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viernes, 2 de diciembre de 2011

APARTARSE DEL ORDEN SEGLAR, SALIR DE PASEO Y REGRESAR



Por Gustavo Daniel Barrios*
 
        Vienen los días de un atajo al otro lado de las cosas del orden seglar, y entonces reflexionan algunos, y anhelan una enseñanza sobre cómo vehiculizarse afuera del siglo, espacio  donde todo, de todas las cosas, son de la política. Y para eso yo acostumbro a ir en busca de especímenes positivamente inadaptados, quienes nunca saldrán de la cocina de los ancestros. 
     Casi todos ellos son los que pudiendo agregarse a la alta gama económica, son cultores con venero de las estufas de garrafa, y claro, los bran metal a kerosén. Estas piezas ellos combinan con lo más normal, aunque dándole regular uso a sus joyas, de un pasado jamás vetusto entienden, porque lo rudimentario ubica al homo sapiens, bien lo saben, mucho más cerca de la naturaleza.
        De algún modo hablo aquí de lo insustancial, y lo fuera del tiempo.
      Podemos fijarnos que bastante más allá de  las bibliotecas centrales, existe en las bibliotecas populares de barrios mucho más aproximados al senil fluir de todos los ángelus, en primavera especialmente, donde la vida se dirige a un escondite a veces vermicular en casas oscuras, lo que sería semejante a la gloria del espeleólogo. Antros de alma humildísima, donde se halla tal prodigio. Instantes los de su visita, que le dan a los seres, la buena nueva de una asunción ya ocurrida en potencia. Bibliotecas populares de un macrocentro tardío, muchas; antesalas de los espacios fuera del tiempo, de incursión benéfica, virtud única posible.
        Lo insustancial sigue vivo aquí. Treguas de una vida pastoril dentro de la urbe, que nunca precisa saber sobre lo grave y densísimo que ocurre en el centro Cern en Suiza, o el Caltech de la costa oeste en Usa. Son a resguardo de ese vértigo esos escondrijos cuyas endechas el hombre renacido, macho y hembra, conocen por haber cruzado el puente de Estambul, hacia ambos lados y embriagadose del arrobamiento y las lágrimas de lo que es llamado grande.
     El hombre político se interroga en los momentos de mutualidad e integración, si esto de salirse del siglo es posible, por su puesto que en incursiones o excursiones fugaces, de iteración a plazos largos, muchas veces se habla de esto y generalmente se llega a la conclusión de que es muy difícil de conseguir. Pero también se concluye de la necesariedad de lograrlo, para lo cual siempre se está agregando clavos pimienta laurel vino oliva y honguitos al mismo guisado maravilloso de los sueños del pobre, el tonto y el iluso, pero es que de esta materia también está hecho el hombre político cuando es honesto y admirado. Seguimos buscando el oasis ubérrimo de los luchadores. Esto pasa de vez en cuando. Y en ese extravío saludable el que te da inspiración muchas veces es el mate. El goce viejísimo del mate argentino o guaraní o uruguayo o brasileño. Este es un rito que halla su significación medular en la resignación del criollo; pongamos por caso un mesopotámico aquí, quien nunca dejó de saber que en la internalización de su tragedia existencial de inmigrante pobre, cuando él está en el rellano de la mateada, logra desde antiguo trasmutar en sueños, e intensificados sueños, su marca de origen. Quizá sea un eco prodigioso si el hombre mesopotámico llega hasta los rincones de todo el continente con su secreto, a través del eco, que entre otras cosas comunica cómo salir del orden seglar para purificarnos, sabiendo que la acción es abundante al volver, y contará con los motorizadores que somos, otra vez. Está en el adn incluso.

        Existe otro atajo además, para salirse y volver, y es la institución de las fiestas caseras, o cenas en culto a la amistad. Y no sólo suceden en los tiempos de adviento. En otras áreas cuando llega el thanksgiving day se marca el inicio de una temporada de celebraciones, adviento también, que culminará en la fiesta de reyes. Es una porción del año donde se rompen las rutinas, y sucede desde antes en el año si se quiere, cuando llega el antiguo Samahain, que hoy derivó en esa conocida y desagradable fiesta que tienen ellos en el norte. En Argentina el ciclo antecesor y posterior al solsticio de verano, que claro, se combina aquí en el sur con el adviento y el año nuevo occidental, genera efervescencias únicas. Pero más allá de este período, la institución de las fiestas caseras consigue una simplificación en nosotros, que no es, fuera de Diciembre, demasiado común en todas partes, salvo quizás en el Caribe y Brasil.
        Las identifico en la antigüedad, mucho incluso, en el oriente próximo, y todos pueden reconocer qué grado  de adhesión tenían esas fiestas como la que tuvo lugar en casa del muy extraño fariseo Simón, cuando mujeres y hombres medraban en torno al taumaturgo de Galilea, donde esta fiesta se celebró. Tan y más común eran además en Judea.
        Es tan grande la apetencia de pasar por los atajos de los lindes de la vida ordinaria, que el hombre suele incluso intentar ingresar a ese paraje de silencio, inventando cosas, como por ejemplo sacar los pedernales de los encendedores. Sí, lo bueno está en desarmar muchísimos encendedores, todavía con un poco de vida, y retirar todas sus piedritas de pedernal, que es la piedra que en los albores de una Edad el hombre encontró para producir chispas y con ellas fogatas. Se pueden hacer bolas grandes como guijarros, pegando los pedacitos de pedernal, y ya se puede dar inicio a la emocionante experiencia. El viajero que quiere escapar del siglo, para luego volver intensificado en aptitud e incluso placer por las cosas difíciles, puede buscar un lugar apartado en la aldea en que le toque estar, y hacerlo en compañía del ser más ductil que pueda encontrar para el juego, y hacer llama con los pedernales que haya conseguido, en proximidad al pasto reseco, y mantenerla. El sujeto experimentante decodifica allí, en cierto modo, una pequeña parte de la naturaleza, contempla el poder, y se ase de él.
        Las gentes que buscan el no tiempo, al abandonar el siglo, son las mejores personas, porque vuelven modificados de allí y saben de lo importante que es perfeccionarse, para dedicarse a la causa, que en este contexto comunitario, se llama proyecto, justicia, país.

*Escritor
  Miembro del CEP  

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