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martes, 17 de agosto de 2021

EL OTRO NOMBRE DE LA PATRIA

Por Roberto Marra

Cuando queremos expresar la Patria, se nos viene primero que nadie, un nombre. Cuando pensamos en alguien valiente y audaz, otra vez aparece ese nombre. Cuando sentimos emoción al cantar el Himno Nacional, ahí se nos representa otra vez ese adalid de la heroicidad. Si pretendemos expresar la honestidad, no cabe otra comparación que con ese personaje. Si deseamos establecer un método para planificar alguna acción social o política, otra vez nos aferramos a sus palabras señeras. Si buscamos apoyo en una moral sin tachas, de nuevo nos alcanza con su sola mención para lograrlo. Si necesitamos recurrir a reflexiones que convenzan y aseguren la trascendencia de lo que hagamos, no podrán faltar las suyas. Cuando escuchamos a los necios abonar la destrucción de nuestra Nación, su pensamiento nos permite encontrar el respaldo para luchar contra ellos y vencerlos. Cuando nos asomamos a la vida, ahí está su figura para definir nuestra conciencia nacional. Cuando la esperanza nos abandona, una ráfaga de su recuerdo nos volverá a encaminar en la construcción de las utopías abandonadas. Nos interpela, nos advierte, nos enseña, nos protege, nos enorgullece, nos entusiasma, nos eleva, nos autentifica. Es el alma de una Patria que no ha podido llegar al destino que él soñara y por la que dejó gran parte de su existencia física y toda su espiritualidad. No fue el único, pero fue de los mejores. No ejerció otro poder que el derivado de la búsqueda de la liberación. No construyó otra cosa que soberanía. No intentó más que contribuir a la gestación de la independencia. Y todo, absolutamente todo, en nombre de la Justicia para el Pueblo de la Patria Grande, que mil traiciones impidieron (hasta y por ahora) construir. Orgullo de ésta y todas las Patrias de Nuestra América, su solo nombre simboliza la dignidad de ser argentino.

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