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jueves, 27 de octubre de 2022

NÉSTOR, EL INOLVIDABLE

Por Roberto Marra

Los recuerdos son un patrimonio que las personas tienen la posibilidad de acumular, que fungen como barreras a las repeticiones de errores y también como alimento de la voluntad de renovación de las ideas. Son compartimentos del alma donde se guarda lo mejor y lo peor de nuestras vidas, el sitio de la memoria a corazón abierto, la huella dejada por quienes nos acompañaron alguna vez en esta aventura cotidiana de estar vivos.

Allí, en ese rincón de lo inolvidable, en ese ámbito donde depositamos los resultados de las pasiones y los pensamientos aunados, está Néstor Kirchner. Por increíble que pueda parecerle a aquellos que no poseen esos sentidos apropiatorios de las sensaciones despertadas por estos individuos tan especiales, ese hombre de mirada divergente pero determinada, ese personaje casi mágico de la política argentina, emergió del inhóspito paisaje patagónico para erigirse en figura basal de nuestra historia contemporánea.

El tiempo transcurrido sin su presencia física, pudo dimensionar con mayor precisión la importancia de su tarea. Nos falta su palabra cada día, nos atraviesa el dolor de su partida, nos deconstruye su recuerdo apasionado y alimenta de honor nuestras propuestas solidarias. El tipo está ahí, en cada acción del pueblo sometido al escarnio cotidiano de la miseria que él se encargaba de alejar de las vidas de los eternos abandonados.

No es casualidad su permanencia en la memoria colectiva, ni lo es la trascendencia de sus advertencias. Estadista superlativo, sabía diseñar el futuro, trazar los caminos, desandarlos él mismo para demostrar sus certezas. Jugaba a ser serio, pero se le notaba el goce de la alegría compartida con su pueblo. Nos ponía a investigar y desentrañar las complejas variables de la construcción de una nación nueva, pero con la felicidad de estar acompañados por su mano fraternal y su palabra señera.

Nos dejó tan de pronto como llegó. Nos hizo sentir un dolor tan profundo como la felicidad de haberlo conocido. Nos legó tareas impostergables, que se la seguimos debiendo. Nos dejó a nuestro cuidado a su otra parte, a su bella mitad inseparable, para que sostengamos su presencia a través de ella y su impronta de lideresa necesaria. Es hora de honrar su paso por la vida, revolviendo los cajones de los recuerdos mejores, reconstruir las bases de sus sueños incumplidos y hacer que su memoria atraviese de nuevo nuestras almas, para convertir la piedra fría del presente deshonroso en el oro reluciente de un futuro justo, libre y soberano. Tal como Néstor lo quería.

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