Por Roberto Marra
Los sentimientos apasionados suelen transformarse con el paso del tiempo. En ocasiones, dan un giro a las convicciones sostenidas otrora, para terminar en el lado opuesto de la realidad que impulsó la adhesión a determinadas ideas y a sus representantes más notables. Tal vez por haber cambiado de posición social, o por el olvido promovido desde el afuera mediático, pero el trasvestismo doctrinario suele verse con demasiada frecuencia. Entonces, vuelta más vehemente adversaria que los mismos que antes deploraba, esa persona abandona sus ideales, para retroceder hasta el infierno de la negación de su propia historia y la de quienes antes decía admirar.