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viernes, 5 de febrero de 2010

SISTEMAS PRODUCTIVOS

GLIFOSATO O PREVENCIÓN
Prevenir es una palabra que se usa mucho pero cuyo concepto es muy poco aplicado. En ocasiones quien manifiesta la necesidad de generar acciones preventivas es denostado, menospreciándose la advertencia sobre peligros a veces tan evidentes, tan palpables, que resulta imposible no verlos, salvo por desearlo. La lógica indica que si hay sospechas de peligrosidad de un producto, no debe utilizarse hasta verificar fehacientemente su inocuidad. No puede sostenerse con liviandad que se debe aplicar ese producto sospechado mientras se sigue investigando sus posibles afectaciones a los seres humanos y al ambiente en general.

La producción agraria argentina viene siendo afectada por este “fenómeno” desde hace muchos años, pero especialmente desde que se comenzó a aplicar en los procesos productivos las nuevas tecnologías derivadas de la investigación genética para el incremento geométrico de los volúmenes producidos, acompañado por la extensión permanente de las superficies sembradas. El glifosato se convirtió entonces en la panacea de los productores, ignorando las advertencias que centenares de estudios en todo el Mundo hacían sobre su peligrosidad.

Resulta imposible no ver la degradación y erosión de los suelos producto del monocultivo industrial de la soja. Es innegable lo evidente de los procesos contaminantes de las aguas superficiales y subterráneas por la aplicación de los millones de litros de glifosato u otros herbicidas o biocidas en general, que se esparcen por las que fueron las mejores y más feraces tierras del planeta. Incluso con el ya previsto reemplazo del glifosato por otro producto que pueda ser tildado de “inocuo”, tal como antes se hizo con aquel, seguiremos destruyendo nuestro suelo y arriesgando nuestra salud para satisfacción de los verdaderos “ganadores” de este sistema: las transnacionales productoras de los biocidas y sus socios locales.

Cuando sólo se cree en el aumento de la producción, sin importar como se lo hace; cuando en la búsqueda de mayores beneficios inmediatos se sacrifica a las propias descendencias; cuando por elevar la rentabilidad individual se castiga con la exclusión a millones de compatriotas; estamos evidentemente ante la aplicación de un plan perverso cuyos actores no crearon, pero para el cual son indispensables herramientas.

Es imposible ignorar y desatender los hechos sucedidos en todo el País, con innumerables casos de afecciones graves en pobladores en contacto con la actividad rural. Es imposible desconocer los reclamos de miles de ciudadanos de los pueblos afectados por la aspersión de glifosato y otros herbicidas y plaguicidas, con consecuencias predecibles en su afectación, ya que se están registrando desde hace mucho tiempo enfermedades derivadas, al decir de los especialistas médicos y biólogos, del contacto directo o indirecto con los agroquímicos. Aún en el caso que no sea posible establecer con absoluta certeza el grado del daño que puedan recibir los habitantes rurales y de los pueblos y ciudades relacionados, por lógico instinto de conservación resulta necesario adoptar actitudes preventivas, aún las más drásticas, si de cuidar la vida se trata.

El Estado en su conjunto debe ponerse al frente de un movimiento que cuestione profundamente los sistemas productivos que dañan tanto al medio ambiente, y elaborar y aplicar políticas promotoras de una nueva cultura agraria, que resguarde la vida de quienes somos los actuales habitantes, y mucho más importante aún, la de nuestras descendencias.

En un Mundo donde millones de personas mueren por hambre o por sed, no nos podemos dar el lujo de continuar matando a la gallina de los huevos de oro para satisfacción de algunos poderosos del Mundo. Nuestra tierra nos está reclamando que con la misma inteligencia que hemos puesto en generar tanta tecnología, seamos capaces de re-inventarnos una existencia y un futuro capaz de posibilitarles a todos los habitantes el más elemental de los derechos: la propia vida. Sintamos mejor el orgullo en dejar de lado las ataduras a los conservadores sistemas productivos basados en el desprecio a la naturaleza, y seamos capaces de promover una nueva vida, solidaria, sustentable, creativa y esperanzadora.
Prof. Claudia A. Saldaña
Diputada Provincial

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