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jueves, 13 de mayo de 2021

LA COMUNICACIÓN PERDIDA

Imagen de "Análisis Digital"
Por Roberto Marra

Nadie puede dudar que existe una guerra comunicacional desde hace muchos años. En realidad, el uso de los medios de comunicación como armas, por parte del Poder, es muy viejo. Nos podemos remontar a aquellas películas de Hollywood que sirvieron para victimizar al imperio y enaltecer sus supuestos logros guerreristas, cuestión que continúa hoy día muy vigente, aunque con las adaptaciones que se corresponden a los cambios culturales producidos desde entonces. Y es la generación de una cultura mundializada la que fueron logrando, postergando la propia de cada país, en nombre de una “globalización” que sólo les sirvió a la acumulación de mayor poderío económico y financiero a los “amos” del Mundo.

Ya dentro de cada nación, tal característica monopólica del pensamiento transmitido por los medios, se ha consagrado como el dominante absoluto, al punto de mantener una relación de superioridad comunicacional en lo cuantitativo y una correspondiente asimilación de sus formas de informar por parte de los pocos medios que no les pertenecen. La presión, la extorsión, la manipulación y las prebendas, forman parte del entramado de los manejos espurios de esos conglomerados de medios hegemónicos, haciendo añicos la realidad para recomponerla como la necesiten para sus objetivos.

La cuestión de qué comunicar y para qué, es lo que marca la diferencia entre los medios. Cuando los objetivos son los de desmantelar los pequeños poderes de los gobernantes de turno que no sean del agrado del Poder Real, se producen (y re-producen) informaciones “fabricadas” a medida de esos intereses, se descontextualiza lo suficiente para evitar la comprensión racional de lo expuesto, promoviendo antes la exaltación de los sentimientos de los individuos hacia determinados personajes o hechos.

Con esa base, han logrado desequilibrar a millones de personas, que han asumido las falsas verdades como hechos irrefutables, generando en ellos sentimientos de odios irracionales, pero profundamente arraigados en sus pobres almas, atravesadas por las “balas” de las mentiras programadas. Les basta para conformar un “ejército” de repetidores de sus consignas, un movimiento de idiotizados a su servicio, trabajando gratis por conservar el statu quo que los esclaviza con el látigo de las mendacidades.

No puede resultar extraño que esa industria de la ignorancia produzca las notables brutalidades de los receptores de sus mensajes tergiversados. Tampoco puede llamar la atención demasiado que se hayan acostumbrado a prestar atención a energúmenos iletrados de la talla de las carrió, las bullrich, los macri, los larreta, las vidal y otros y otras por el estilo. Sus presencias casi omnímodas en todos y cada uno de esos medios hegemónicos, les han elevado al rango de “figuras” (en realidad, figurones) políticos. Son entrevistados, a su vez, por símiles payasos con carnets de periodistas, que pueden oficiar como tales sólo por sus inmoralidades manifiestas, rasgo preferido por los dueños de los medios en cuestión para cubrir esos espacios laborales.

Peor resulta ver las repetidas reproducciones de sus dichos en los medios que, se supone, no participan de la pandilla comunicacional hegemónica. De una manera subrepticia, por intentar parecer amplios de criterios o por una ya obsoleta repetición de los modos de aquel viejo programa televisivo llamado “CQC”, la cosa es que sus caras y sus voces vuelven a ser puestos antes los espectadores para consumir nuevamente sus repugnancias. Con lo cual el Poder se regocija, al haber impuesto su agenda comunicacional, incluso en donde se pretende ser diferentes a ellos.

Llamativamente, el Gobierno nacional no se ha mostrado proclive a gestionar los medios del Estado en la medida y con la orientación que permita reconstruir una comunicación taxativamante opuesta a la de la cartelizada hegemonía desculturizante. Por el contrario, se han mantenido en sus estructuras administrativas y de conducción a muchos funcionarios de la gestión macrista, además de nombrar a personas claramente opositoras a la ideología que sustenta el gobierno electo en 2019. Esto ha conducido a la pauperización de las programaciones y la negativa presencia de personajes que desprestigian lo que otrora representaran la Televisión Pública y Radio Nacional.

Abandonados a sus suertes comunicacionales, millones de empobrecidos materiales ven y escuchan sólo una voz. La guerra viene siendo ganada apabullantemente por el enemigo del Pueblo, y sus armas siguen incólumes ante los desvaríos o las traiciones de quienes debieran conducir esas batallas con capacidad suficiente para proferirles la derrota que merecen. Pero se ha elegido el palabrerío inutil, la reiteración inconducente, la adopción de sus mismos lenguajes y modismos, todo para culminar en el hundimiento de nuestra sociedad en un mar de falsedades que alimentan al monstruo mediático, que es la base desde donde se lograra abatir cuantos beneficios hubieran logrado los anteriores gobiernos populares. Mientras arriba, muy arriba, los que manejan los hilos de este teatro de operaciones retrógrado y falaz, se siguen frotando las manos, gozando del tiempo que el Pueblo pierde por adoptar sus sucias culturas deshumanizantes.

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