Por Roberto Marra
“Cambia, todo cambia”, dice una vieja canción. Adhiriendo con fervor a este verso, algunos personajes de la política parecen no encontrar límites a esos “cambios”, sobre todo en lo ideológico. Al menos, de lo que se cree públicamente que es la ideología que lo sustenta. Nada de lo que deba ser considerado convicción permanece, en estos individuos, como tal. Más bien, desarrollan un profundo deseo de pertenencia a grupos de élite, donde se producen y reproducen esas maniqueas maneras de pensar la realidad desde la ideología del dominador antes que del dominado, del explotador antes que del explotado. Es decir, el dogma del Poder Real.
Por ese sendero del irrespeto a sus votantes, de la transfiguración de sus manifestaciones públicas pre-electorales, hasta de la amoralidad de falsear una pertenencia ideológica-partidaria que se evidencia que nunca sintió de verdad, transita el actual gobernador de Santa Fe, Omar Perotti, descubierta que fue la ONG que lo invitara a EEUU (denominada RAP), y a la que además, ahora nos enteramos que pertenece desde hace tiempo, al igual que otros y otras referentes de la politiquería (que no ya, política), eternos balbuceantes de discursos pseudo-democráticos, tan altisonantes como vacíos.
Asi es más fácil entender su defensa a ultranza de los intereses del “lobby” campestre y agro-exportador, o su posición ante la estafa de Vicentín. Se comprende mejor su deslealtad a quien permitiera que se convirtiese en candidato. O su desinterés en apoyar la gestión estatal de la via navegable del Paraná, o la defensa de los humedales de las quemas con olor a bosta (de ganaderos). Lo describe con claridad esta pertenencia a semejante organización transnacional, dirigida por auténticos enemigos del Pueblo, todos miembros del empresariado apátrida y de la obscena dirigencia antipopular que promueve el odio y la negación de los derechos en Argentina.
También el intendente de Rosario, Pablo Javkin, es otro de los “beneficiarios” de esta ONG. El porfiado defensor de la “autonomía”, parece no serlo tanto respecto a los designios del Poder que lo subyuga con invitaciones a viajes a lejanos “paraísos de la democracia”. Allí, seguramente, se realimentará de ese horrendo sentimiento “anti-populista” que esas organizaciones suelen promover con tanto ahínco. Esos mismos ideólogos de la colonialidad, de la pérdida de la soberanía en manos de inescrupulosas corporaciones, le enseñarán a servirlos para transformarnos en una simple proveduría de materias primas y mano de obra barata.
Así se termina de blanquear la verdadera pertenencia ideológica de este amasijo de pendencieros de la política, que nos remiten a las peores lacras antisociales que venimos soportando como parte de maniobras destituyentes de los gobiernos populares, a las actitudes legislativas negadoras de leyes fundamentales y a las persecuciones judiciales (y extra-judiciales) a dirigentes, funcionarios y líderes inconvenientes a los intereses corporativos transnacionales.
“Fake news” y “Lawfare”, esas expresiones anglosajonas que nos han invadido para indicarnos el grado de perversión del que son capaces los enemigos de nuestra Soberanía, son el correlato de la acción de estas organizaciones que promueven nefastas “propuestas” económicas, siempre bajo la batuta del imperio que les da cobijo. Están entre nosotros todo el tiempo, ejerciendo funciones que deshonran, presionando a jueces y fiscales para avasallar la Justicia, alimentando la espiral inflacionaria, corrompiendo las instituciones de la democracia, transformando la factible prosperidad en arenas movedizas.
Tal vez sea cierto que “todo cambia”. Pero ciertos valores no pueden ser dejados de lado en nombre de esa aseveración poética. No puede ni debe cambiar la lealtad a los representados por parte del representante. Más importante todavía: no se puede cambiar el patriotismo por un simple interés monetario o de posicionamiento social. Quienes lo hacen, en nombre de lo que fuera, con la justificación que se les ocurra, tienen un solo nombre, una sola denominación que los señala, los deshonra y los destituye como nuestros iguales. Son, simplemente, traidores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario