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domingo, 1 de mayo de 2022

CRÍTICA DE UNA SITUACIÓN CRÍTICA

Por Roberto Marra

Estamos padeciendo una situación crítica (ninguna novedad), donde hay quienes realizan criticas con el noble fin de encauzar el desarrollo de los hechos hacia una solución, pero hay otros que generan críticas con el oscuro fin de impedirlo. Lo verdaderamente dramático es que quienes están al comando de este “tren” abarrotado de esperanzas y sueños incumplidos, parecen querer desprender los vagones de segunda, mientras siguen tirando del “coche comedor” donde se aglotonan los poderosos, tapándose los oídos para no escuchar los criterios y las advertencias compañeras.

En ese actitud medrosa se refugian algunos funcionarios que se pretenden actores estrellas de un reparto variopinto, al tiempo que las demandas populares siguen el camino virtual, “pandemioso”, sin expresión fáctica, sin ámbito físico donde manifestarse, refugiados en el control remoto de un aparato que, invariablemente, los alimenta de odios y rencores que facilitan la aparición de pequeños monstruos de cabotaje para proyectarse como salvadores de la República.

Entre sorderas gubernamentales y sociedad atada al miedo y la desesperación, el atascamiento es inevitable y, con ello, afloran las ventajas para los repetidos personajes de malas historietas dispuestas a retomar (si es que alguna vez no estuvieron) las riendas de este carro casi sin melones ya que acomodar.

Señalar equívocos parece ahora una actitud hostil. Alentar cambios en los sentidos acordes con los originarios postulados que oficiaron de aglutinante de liderazgos y convocante de esperanzas populares, son señalados como ataques hacia la figura presidencial o intentos desestabilizadores. Figurones periodísticos ofician de claque de pantallas alternativas para con los funcionarios que funcionan poco y/o mal. Debates de fantasía son elaborados en programas dedicados antes a mantener el statu quo que a buscar la verdad, base elemental del auténtico periodismo.

Mientras abajo, ahí donde la realidad se muestra cruda como el invierno que se avecina, donde los comedores comunitarios reemplazan a las mesas familiares, donde las chapas agujereadas siguen dejando pasar el frío y el agua de una lluvia que nunca es producto del prometido derrame neoliberal, allí mismo se reproduce el descontento, el desánimo y la anomia. La danza de paliativos continúa, pero la justicia social no encuentra su cimiento. La ayuda llega, pero sólo para continuar como se estaba.

El crecimiento es una entelequia únicamente adaptado a lo requerido por los dueños de la Argentina, que ni con eso se conforman. Y allí van con sus tractores a mostrar por enésima vez sus “descontentos” falsificadores de la realidad de sus fortunas mal habidas. Ahí los vemos, en esas reuniones tan caras a las vanidades de algunos funcionarios, donde no ocultan sus satisfacciones por seguir siendo los que dictan las lineamientos fundamentales de la economía.

Acechan, mientras su infanteria mediática perversa llena los oídos y los ojos de falsas realidades, castigando sin piedad a su archienemiga fundamental, elaborando mil y una triquiñuelas para fomentar el desprecio y la pasión opositora. Se apropian de las leyes o impiden que se apliquen, haciendo de la “justicia” una masa informe de palabras y consignas vacías, sólo útiles a sus intereses de vendepatrias.

La embajada” desparrama sus aprietes por doquier, visitando oficinas de gobierno y alentando supuestas “ayudas” que, lo sabemos por experiencia, son la manera procaz de introducirse en la decisiones nacionales (y provinciales). La geopolítica también juega su partido en esta región, promoviendo rupturas con países que la Argentina necesita si desea de verdad su desarrollo virtuoso. Nada es dejado al azar por el Poder Real, porque lo dominan todo.

El manejo pólítico, económico y social sigue un camino de derrota que la sociedad advierte, pero contra lo cual sólo atina a escuchar a los peores detractores de lo público. Subvertores de la peor calaña se refriegan sus manos ante el espectáculo de la degradación de un proyecto que tiene (todavía) la posibilidad de retomar su senda popular. Sólo que, para hacerlo, necesita de la humildad de los encumbrados en cargos que les quedan grandes, de sus pasos al costado para dejar que pase la historia y haga su trabajo de limpieza popular.

La grandeza, esa distinción de muy pocos, es lo que se demanda. La honestidad de saberse débil ante semejantes enemigos, no implica mostrarlo como virtud. Sólo queda la voluntad y la valentía para hacerles frente, aún sabiendo de nuestras flaquezas, pero mostrando con orgullo la pertenencia ideológica y buscando con ello el respaldo seguro de un Pueblo que desespera por encontrar quien le señale la senda de un futuro que se haga presente en la única forma que lo comprende: con Justicia Social.

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