Las negociaciones “opacas” forman parte de la que parece ser la estrategia permanente de cualquier gobierno, y no sólo en Argentina. Eso de ocultar lo que se está tratando en las complejas discusiones con el FMI o con otros acreedores, es una de las maneras de establecer (por parte de ellos) condiciones que resultarían irritantes para la población. Justo quienes terminarán poniendo el dinero en las arcas del Estado a través del regresivo sistema tributario existente, son los “convidados de piedra” en estas reuniones. Es eso de “el Pueblo no gobierna ni delibera sino a traves de sus representantes”, llevado al área de las decisiones más importantes y potencialmente más perjudiciales. Es la estructura de la ambigüedad llevada al paroxismo de la ignorancia absoluta sobre lo que de verdad afecta la vida ciudadana y el desarrollo sustentable tan necesario. La transparencia, esa imprescindible manera de relatar la realidad por parte de cualquiera que pretenda conducir, ha pasado a mejor vida hace ya demasiado tiempo. Y el neoliberalismo, el estigma más horrendo que el capitalismo ha podido desarrollar (hasta ahora), nos vuelve a poner la enésima zancadilla que ya ni siquiera se intenta saltar.
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