misery index” a Venezuela como uno de los países con mayor pobreza y miseria en el mundo.


La “prestigiosa” publicación (según la consideran quienes la toman como fuente válida), toma en cuenta para la elaboración de este informe anual la relación entre desempleo e inflación en todos los países del mundo. Así es como queda segundo en el ránking de los menesterosos sólo superado por Macedonia, un país del sudeste europeo.

Quizá no esté de más recordar que Venezuela no sólo posee una importante producción petrolera, sino que su presidente Hugo Chávez se ha posicionado claramente a favor de la unidad latinoamericana y en contundente oposición a los intereses imperialistas de Estados Unidos.

Pero el “Misery index” tiene su contracara, el “Anuario Estadístico para América Latina y el Caribe 2011” realizado por la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe). Según este informe, la tasa de pobreza en América Latina se redujo, entre 1990 y 2010, un 17% (de 48,4 a 31,4% de la población), en tanto la indigencia  lo hizo en 10,3 puntos (de 22,6% a 12,3% de la población). El nivel más bajo en los últimos veinte años en ambos casos. 

Para la CEPAL, Perú, Ecuador, Argentina, Uruguay y Colombia son los cinco países de América Latina que registraron una significativa disminución en sus tasas de pobreza entre 2009 y 2010. En tanto, Venezuela disminuyó entre los años 2002 y 2010 un 20, 8% el nivel de pobreza y la pobreza extrema del 22,2 al 10,7%, es decir descendió un 11,5%.

Distintas miradas, una realidad. Mientras el planeta se desangra, la ambición de quienes se creen sus dueños encuentran apoyo a sus acciones en datos estadísticos, pero ¿quién mide la miseria de los miserables?

Veamos. La Misión Vivienda Venezuela, proyecto social gubernamental orientado a eliminar el déficit habitacional, construyó 146.714 casas en 2011, lo que significó que 7068 personas abandonaron la vida en ranchos para comenzar a vivir en casas dignas.  A la vez la Operación Milagro, el programa creado en el año 2004 por Cuba y Venezuela que ha devuelto la visión a más de un millón de personas pobres de varias naciones de América Latina y el Caribe, sólo en Venezuela, realizó el año que acaba de culminar más de 100 mil operaciones y atendió a 5000 enfermos semanalmente.

En tanto esto sucede, y tal lo denunció el estratega e ideólogo Fidel Castro en su reflexión “La marcha hacia el abismo: La humanidad, en cambio, no goza de garantía alguna. El espacio cósmico, en las proximidades de nuestro planeta, está saturado de satélites de los Estados Unidos destinados a espiar lo que ocurre hasta en las azoteas de las viviendas de cualquier nación del mundo. La vida y costumbres de cada persona o familia pasó a ser objeto de espionaje; la escucha de cientos de millones de celulares, y el tema de las conversaciones que aborde cualquier usuario en cualquier parte del mundo deja de ser privado para convertirse en material de información para los servicios secretos de Estados Unidos.”

El país más poderoso del mundo espía y el caribeño inaugurará el próximo mes de octubre un nuevo satélite construido y lanzado en China que permitirá, entre otras cosas, evaluar procesos de desertificación y pérdida de suelos agrícolas, cosechas y minería ilegal. Estados Unidos, el mismo que se opuso al acuerdo de Kyoto –que se proponía preservar el medio ambiente– y mayor exportador de armas en el mundo, no cesa en la promoción de guerras y en el apoyo económico a países que pretenden explotar los escasos recursos energéticos que le queda a la humanidad.

Es decir, los estados ricos, esos que no figuran en el ránking de medición de la miseria, son los grandes depredadores del medio ambiente y erosionadores de la biodiversidad. Los estados pobres, esos que saltan en las estadísticas promueven planes sociales para que sus habitantes vivan con dignidad.

En un planeta que el 30 de noviembre de 2011 recibió a su habitante número 7000 millones, los 1200 billonarios más ricos del mundo poseen en total 4,5  trillones de dólares, a decir de la revista Forbes. La acumulación para unos pocos y la supervivencia para unos muchos. Según un informe del periódico Le Monde Diplomatique, “unos 100 millones de niños (sobre todo niñas) no están escolarizados; 650 millones de personas no disponen de agua potable; 850 millones son analfabetas; más de 2000 millones no disponen de alcantarillas, ni de retretes, unos 3000 millones viven (o sea se alimentan, se alojan, se visten, se transportan, se cuidan, etc) con menos de dos euros diarios”. Clara desigualdad social por una injusta distribución de la riqueza.

Para los que se deleitan con la medición de miserias ajenas, ¿cuál será el porcentual que entienden le compete a semejante grado de miserabilidad? ¿Cómo sería el ránking de los miserables que provocan la destrucción de la humanidad? Relamerse y regodearse ante la injusticia y la desigualdad, enaltece a quienes realizan grandes esfuerzos por construir una sociedad mejor.

 

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